Minuto 90+3 en el Giuseppe Meazza. Barcelona gana 3-2 y con eso pasa a la final de la Champions League.
Pero nada estaba escrito aún...
Denzel Dumfries la luchó por derecha y sacó un centro rasante que encontró a Francesco Acerbi en el corazón del área. El defensor estaba de "9" y con un toque preciso puso el 3-3.
Algarabía total del italiano de 37 años, que se sacó la camiseta y corrió dando vueltas
celebrando un gol que a la postre fue trascendental.
En Barcelona no quedaron nada contentos con la celebración desaforada de Acerbi. Incluso se filtró un video en redes sociales que muestran a Íñigo Martínez lanzándole un escupitajo al central cuando anteriormente Hakan Calhanoglu marcó el 2-0.
El propio futbolista catalán salió a aclarar la situación: "No ha ocurrido nada. Simplemente, me lo ha celebrado en la oreja. Una reacción mía innecesaria, pero en ningún momento se lo he tirado a él. El escupitajo ha ido a un metro y, si no, me hubieran expulsado".
Pero lo cierto es que el gol de Acerbi forzó la prórroga y en ese periodo el Inter se hizo más fuerte, para ganarlo finalmente por 4-3 con el tanto de Davide Frattesi a los 99'.
El héroe Acerbi
La historia de Acerbi llama la atención. Curiosamente, fue formado en la cantera del Milan, el máximo archirrival del Inter.
Su historia de vida es increíble. Superó dos veces el cáncer. La primera de ellas fue en julio de 2013, cuando tuvo que ser operado de urgencia por un tumor en los testículos. Se recuperó y volvió a jugar ese mismo año, pero recayó...
Su fortaleza le permitió volver nuevamente.
Jugó en Sassuolo, Lazio y en 2022 fichó en el Inter. Además, se proclamó campeón de la Eurocopa 202 con Italia.
Para Acerbi el cáncer "fue su suerte". Así lo explicó en una entrevista con el medio 'L'Ultimo Uomo', en la que además reconoció sus problemas con el alcohol.
"El cáncer fue mi suerte. Doy gracias a Dios por tenerlo. Un día comencé a gritar ¡sal de mi cuerpo!, pero, seguía haciendo mi vida habitual. Bebía, salía hasta las 7.00 horas de la mañana", contaba.
Acerbi comentaba que "no me respetaba, no respetaba mi trabajo, ni a quienes me pagaban. A menudo llegaba al entrenamiento 'achispado', sin haberme recuperado de los efectos del alcohol. Físicamente me encontraba bien porque siempre he sido fuerte. Me valía con dormir un poco para rendir".
El defensor central se confesó: "Sin la enfermedad habría acabado jugando en la Serie B o, tal vez, me habría retirado. Por fortuna alguien de ahí arriba me amaba y me envió la enfermedad. Sin ella hubiera terminado muy mal. Nadie me hubiera salvado. Estoy satisfecho de la persona en la que me he convertido a pesar de todas mis deficiencias".
"Un año después de mi enfermedad me desperté con un ataque de pánico. Tenía miedo de mi sombra. Entonces empecé a pensar en las oportunidades que había desperdiciado", cerraba el relato Acerbi.
El italiano tiene otra oportunidad de tocar la gloria eterna de Europa. Ya disputó la final ante el Manchester City que el Inter perdió en 2023. Tendrá su segunda chance.