BRASILIA.- El Presidente Michel Temer insistió en que el creciente escándalo de corrupción que afecta a su gobierno no paralizará a Brasil en momentos en que el país lucha por salir de la peor recesión de su historia.
"Brasil no se detiene", dijo en una entrevista emitida el sábado en la televisión española TVE previo a la visita el lunes del Presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, al gigante sudamericano.
"Los actos de corrupción no paralizarán al país", afirmó.
Temer, que supuestamente presidió una reunión en la que la constructora Odebrecht acordó pagar millonarios sobornos a su partido PMDB, dijo que esas acusaciones eran "desagradables".
No obstante, se esforzó por apoyar al juez de instrucción, Sergio Moro, que lidera la enorme investigación judicial conocida como "Lava Jato".
Moro "cumple" con su papel, dijo Temer, quien agregó que evitará criticar una ola de nuevas pesquisas porque "podría interpretarse como un deseo de cerrar (la investigación) Lava Jato".
Ocho de los ministros de Temer fueron sometidos a investigación la semana pasada por su presunta participación en una extensa red de malversación y sobornos, en la que Odebrecht y otras compañías pagaron a políticos para obtener contratos con la petrolera estatal Petrobras.
Una tercera parte de los senadores y 39 diputados también fueron sometidos a investigación.
Esto complica los esfuerzos de Temer para que el Congreso apruebe reformas de austeridad de gran alcance, que incluyen achicar el costoso sistema de pensiones.
El escándalo también ha contribuido a los nervios de los inversores ya que está previsto que Brasil, uno de los mayores mercados emergentes del mundo, salga este año de la recesión de más de dos años.
Temer ascendió al poder en 2016 después de que la presidenta Dilma Rousseff fuera destituida tras un controvertido juicio político, acusada de maquillar las cuentas públicas, y afirmó que permanecería en el poder hasta que se elija un nuevo presidente en octubre de 2018.
En tanto que presidente, Temer tiene inmunidad ante eventuales acusaciones por supuestos crímenes que se hubieran cometido antes de su llegada al poder.
Sin embargo, aunque no esta bajo investigación formal, el presidente ha tenido que ponerse a la defensiva por acusaciones según las cuales Odebrecht habría acordado pagos por sobornos de al menos de 40 millones de dólares en una reunión en su despacho en 2010.