Warner Bros. Entertainment
SANTIAGO.- Denis Villeneuve era una carta ganadora. El cineasta canadiense que ha maravillado con su cámara en los últimos años fue la elección para hacerse cargo de un emblema de la historia del cine y la ciencia ficción: la secuela de "Blade Runner" (1982).
Su último paso por el género fue en la exquisita y compleja historia sobre el lenguaje y el amor en "La llegada" (2016), que recibió siete nominaciones al Oscar, incluido Mejor película y Mejor director.
Pero Villeneuve con "Blade Runner 2049" tenía que manejar las riendas de un universo preconcebido, con una fanaticada firme y exigente ante una pieza de culto que transformó el cine noir y de ciencia ficción.
Y así es como a la llegada de la película, que cuenta con Ridley Scott en la producción ejecutiva, surge la impresión de una trama que los estudios supieron mantener exitosamente oculta, y que ha dividido a la crítica en cuanto a su justificación.
"Blade Runner 2049" se ambienta nuevamente en la atestada ciudad de Los Angeles, pero casi 30 años después de los hechos relatados en su antecesora. El guión de Hampton Fancher —uno de los responsables de la original— y Michael Green instala a un nuevo protagonista, el oficial K (Ryan Gosling).
En su búsqueda por replicantes obsoletos, el agente descubre un hecho insólito que puede cambiar la historia de los seres artificiales que habitan la desmejorada Tierra. En eso, debe encontrar al antiguo blade runner Rick Deckard (Harrison Ford) para responderse más preguntas acerca de lo que sabe.
Villneuve hace una sigilosa presentación de lo que conocemos como suyo, pero esta secuela de "Blade Runner" se maneja por sí sola. Y es por eso que quizás parece desparramarse en una excesiva duración (163 minutos) y con escenarios meramente contemplativos y superficiales.
Y si así como acá se sumaron a la fiebre de resucitar clásicos del cine, traer a la vida a Rick Deckard tiene su solvencia en la teoría. Pero en la práctica, la aparición de Ford como un hombre acabado por las circunstancias decepciona en torno a la búsqueda y el reconocimiento de la figura potente que representó en la primera entrega, algo que no logra la actuación plana de Gosling.
Pero acompañado del ojo de Villneuve, va el múltiple nominado de la Academia Roger Deakins ("Fargo", "Skyfall"), otra carta valiosa del mazo y que aporta al juego una rica fotografía, también descabellada, pero profunda.
Otro acierto técnico fue la musicalización de Hans Zimmer ("El rey león") y Benjamin Wallfisch ("Talentos ocultos"), dos grandes exponentes de Hollywood. El retro-futuro que plantea el mundo, va bien acompañado de composiciones crudas, escalofriantes y, obviamente, de un matiz puramente futurista.