Iván Morales es el protagonista de una enorme polémica. Al delantero de Colo Colo se le acusa de organizar agitadas fiestas clandestinas en plena pandemia que terminaban incluso con fuegos artificiales en el balcón de su departamento en Las Condes. Los vecinos le tienen miedo, aseguran que con alcohol se vuelve una persona agresiva. El alcalde Joaquín Lavín se hará parte de la querella.
El futbolista de 21 años ha recibido importantes halagos por sus condiciones, pero no termina de consolidarse. Esta no es la primera vez que se ve inmerso en situaciones controversiales.
Pablo Guede lo subió al primer equipo en el 2016 y en su debut anotó ante Huachipato por la Copa Chile. Un mes después, le convertía a Palestino por el Torneo Nacional. La ilusión crecía rápido en el Monumental. El juvenil mostraba aptitudes y desparpajo. Sin embargo, dejó de aparecer en las convocatorias. Guede lo devolvió a las cadetes.
"Me falta madurar fuera y dentro de la cancha. Me faltan muchas cosas. No creo que haya sido por mi personalidad, pero si hubo una baja en mi rendimiento, cosa que hay que aceptar. Fue fuerte, obviamente. Verte con los mejores jugadores del país y después bajar a entrenar es complicado. A todo jugador juvenil le toca. Bajé el rendimiento. A lo mejor me pude haber relajado. Me di cuenta de las cosas. Me hizo bien", explicó el propio Morales tiempo después.
Esteban Paredes lo apadrinó. Compartía concentración con el canterano y le hablaba bastante. "Ya Iván tienes que jugar tú porque ya tienes que empezar a quitarme el puesto, tienes que despegar", le dijo una vez.
Sin embargo, Morales seguía haciendo más ruido fuera de la cancha que dentro de ella. Lo desafectaron de la selección sub 20 antes de jugar amistosos contra Uruguay y Paraguay en 2018. La ANFP habló de "motivos familiares", pero en el aire estaba el rumor de una nueva indisciplina.
El despegue no llegaba. La situación empeoró con Mario Salas en los albos. El "Comandante" lo ubicaba de extremo y le daba pocos minutos. Muchas veces ni siquiera lo llevaba al banco de suplentes. En la previa de un partido con Curicó, trascendió que había llegado con hálito alcohólico a un entrenamiento.
Sus representantes comenzaron a presionar. Decían que tenían una oferta del Sporting de Gijón para llevárselo a préstamo a España. Morales lanzó un potente mensaje a la dirigencia.
"La cláusula que tengo es alta, pero creo que el club tiene que pensar que no puedo jugar 2 o 3 partidos. Ojalá no piensen en ellos y piensen en mi carrera. Quiero partir, hace tiempo que vienen pasando cosas y el club le da prioridad a jugadores que vienen de fuera. Quiero jugar y tener continuidad, si no se puede en Colo Colo, en otro club", afirmó.
Poco tiempo después, sufrió una grave lesión. Rotura de ligamentos de la rodilla y seis meses afuera. Con Gustavo Quinteros ha agarrado algo de continuidad. El técnico ha alabado sus condiciones.
"Cuando esté al 100% podrá pelear hasta un puesto en la selección, le daremos las posibilidades cuando las merezca tener. Está mejor en la parte futbolística, le damos confianza y lo está aprovechando al máximo", comentó el DT la semana pasada.
Pero uno de los grandes problemas con que la ha tenido que lidiar es con su tendencia a subir de peso. Después del sudamericano Sub 20 de 2017, se responsabilizó por haber vuelto a los entrenamientos de los albos en mala forma.
"Más que la preparación en la selección o acá, fue un descuido mío. Debí ser más profesional y reconocer como trabaja mi cuerpo. Bajé de peso y estoy a punto en la parte física", expresó.
Luego de convertirle a Antofagasta su único gol en este torneo, Morales aseguró que era el momento de ponerse bien y explotar. De momento no es más que otra promesa estrellada. En 55 partidos solo lleva 11 goles. Demasiadas controversias para una carrera tan corta y un talento que solo aparece a cuentagotas.