Aún cuando los automóviles eléctricos y los de combustión pueden compartir neumáticos similares, lo cierto es que no todos los modelos reaccionan igual al uso cotidiano. Estudios recientes indican que los autos de nuevas energías desgastan sus ruedas entre un 20% y un 30% más rápido que los térmicos.
Las baterías de los autos eléctricos, explica una nota de motor.es, incrementan considerablemente su peso en comparación a los ejemplares propulsados por carburante, lo que exige más esfuerzo a los neumáticos, especialmente al momento de arrancar o frenar. Además, la aceleración inmediata que ofrecen estos vehículos —gracias a la ausencia de embrague o caja de cambios— provoca un desgaste más intenso del caucho.
Otro factor clave, añade el reporte, es el uso del freno regenerativo, una tecnología que permite recuperar energía durante la desaceleración. Aunque reduce el uso de pastillas y discos, también aumenta el trabajo de los neumáticos, ya que deben absorber más esfuerzo durante esas fases.
Frente a este escenario, los neumáticos desarrollados específicamente para unidades eléctricas se vuelven una opción recomendable, ya que están diseñados para resistir mejor el par motor, soportar mayor peso, reducir la resistencia a la rodadura y minimizar el ruido.
De hecho, se estima que en los vehículos eléctricos los neumáticos pueden ser responsables de hasta un 16% de pérdida de eficiencia energética, frente al 5% en autos de combustión.
Para extender la vida útil de los neumáticos —sean térmicos o eléctricos—, los especialistas recomiendan un mantenimiento adecuado (revisión de presión y evitar golpes) y una conducción más suave, con aceleraciones y frenadas progresivas.