SANTIAGO.- Bandas punk hay muchas, pero pocas están en condiciones de dar cátedra. Bad Religion es una de ellas. El grupo estadounidense por primera vez tocó en el Parque O'Higgins este domingo en la tarde, alzando el estandarte de único exponente punk presente en el festival este año.
Greg Graffin y compañía estuvieron por 60 minutos sobre uno de los dos escenarios principales del encuentro organizado por Perry Farrell. Durante una hora resumieron la extensa discografía de sus ya 36 años de carrera, con muestras de los discos más aplaudidos. Entre el repertorio estuvieron los infaltables Recipe for Hate, Suffer y Stranger than Fiction.
El último trabajo de la banda, True North, fue editado hace tres años, pero no usaron la plataforma Lollapalooza para promocionarlo en Chile. Esos son los lujos que se puede dar una leyenda de la rebeldía punk. Y aunque los años ya se han manifestado en el cuerpo de Graffin, eso no ha alterado en nada su voz.
La potencia del punk rock de Bad Religion fue antecedida por el dúo estadounidense Twenty One Pilots. La llamativa propuesta de esta dupla la dejó, hasta ahora, en un punto alto frente a la audiencia local. El uso de máscaras, que hasta hace unos años atrás sólo identificaba al colectivo Slipknot, es solamente una parte del sello del grupo. Su show en esta edición de Lollapalooza estuvo marcada por un bien elegido setlist, que contempló sus cuatro discos e hizo hincapié en el último, Blurryface, de 2015.
Mientras Bad Religion y Twenty One Pilots tocaban en el centro del Parque O'Higgins, en los escenarios aledaños el público repletaba la capacidad para ver a Seed y Odesla. Lo mismo ocurrió con los otros espacios cerrados de Lollapalooza: el Teatro La Cúpula y el Movistar Arena. En el primero estuvo Stone Giant, mientras que en el segundo se vieron los shows de Matthew Koma y Gramatik.