Lo que comenzó como una estrategia de ahorro para Apple, terminó convirtiéndose en un motor del crecimiento industrial chino, ya que al trasladar su producción al gigante asiático, la empresa estadounidense no solo encontró mano de obra barata, sino que también ayudó, sin querer, a convertir al país en una potencia tecnológica y líder mundial en vehículos eléctricos.
Así lo plantea Patrick McGee, ex corresponsal del Financial Times, en su libro "Apple in China", donde relata cómo el modelo "Designed in California. Made in China" terminó beneficiando enormemente al desarrollo del gigante asiático. En una entrevista con Jon Stewart en "The Daily Show", McGee aseguró que esto "suena totalmente desquiciado, pero es así, es verdad".
El cambio comenzó a principios de los años 2000, cuando Apple buscaba una forma más eficiente de producir su iMac G4. En ese entonces, la producción se dispersaba entre varios países asiáticos, lo que generaba altos costos y demoras. La solución llegó con Foxconn.
El fundador de esta empresa, Terry Gou, prometió que podrían centralizar toda la producción y reducir los plazos de entrega de 12 semanas a solo 25 días. Apple quedó convencida, y desde entonces profundizó su relación con China.
Comparado al plan Marshall
Lo que siguió fue una inversión masiva que transformó la industria manufacturera china. "Me encontré con documentos internos después de hablar con 200 personas y me di cuenta de que para 2015 Apple estaba invirtiendo 55.000 millones de dólares al año en China", explica McGee, quien añadió que "ese nivel de inversión equivale a inundar un país cada año con la mitad del Plan Marshall" (programa de ayuda económica estadounidense a Europa Occidental tras la Segunda Guerra Mundial para reconstruir sus economías).
Entre 2016 y 2021, Apple destinó unos 275.000 millones de dólares a China. Esta inversión, agrega una nota de motorpasión.com, incluyó no solo pagos a proveedores, sino también el financiamiento de fábricas, maquinaria y la formación de trabajadores. En total, se estima que la compañía formó profesionalmente a unas 28 millones de personas, una cifra similar a la población activa de España y Portugal juntas.
Sin embargo, la relación tuvo un momento crítico en 2013, cuando en el "Consumer Day" chino se acusó a Apple de tratar mal a los consumidores locales. Las ventas cayeron en picado y la empresa se vio obligada a demostrar su compromiso con China. La solución fue mostrar lo que estaban haciendo por el país: inversiones, capacitación y desarrollo industrial. Fue la propia Apple la que terminó explicando que su presencia estaba ayudando a construir una nueva China tecnológica.
Con el tiempo, muchas de las empresas proveedoras de Apple empezaron a fabricar sus propios productos: desde cámaras y drones hasta avanzados vehículos eléctricos.
"Un vehículo eléctrico, en el fondo, no es más que un smartphone con ruedas", explica McGee. Compañías como Huawei y Xiaomi ya producen sus propios modelos de automóviles, además de teléfonos, televisores y electrodomésticos.
El impacto del modelo Apple fue tan grande que incluso Tesla, al abrir su fábrica en Shanghái, contrató principalmente a ex empleados de Apple o de sus proveedores para replicar sus métodos.
Si bien Apple no es la única responsable del ascenso chino, agrega el reporte, su papel fue clave en una estrategia estatal que se remonta a los años 80. Ya en 1986, el líder Deng Xiaoping había señalado en ese momento que iban a mantener "nuestras puertas abiertas, pero somos selectivos, no introducimos nada sin un propósito y un plan".
La experiencia con Apple no es única. En los años 80, compañías como American Motors Company y Volkswagen también participaron en empresas conjuntas con socios chinos, ayudando a levantar la industria automotriz local. Hoy, esa misma industria produce modelos como el MG 4, comparable al Volkswagen ID.3, gracias al aprendizaje adquirido a través de estas alianzas.