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Tras artículo de diario madrileño: Lingüistas nacionales afirman que el español que se habla en Chile "no es la peor variante"

De todas formas, admiten que nuestra variante del idioma "está más aislada" del resto de los países hispanoparlantes y que "es muy propia de nosotros".

02 de Diciembre de 2021 | 16:45 | Por Natacha Ramírez, Emol
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Las expertas chilenas destacan la "riqueza lingüística" que hay en nuestro país.

El Mercurio (Imagen referencial)
SANTIAGO.- El diario "El Mundo" de España dedicó un artículo a analizar el tipo de español que se habla en Chile, catalogándolo como el más cambiante y difícil de clasificar entre los países hispanoparlantes. La nota –titulada "El español de Chile: la gran olla a presión del idioma"– señala que entre los matices que tiene ese idioma en las distintas zonas geográficas, "un caso llama la atención: el del español que se habla en Chile, el más difícil de clasificar, el más reconocible por su melodía, por sus modismos y por lo que tiene de disruptivo".

La publicación advierte de "la velocidad con que cambia (en Chile) el lenguaje oral y escrito, el léxico y también la morfología y la fonética (...) y la relación cada vez más laxa que los hablantes tienen con la norma". También explica que, debido a su aislamiento natural, "el español de Chile siempre fue diferente, desde la época de la colonia", que acá nunca ha habido resistencia a los anglicismos y que también está muy permeado por las lenguas indígenas y los otros idiomas de la inmigración europea: alemán, croata e italiano.

Emol consultó a dos lingüistas chilenas sobre este peculiar análisis que realizó el medio madrileño a nuestra forma de hablar, y ambas coinciden en resaltar que el de Chile “no es el peor español”, aunque en la práctica resulte más difícil de asociar al de otros países hispanoparlantes.

"Haciéndole clases a estudiantes extranjeros, ellos me dicen que no sabían si venir a Chile porque casi que hablábamos un idioma diferente al español. Es una mala imagen súper injusta que nos hemos ganado porque siempre decimos que hablamos mal y eso no es cierto (...) es una percepción muy equivocada pensar que hablamos la peor variante del español"

Gloria Toledo, jefa del Programa de Español UC
Estoy de acuerdo con que nuestra variante del español está cambiando bastante rápido, no sé si es la que cambia más rápido... Pero algo que me parece súper importante es que esto no hace de nuestra variante del español una peor variante, esto no implica que nuestro español sea el más raro, el más difícil de entender, que nosotros seamos las personas que peor hablan o que tenemos menos vocabulario; no significa eso, significa que es una lengua viva”, explica la lingüista Gloria Toledo, jefa del Programa de Español UC.

La académica comenta que “haciéndole clases a estudiantes extranjeros en la Católica, ellos me dicen que no sabían si venir a Chile porque casi que hablábamos un idioma diferente al español”. “Es una mala imagen súper injusta que nos hemos ganado porque siempre decimos que hablamos mal y eso no es cierto. Somos garabateros, es verdad, relajamos la pronunciación, pero es cosa de acostumbrar el oído a la variante que estamos escuchando; es una percepción muy equivocada pensar que hablamos la peor variante del español”, subraya.

Nuestra variante del español "está más aislada" en el continente


Dice una característica propia es que “los chilenos tienden mucho a identificarse gracias a la lengua; es decir, como yo hable me va a ubicar en un determinado sector etario: si soy joven, si soy vieja, si soy de mediana edad; en un determinado sector socioeconómico: los cuicos, los flaites, la gente supuestamente del medio; podemos hablar distintos lenguajes según profesiones u oficios... hay una riqueza lingüística ahí que tiene que verse como tal, como riqueza, no desde el punto de vista de que sea una mala calidad de nuestro español”.

