Alemania dará un paso inédito en Europa a partir de diciembre, ya que los autos de alquiler podrán conducirse de forma remota por operadores humanos. El servicio será implementado por la empresa berlinesa Vay y promete transformar la experiencia del carsharing tradicional.
La propuesta consiste en que el usuario solicite un auto mediante una aplicación y este llegará por sí mismo hasta su ubicación. Sin embargo, no se trata de un vehículo autónomo, sino de uno conducido a distancia por un operador que maneja desde un simulador con tres pantallas y mandos completos.
Los vehículos, actualmente modelos eléctricos Kia e-Niro adaptados, cuentan con cámaras en todo su perímetro, micrófonos y sensores que transmiten vibraciones del asfalto. La información llega en tiempo real al operador, quien controla dirección, acelerador y frenos como si estuviera en el propio vehículo.
Una vez entregado el auto, el cliente lo conduce con normalidad. Al finalizar el servicio, el operador retoma el control y lo conduce a la base o al siguiente usuario, eliminando así problemas como el aparcamiento y optimizando la flota.
El sistema permite además reducir costos hasta un 50% en comparación con el carsharing tradicional, según la compañía. Además, abre una nueva salida laboral para ex conductores de Uber, taxistas y camioneros que prefieren trabajar desde un entorno fijo.
Vay ya probó con éxito su tecnología en Las Vegas, donde completó más de 17.000 trayectos remotos en 2024. El respaldo legal en Alemania llegó con el nuevo Reglamento Federal de Tráfico por Conducción Remota, que establece los requisitos de seguridad y certificación de estos vehículos.
Los desafíos no son menores: se requiere de redes 5G estables y protocolos estrictos para garantizar seguridad. En esa línea, persisten dudas sobre la aceptación de los usuarios y la responsabilidad en caso de accidente, aunque las autoridades destacan que siempre habrá un humano al mando.
Si el servicio se consolida en Berlín, el modelo podría expandirse rápidamente a otras ciudades europeas, convirtiéndose en un paso intermedio entre el alquiler convencional y los futuros robotaxis autónomos.