El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a dirigir sus críticas contra sus socios de Europa y Japón, esta vez para quejarse por la baja venta que tienen en esos mercados los vehículos estadounidenses, situación que a juicio de los expertos resultará difícil de revertir.
Estas bajas colocaciones, recogen medios internacionales, no se explican únicamente a las barreras arancelarias existentes en la actualidad, sino más bien a que los consumidores de esos mercados consideran que los autos y camionetas americanas son demasiado grandes y poco eficientes en consumo de combustible.
En Japón, por ejemplo, donde las ventas de autos nuevos alcanzaron los 3,7 millones el año pasado, solo unos pocos cientos fueron Chevrolet, Cadillac o Dodge, ya que en su mayoría los compradores prefieren modelos compactos, económicos y fáciles de maniobrar, como el Toyota Corolla o el Honda Civic.
Las camionetas Ford F-150 y los SUV Cadillac Escalade, típicos de Estados Unidos, no se adaptan bien a las calles angostas ni a los estacionamientos reducidos del país.
De hecho, recientes acuerdos comerciales han reducido los aranceles y flexibilizado los requisitos de seguridad para que los vehículos estadounidenses se vendan en el mercado japonés, pero aún así no ha sido suficiente para atraer a los consumidores.
En Europa, la situación no es muy distinta. Ford, que alguna vez vendió más de un millón de autos en el continente, ha visto caer sus ventas a sólo 426.000 unidades.
El cambio hacia modelos más grandes ha hecho que pierda terreno frente a marcas europeas con propuestas más acordes al gusto local. “No compramos Ford F-150. Nuestras carreteras no están diseñadas para eso”, afirmó a la agencia Reuters el ex CEO de Aston Martin, Andy Palmer.
Aun así, hay excepciones. Jeep, propiedad de Stellantis, ha logrado mantener su popularidad en Japón, gracias a modelos como el Wrangler, disponible con el volante a la derecha. Este tipo de adaptaciones, junto con estrategias de marketing localizadas, han demostrado que es posible conquistar ciertos nichos.
Trump también ha presionado a Corea del Sur, otro mercado difícil para los fabricantes estadounidenses. Allí, los autos estadounidense representan solo el 16% de las importaciones, dominadas ampliamente por marcas alemanas.
Mientras algunos fabricantes como GM buscan ganar terreno con vehículos eléctricos y versiones adaptadas a los mercados extranjeros, pese a ello la aceptación masiva aún parece lejana.