"Los uruguayos y argentinos es difícil diferenciar de dónde son; también cuesta diferenciar dentro de la zona del caribe; en la zona andina –Ecuador, Perú, Bolivia– uno distingue, pero no es tan fácil. En cambio, nuestra forma de hablar es muy propia de nosotros (...) He escuchado que el español de canarias es un poco parecido a la variante chilena, en término fonéticos"

Gloria Toledo, lingüista
Lo que sí se podría decir de nuestra variante idiomática –según la experta– es que ésta “está más aislada” respecto de los otros países hispanohablantes: “Uno puede establecer, por ejemplo, la zona del plata, los uruguayos y argentinos es difícil diferenciar de dónde son; también cuesta diferenciar dentro de la zona del caribe de dónde es cada uno; en la zona andina –Ecuador, Perú, Bolivia– uno distingue, pero no es tan fácil…”

En cambio, “a mí sí me parece que nuestra forma de hablar (en Chile) es muy propia de nosotros (…) He escuchado que el español de canarias es un poco parecido a la variante chilena, en término fonéticos”, comenta.

"Hablamos rápido (...) y somos bastante influenciables"


La lingüista Ana Vine, directora del Programa de Español como Segunda Lengua de la Universidad de Concepción, parte señalando que “todas las variantes del español cambian, porque es un idioma vivo”. Dicho eso, admite que en Chile “tenemos aspectos propios que son reconocidos a nivel internacional y que tienen que ver con que hablamos rápido, tenemos esa entonación muy cantadita, usamos muchos modismos, eso es propio de Chile (…) También nos comemos algunas pronunciaciones, como la ‘d’ intervocálica, las ‘s’ y agregamos el ‘po’ a todo, que para los extranjeros al principio es un poquito chocante”.

"Yo trabajo bastante con extranjeros y, efectivamente, el asunto de la pronunciación, el uso frecuente de expresiones idiomáticas (modismos), complica bastante a la persona que viene de un país no hispanohablante e incluso a los que vienen de países hispanohablantes"

Ana Vine, directora Programa de Español como Segunda Lengua U. de Concepción
Cuenta que “yo trabajo bastante con extranjeros y, efectivamente, el asunto de la pronunciación, el uso frecuente de expresiones idiomáticas (modismos), complica bastante a la persona que viene de un país no hispanohablante e incluso a los que vienen de países hispanohablantes. Por ejemplo, la semana pasada un estudiante me decía que no entendía un verbo en español: ‘querís salir’, porque buscaba ‘querís’ y no lo encontraba, entonces tuve que explicarle…”

También coincide en que somos más “laxos” a la hora de incorporar los anglicismos. “Yo creo que existe esto de ser más laxo y nos hemos creído ese cuento de que lo anglo como que suena bien, lo llegamos y lo tomamos, somos bastante influenciables. Eso no pasa en otros países; ellos lo toman y lo adaptan, nosotros no”, señala.

Con todo, coincide en que “no se puede hacer un juicio de valor” respecto de nuestro español. “No hay lengua que sea más mala o más difícil que otra, aunque en Chile existe esa creencia de que hablamos mal, pero eso es parte de nuestra riqueza lingüística, es parte de nuestra identidad”, afirma.

Influencia de los fenómenos sociales y las RRSS


Ambas lingüistas coinciden con el artículo del diario madrileño en que los cambios sociales que ha habido en Chile en los últimos años –desde la irrupción del movimiento feminista al estallido social– han acelerado o hecho más visibles los cambios en el lenguaje.

“A partir del estallido, las redes sociales también estallaron en opiniones, con mensajes que hicieron que se manifestaran formas de lenguaje que a lo mejor pertenecían a subgrupos que no conocíamos tan masivamente. Ahí se potenció el lenguaje inclusivo, un lenguaje más coloquial, palabras nuevas, la misma palabra ‘estallido’ adquirió una nueva dimensión, cuando se hablaba de ‘la primera línea’, que es una expresión que empezó a usarse después en los hospitales con la pandemia. Son conceptos, términos, que nacen, que se masifican y yo creo que las redes han jugado un papel súper trascendente en eso”, comenta Gloria Toledo.

“Esto también tiene que ver con los fenómenos sociales en Chile, que han tenido un impacto; viene desde el movimiento feminista, de las protestas de 2018, 2019, como que ahí se empezó a cuestionar un poco el uso de la lengua”, señala, por su parte, Ana Vine.

La académica también dice que “coincido bastante con este artículo en que, efectivamente, el habla informal y coloquial se ha instalado en lo que antes era el ámbito culto” y que “hoy en la academia, en los recintos educativos, es bastante probable que el mismo docente haga uso de estructuras de esta naturaleza”.
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