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Soldado colombiano cuenta cómo fue combatir en la guerra de Ucrania: "El país ha resistido gracias a la gente del extranjero"

Ferris Wolff estuvo seis meses en el frente de batalla. En diálogo con Emol, detalla cómo fue el proceso de reclutamiento y sus ganas de volver.

12 de Marzo de 2023 | 07:12 | Por Ramón Jara A., Emol
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Cortesía
Es casi la medianoche y Ferris Wolff atiende la videollamada de Emol. Llegó hace pocos minutos a su hogar en Santiago, después de trabajar todo el día. Colombiano de nacimiento, volvió a vivir a Chile hace dos meses luego de pasar por una de las experiencias más extremas de su vida: combatir en la guerra de Ucrania. Una decisión que nadie le obligó a tomar y que muchos pensarán fue una locura, pero aquí explica sus razones para enlistarse y arriesgar su vida a más de 13.000 kilómetros de distancia.

Febrero de 2022 y Ferris -cuyo nombre real prefirió no revelar- llevaba viviendo dos años en Chile después de un largo recorrido que lo había llevado a lugares tan distintos como Francia, Brasil y Paraguay. En Santiago trabajaba como delivery, cuando vio por la televisión las noticias de la invasión rusa de Ucrania. Su interés creció cuando el 26 de febrero, dos días después del inicio de los ataques, el Presidente ucraniano Volodimir Zelenski anunciaba la creación de una legión internacional, que reclutaría a soldados de todas partes del mundo.

El llamado le atrajo. Al menos ya contaba con experiencia: durante nueve años sirvió como suboficial del Ejército colombiano y combatió contra las guerrillas. Su caso no es aislado, ya que muchos de sus compatriotas siguen combatiendo en otros conflictos armados de todo el planeta, recibiendo buenos pagos.

Se comunicó con un viejo amigo que ya estaba en Ucrania. "Primero sólo fueron incorporando personas que hablaran inglés, pero mi amigo me dijo que de todos modos preguntara en la embajada ucraniana en Santiago. Yo fui, pregunté, me hicieron una pequeña entrevista ahí, me preguntaron mi experiencia militar, yo llevé mis documentos y de inglés no me dijeron nada, 'no hay ningún dilema, usted puede presentarse'", afirma.

Tras la entrevista, Ferris recibió un documento "que es como un salvoconducto para moverse por migración". Luego vendió todas sus pertenencias, incluida su moto, compró los pasajes y se fue. Buscó el vuelo más económico posible y prácticamente "recorrí el mundo entero". Salió de Santiago rumbo a Ciudad de México, luego Madrid, Viena y finalmente Cracovia, donde llegó a fines de marzo.


Una vez en la capital polaca, Ferris se comunicó con una reclutadora, cuyo contacto le había dado su amigo. "Le escribí por WhatsApp y ella me pidió el pasaporte. No sé si hacen un pequeño filtro de inteligencia porque demoraron una hora en responderme. Ella hablaba español, me dijo que tenía que estar pendiente al WhatsApp", explica.

La reclutadora le hizo preguntas de seguridad: "Quién me dio el número, si tenía documentos que acreditaban que fui militar en Colombia, dónde vivía, fotos de los pasajes. Todo el recorrido, toda la bitácora".

Una vez que pasó el filtro le dieron las coordenadas. Llegó a una ciudad cuyo nombre no dio por razones de seguridad ya que aún siguen reclutando. Ahí, un auto lo esperaba en la estación de trenes y lo llevó al centro de incorporación. Comenzaba su primera experiencia combatiendo en el extranjero.

Los combatientes llegan primero a Polonia para iniciar la fase de reclutamiento. Desde ahí se mueven a Ucrania

"Llego a esta ciudad y ahí comienza la incorporación. Ahí me encuentro con británicos, surcoreanos, canadienses, colombianos, argentinos, muchísimas nacionalidades. Ahí empieza un pequeño proceso", explica Ferris. En el centro de incorporación, además, pasaron por un chequeo médico y recibieron techo y alimentación.

No sorprende la variedad de nacionalidades. La gran mayoría de los soldados extranjeros cuenta con amplia experiencia militar y recibe un sueldo por su participación en Ucrania. De acuerdo al relato de Ferris Wolff, podían percibir entre 1.000 y 3.300 euros mensuales, dependiendo de las labores encomendadas y de factores como el idioma: por ejemplo, quienes hablaban ucraniano o ruso eran más requeridos.

Vida en el frente

La tensión, cuenta, se vive desde el primer día. No tenían aún uniforme y ya debían estar pendientes de los bombardeos rusos. "Todas las noches suena la alarma de ataque aéreo. Una vez sonó hasta siete veces, y la orden es bajar al búnker", afirma, y asegura que aquellos que tenían más experiencia en batalla "estábamos más acostumbrados".

