China, líder global en la producción de autos eléctricos, atraviesa un serio problema de sobreoferta. El crecimiento explosivo del sector ha llevado a que los concesionarios estén saturados de vehículos cero emisiones que no pueden ser vendidos, generando una guerra de precios que amenaza con desestabilizar el mercado, lo que ha obligado al propio gobierno chino a intervenir para frenar el impacto negativo en la industria.
En los últimos años, los fabricantes chinos han apostado con fuerza por los autos eléctricos, impulsando una producción masiva y una agresiva expansión en mercados internacionales como Europa. Modelos como el MG ZS, con precios más competitivos que los autos europeos, se han convertido en superventas. Sin embargo, el desbalance entre producción y demanda está generando tensiones dentro del país.
Una de las prácticas que ha agravado la crisis es el uso extensivo de las llamadas "automatriculaciones". Los concesionarios matriculan vehículos que no han vendido para cumplir con las metas impuestas por los fabricantes. Aunque esto permite acceder a bonificaciones y aparenta dinamismo en las cifras de ventas, esos autos no llegan a manos de los consumidores y terminan acumulándose en los patios de venta.
Este tipo de vehículos, conocidos como autos de "kilómetro cero", apenas tienen uso, pero ya están registrados, por lo que con el tiempo terminan siendo vendidos como autos de segunda mano a precios aún más económicos.
Sin embargo, explica una nota de AutoBild.es, cuando el volumen de estos autos supera la demanda, se transforman en un problema logístico y financiero. Eso es justamente lo que está ocurriendo en China, donde el exceso de stock ya está desbordando la capacidad de almacenamiento.
La situación ha impactado directamente a marcas como BYD, que ha debido cerrar al menos 20 concesionarios en la provincia de Shandong. Según reporta Reuters, la presión por cumplir metas de ventas, sumada a una feroz guerra de precios, está afectando gravemente la rentabilidad de los distribuidores, algunos de los cuales piden que se frene la producción.
Frente a esta crisis, la Cámara de Comercio de Concesionarios de Automóviles de China solicitó a los fabricantes establecer objetivos de producción más realistas y dejar de transferir su inventario a los concesionarios. Además, organismos oficiales como el Ministerio de Industria ya han emitido advertencias contra la competencia desordenada que está socavando los márgenes de beneficio del sector.
Esta guerra de precios no es nueva. Desde hace años, los fabricantes chinos han reducido drásticamente los valores de sus vehículos para mantenerse competitivos, lo que ha reducido al mínimo su rentabilidad. A ello se suma un enfriamiento de las exportaciones, sobre todo hacia Europa, en medio de una crisis económica que ha mermado la demanda.
Expertos señalan que si no se corrige el rumbo, la industria automotriz china podría entrar en una fase de colapso. El exceso de capacidad productiva, sumado a la caída del consumo y al agotamiento de las estrategias de bajo costo, amenaza con convertir al gigante del automóvil eléctrico en víctima de su propio éxito.