SANTIAGO.- "Bajo impenitente/ lluvia derramada/ Dónde irá la pobre/
Catalina Parra./ ¡Ah si yo supiera!/ Pero no sé nada/ Cuál es tu destino/ Catalina Pálida".
Nicanor Parra cursaba estudios en Física y Mecánica en Estados Unidos cuando escribió estos versos para su primogénita, quien lo esperaba en Chile. Luego, las cosas se invertirían cuando Catalina decidiera radicarse en Norteamérica mientras su padre vivía la vejez en Las Cruces. Pocos días antes de su muerte, Catalina, de 78 años, llegó para despedirse. "Yo tenía el presentimiento que, después de que nos viéramos, él iba a partir", cuenta en una entrevista publicada hoy en la
Revista Ya.
La artista despeja una interrogante que muchos se hicieron tras la muerte del antipoeta, a los 103 años. ¿Por qué decidieron velar a Parra en la Catedral de Santiago? Su hija mayor responde: "Eso lo peleamos mi hija y yo, porque querían una ceremonia privada y nosotras considerábamos que debía ser un acto público. [...] Yo creo que mi papá lo estaba pasando chancho en la Catedral. Él fue muy irreverente, pero por otro lado, extremadamente religioso. Escuchaba cantos gregorianos, adoraba la liturgia católica como ritual y le gustaban las misas en latín".
No es el único
desencuentro que Catalina deja entrever entre ella y sus medios hermanos Colombina y Juan de Dios "Barraco". La primogénita de Parra explica que la parcela en La Reina era un lugar muy ordenado antes de que ella dejara el país. "Cuando vinimos en 2012 estaba en un estado de deterioro y abandono. Estaba todo abierto, se podían llevar lo que quisieran.
Yo quise hacer un inventario y Colombina, Barraco y Tololo se negaron".
Isabel Soler, su hija, agrega: "Nosotros siempre hemos trabajado, siempre nos esforzamos para estudiar, nos hemos esforzado para tener nuestro propio dinero ¿ya? Y los hermanos de mi mamá, el Barraco, la Colombina, el Tololo y toda esa gente ha vivido de mi abuelo. Ellos han vivido de la casa familiar, han vivido de la plata que mi abuelo hacía. Ese estilo de vida hippie fue financiado por un abuelo y un papá muy viejo".
La tensión entre los
herederos vaticina los problemas con los que se encontrarán a la hora de repartir los bienes de Parra. "No se ha hablado nada", adelanta Catalina.
"Ojalá que no tuviera que gastarse una fortuna en abogados y que terminamos con esto en un show terrible. Son seis hermanos y diferentes ramas de la familia, va a ser delicada la tarea", concluye Isabel.
Catalina Parra y su hija Isabel en el velorio de Nicanor, en la Catedral de Santiago.
