El grupo automotriz Stellantis anunció un ambicioso plan de inversión de 10.000 millones de dólares en Estados Unidos, una estrategia destinada a recuperar terreno en el competitivo mercado norteamericano y revitalizar sus marcas más emblemáticas.
La medida contempla la reapertura de plantas, la creación de nuevos empleos y el lanzamiento de modelos que refuercen la presencia del grupo en estados como Illinois y Michigan, donde varias fábricas permanecen actualmente inactivas.
El programa, adelantado por Bloomberg, busca especialmente impulsar a Jeep, Dodge y Chrysler, las tres marcas que históricamente han sostenido la identidad estadounidense del grupo. La inversión será distribuida en dos fases: una primera de 5.000 millones ya asignada y una segunda de igual monto que será anunciada oficialmente esta semana.
El nuevo consejero delegado, Antonio Filosa, nombrado en mayo, lidera esta etapa de reestructuración tras las pérdidas de cuota de mercado sufridas bajo la gestión anterior de Carlos Tavares. Filosa ha planteado una estrategia centrada en el renacimiento de los productos más representativos de la compañía, apostando por el rendimiento, la identidad de marca y la rentabilidad a largo plazo.
Uno de los proyectos más llamativos del plan es el posible regreso de los muscle cars con motor V8 bajo la insignia de Dodge. Según fuentes cercanas a la empresa, se evalúa incorporar un nuevo propulsor V8 en futuros modelos Charger, tras el fracaso comercial del Charger Daytona EV y la tibia recepción de los motores Hurricane de seis cilindros.
Aunque Dodge había señalado anteriormente que el motor Hemi V8 no cabría en la nueva plataforma STLA Large, el propio director ejecutivo de la marca, Matt McAlear, dejó abierta la puerta este año al afirmar: “No se sorprendan si cabe”. La frase encendió las expectativas de los aficionados que ven en el retorno del V8 una forma de recuperar la esencia clásica de los muscle cars estadounidenses.
Además de Dodge, la inversión también contempla fortalecer la línea de Jeep y, a largo plazo, relanzar Chrysler con una gama renovada. Los directivos creen que la división estadounidense tiene el mayor potencial para sanear las finanzas globales del grupo y devolver a Stellantis su peso histórico en el mercado norteamericano.
En paralelo, el fabricante busca mitigar los efectos de los aranceles impuestos en EE.UU., siguiendo una tendencia que ya adoptaron otras automotrices como Hyundai, que anunció una expansión de 26.000 millones de dólares en el país hasta 2028.
El impulso ya muestra sus primeros resultados: las entregas de Stellantis en Estados Unidos aumentaron un 6% en el último periodo, con 324.825 vehículos vendidos. Con esta nueva inyección de capital y el posible regreso de un Dodge V8, el grupo busca no solo recuperar rentabilidad, sino también reconectar con el espíritu que lo convirtió en un símbolo de la potencia automotriz estadounidense.