Ahí también, añade Ferris, comienzan a flaquear los inexpertos: "Hay gente que, empezaron un año de servicio o tenían poco conocimiento y creían que iban a ir a jugar 'Call of Duty'. Cuando estaban allá, les entregaban el armamento y cuando había que hacer el despliegue entraban en shock".

Ferris comparte en sus redes sociales imágenes de lo que vio en Ucrania (Foto: Cedida).

Tras un intento fallido de formar un contingente latino al alero del conocido Batallón Azov -fuerza de reserva de las FF.AA. de Ucrania a la cual acusan de tener entre sus filas a miembros neonazis-, Ferris Wolff logró unirse a la legión internacional junto a otros soldados colombianos. Pero antes de ir al frente de batalla tuvieron que pasar por un entrenamiento de aproximadamente un mes que les sirvió para adaptarse al armamento ucraniano, mayoritariamente de origen soviético, algo desconocido para ellos.

La unidad de Ferris partió con solo 7 personas, pero luego fue sumando contingente, superando la veintena. "Lo que se hizo fue reclutar en su mayoría gente latina que hubiera estado en el Ejército, revisamos su hoja de vida, su currículum. Entonces, cuando nosotros nos dimos cuenta teníamos gente de todas las nacionalidades de Latinoamérica, pero muy profesional, gente que estaba metida en el cuento", explica.

Incluso conoció a tres chilenos, "un carabinero que era del norte, otro hombre que sirvió en la parte humanitaria y después estuvo en el frente de batalla y el tercero sigue enlistado, que era de la FACh".

Luego vino la acción. "Sufrimos muchos bombardeos", dice Ferris, quien cuenta que los peores momentos era aquellos en los que había un silencio prolongado, porque sabía que en cualquier momento podría caer el bombardeo. "Los domingos no sé si los rusos se levantaban tarde o iban a misa, pero los domingos en la mañana nunca había ataques", recuerda.

"Hay gente que, empezaron un año de servicio o tenían poco conocimiento y creían que iban a ir a jugar 'Call of Duty'. Cuando estaban allá, les entregaban el armamento y cuando había que hacer el despliegue entraban en shock"

Ferris Wolff
Y el ataque de los drones era implacable. "Uno con el tiempo empieza a trabajar el oído", asegura Ferris, quien confiesa: "Yo le tenía más miedo a resultar herido -perder un brazo o una pierna- que a morir".

Otro factor clave fue el clima, muy diferente al de la selva colombiana, donde pasó 9 años combatiendo en unidades de contraguerrilla. Pero la diferencia mayor, afirma este soldado, tiene que ver con los recursos. "El tiempo que yo estuve sirviendo (ahorita ya ha cambiado un poco) es que usted queda prácticamente con los brazos cruzados con la artillería (...) De 10 que disparaban los rusos, acá en Ucrania disparaban tres", dice.

Pero consultado por las razones de que esta guerra se ha extendido tanto tiempo, su diagnóstico es uno solo: "Ucrania ha resistido por la gran cantidad de gente extranjera que llegó (...) No sólo está la legión internacional, hay más unidades".

Las pérdidas y las razones para volver

Y si bien su batallón no sufrió bajas, el contacto con la muerte está siempre. Ferris recuerda a Thalita do Valle, la francotiradora y modelo brasileña que falleció en un bombardeo ruso, a quien había visto solo dos días antes de su deceso.

También se emociona al recordar a un amigo colombiano que le pidió insistentemente ir a Ucrania. Como no pudo ingresar al grupo de los latinos, lo enviaron a otra unidad: murió la semana después. "Lo que más duele es porque yo era como el padrino de él", revela, asegurando que estuvo días hablando con la familia de la víctima.

"Ucrania ha resistido por la gran cantidad de gente extranjera que llegó (...) No sólo está la legión internacional, hay más unidades"

Ferris Wolff
Después de seis meses en el frente, Ferris decidió volver. "En Kiev ya no estábamos haciendo nada, era comer y dormir, nada más", afirma, por lo que "con los muchachos tuvimos una pequeña reunión y decidimos que era tiempo de regresar". Tras la guerra se fue a Colombia, donde su familia. Hace dos meses que está de vuelta en Chile, mientras algunos de sus compañeros volvieron al combate.

Como ellos, Ferris quiere volver a Ucrania. "Ahorita están incorporando más gente, lo bueno por mi parte es que en seis meses se aprende mucho del enemigo y no va a haber errores como los que ha habido en otras partes", asegura.

Su intención era partir nuevamente en marzo, pero hace casi dos semanas sufrió un asalto en Santiago y le robaron su moto, que pretendía vender para hacer dinero y comprarse los pasajes. Hoy, hace campañas de recaudación a través de sus redes sociales, apoyado por la Corporación cultural ucraniana Malva, mientras sigue trabajando para subsistir.

"Acá yo me siento inútil, otra vez estoy trabajando acá en Chile. La gente acá duerme, come, puede irse a la montaña, a la playa, es una vida civil. Sí, pero muchas veces cuando llevas una vida de servicio, no es lo mismo estar allá que acá".
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