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Perfil: Michel Temer, el "negociador en las sombras" que llega a la Presidencia de Brasil

Con una amplia trayectoria y un gran manejo político, este abogado logró posicionar a su partido en lo más alto del país sudamericano, para finalmente proclamarse como jefe de Estado.

12 de Mayo de 2016 | 17:12 | DPA
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Temer junto a Rousseff. Según el Presidente interino, sólo era un vicepresidente "decorativo".

EFE
BRASILIA.- El abogado brasileño Michel Temer se convirtió hoy en el presidente interino del país pese a que hasta hace muy poco era prácticamente un desconocido para la población y tras haber sido durante cinco años, según sus propias palabras, un "vicepresidente decorativo" en el Gobierno de Dilma Rousseff.

Discreto y conciliador, el político de 75 años, casado en terceras nupcias con una bella modelo de 32, se mueve con astucia entre bambalinas pero carece del don de apasionar a las masas.

Una encuesta reciente confirmó lo desconocido de su figura, siempre impecable y de gestos contenidos: sólo entre el uno y el dos por ciento de la población estaría dispuesto a votar por él en las elecciones de 2018.

A lo largo de más de tres décadas de vida política, el reconocido constitucionalista tejió en las sombras una red de poder que hoy lo alzó al puesto de Presidente interino.

Su llegada al Palacio de Planalto en Brasilia no fue a través de las urnas, sino después de que el Senado aprobara la apertura de un juicio político a la Presidenta Rousseff y la apartara temporalmente del cargo.

Será un mandato interino, pero con plenos poderes, por un plazo máximo de 180 días y perspectivas de extenderse hasta el término del mandato, en 2018, si finalmente Rousseff es destituida de forma definitiva.

En Brasilia se dice que el elegante político tiene una cinta métrica en la lengua con la que mide cada palabra que sale de su boca. "Piensa diez veces antes de decir 'buen día'", comentan analistas que conviven en los pasillos de la capital brasileña con este dirigente católico que frecuentó en el pasado logias masónicas.

Al margen de su vida política, en la que se muestra más calculador que sentimental, Temer reforzó su aura misteriosa al publicar en 2013 un libro de poemas de título sugerente, "Anónima Intimidad".

Goza además de una especie de blindaje que lo mantuvo al margen de denuncias de corrupción que involucran a decenas de políticos, entre ellos destacados correligionarios de su Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).

Fue muchas veces mencionado en escándalos, pero por el momento no ha sido denunciado formalmente y no se sabe si en algún momento será investigado.

Fueron su capacidad de conciliar posiciones antagónicas y el poder que le confirió al PMDB, que preside desde hace 11 años, las cualidades que lo llevaron a ser vicepresidente de Rousseff en las elecciones de 2010 y repetir en 2014.

Nacido el 23 de septiembre de 1940 en la ciudad de Tieté, en el interior de Sao Paulo, como el octavo hijo de una pareja de inmigrantes libaneses, Temer comenzó su carrera política en 1983, y dos años después asumió la Secretaría de Seguridad Pública de Sao Paulo. A partir de 1987 ejerció seis mandatos consecutivos como diputado federal y presidió la Cámara Baja en tres legislaturas.

Fue en el Poder Legislativo donde el político, padre de cuatro hijos, urdió las redes que hicieron que su partido dirija hoy las Cámaras de Diputados y Senadores aún cuando no presenta un candidato propio a la Presidencia desde 1994.

"El PMDB no es Gobierno, pero ningún Gobierno gobierna sin el PMDB", es la frase que define al partido centrista que lleva el ADN de su máximo líder.

También fue en el Congreso donde en uno de los escasos altercados públicos en los que se le vio alzar la voz, Temer recibió el mote que lo persigue hasta hoy: "Mayordomo de una película de terror".

Curiosamente, el hombre parco en palabras que cultiva el silencio protagonizó indiscreciones, para muchos premeditadas, a lo largo del proceso que acabó en la ruptura de la alianza entre el PMDB y el gobernante Partido de los Trabajadores (PT). Un "divorcio" que precipitó el "impeachment" de Rousseff.

Una de ellas sucedió en agosto, con una frase dicha en público e interpretada como una autoproclamación como "salvador de la patria": "La situación del país es grave. (...) Se necesita alguien con capacidad para reunificar el país".

Otra en diciembre, con una carta a Rousseff plagada de reproches que se filtró a la prensa por razones que se desconocen. Fue en esa misiva -más dramática que política-, en la que se adjudicó el papel de "vice decorativo", en referencia a sus funciones casi ceremoniales.

Premeditados o no, los episodios precedieron la salida del PMDB del Gobierno, lo que dio lugar a una fuga de aliados que hoy son opositores al PT y se preparan para ocupar cargos y ministerios en el nuevo Gobierno.

Un Ejecutivo que fue metódicamente preparado en los últimos días con una calculada mezcla de reserva e imprudencias presuntamente involuntarias para sentar en el sillón presidencial al ahora presidente en ejercicio del mayor país de Sudamérica.
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