EMOLTV

Patricio Dussaillant, asesor comunicacional del Partido Republicano: "Empezar a plantear que el proceso va a fracasar es un error"

Al académico le llama la atención que “los sectores que crearon el proceso” sean quienes comienzan a mencionar opciones en caso de un eventual rechazo y así, dice, lo “boicoteen”. Además, sostiene que hay una serie de mitos alrededor de la labor del Consejo y que el debate público no ha estado a la altura.

29 de Septiembre de 2023 | 08:37 | Nadia Cabello F., Crónica Constitucional
imagen

El abogado y doctor en Comunicación Política Patricio Dussaillant.

El Mercurio
Varias veces se ha visto al abogado y doctor en Comunicación Política Patricio Dussaillant en los pasillos del ex-Congreso. El académico de la Facultad de Comunicaciones de la U. Católica, aunque no milita en la tienda, es uno de los principales asesores comunicacionales del Partido Republicano, participó en la campaña de los consejeros constitucionales y asiste a distintas reuniones de la bancada donde definen sus pasos a seguir.

Cuenta que ve a los consejeros cansados, con muchas horas de estudio a cuestas e imbuidos en las materias constitucionales que a varios no les eran cercanas hasta antes de postular al cargo. "Ha sido súper sacrificado para ellos y muy exigente, pero yo creo que están conscientes de que lo que se está haciendo es demasiado importante para el país", afirma.

—Entre las recomendaciones que usted dio a los consejeros estaba cuidar sus intervenciones, distanciarse de la Convención. ¿Lo han conseguido?

—Yo creo que aquí hay un mito de decir que esto ha sido “la Convención con corbata”. Ha sido lo más lejano a eso tanto en la forma como en el fondo. El debate en el Consejo ha sido en un muy buen ambiente, armónico. De parte de los consejeros de los republicanos con los que me ha tocado trabajar ha habido de verdad voluntad de alcanzar acuerdos. Ha habido seriedad. Cuando se discutió en el pleno sobre si mantener en 35 años la edad para ser Presidente de la República o subirla a 40, el argumento que usaron los partidarios de mantenerlo en 35, los consejeros oficialistas, fue alabar la conducción que ha tenido la presidenta del Consejo, Beatriz Hevia, que solo tiene 30.

—Se ha criticado que en el Consejo se estaría imponiendo una visión de la sociedad, la del Partido Republicano, con normas como la protección de la vida de quien está por nacer, la objeción de conciencia institucional, entre otras. ¿Ha sido un error aprobar estos temas que no han tenido acuerdo transversal?

—Ahí hay un segundo mito, de que esto es una “pasada de máquina” y que supone otro mito, que es que se menciona el texto de los expertos como si hubiera sido unánime. Si uno mira las votaciones, no hubo unanimidad en todos los artículos del anteproyecto. De hecho, ese texto no es una Constitución, es un borrador de base para construir sobre él una Constitución porque hay temas en que, como no tuvieron acuerdo, no se pronunciaron. Pasó con el derecho a la vida, con salud, con los ahorros previsionales. Si uno mira las votaciones en el Consejo, más de la mitad han sido por unanimidad. Luego, hay otras que son 33 a favor y 17 abstenciones, que uno podría decir que hay una aprobación implícita porque ha habido casos en que los consejeros de izquierda en la comisión aprobaron y en el pleno se abstuvieron. Y hay cruces: gente de izquierda que ha votado con la derecha, gente de derecha que se ha abstenido igual que la izquierda.

“Aquí hay dos debates, uno al interior del pleno y otro en la opinión pública. A mí me parece que al debate en la opinión pública le ha faltado altura, amplitud, porque se ha quedado en tres o cuatro puntos y no ha mirando el conjunto de la Constitución. Y, por lo mismo, le ha faltado profundidad. Uno lee ciertos columnistas o analistas y uno dice o es muy ingenuo o no se ha metido realmente en el tema porque se queda en un punto y no mira el conjunto”.

—¿Es lo que ha pasado con el debate sobre la protección de la vida de quien está por nacer?

—Ahí había una enmienda republicana y el partido decidió retirarla e ingresar una de unidad de propósito en acuerdo con otras bancadas que repone el texto de la Constitución vigente cambiándole una palabra, el “que” por “quien”, que es una cosa de filosofía o de sentido común: el “que” habla de una cosa y el “quien” de una persona. Y es que no hay cosas que se transformen en personas. Carlos Peña, que en el debate ha sido muy serio, lleva dos columnas explicando que esto no modifica para nada la ley de aborto en tres causales. Entonces, me parece que ahí hay un debate bastante artificial porque tenemos lo mismo que permitió que hubiera aborto entre 1980 y 1989 y desde la promulgación de la ley de aborto en tres causales. No hay un retroceso.

—Pero esto, el rechazo al artículo transitorio de paridad de salida y otras normas, ¿no da pie para que se hable de una “Constitución antimujeres” como se le ha llamado?

—Yo creo que, de nuevo, hay que mirar el conjunto. Capítulo primero, artículo cuarto (lee): “La ley promoverá el acceso igualitario de mujeres y hombres a los mandatos electorales y cargos de elección popular (…)”. Esto es la paridad de entrada. Lo que se rechazó es el transitorio de la paridad de salida que es muy criticado por los electores porque es cuando metes la mano a la urna. A eso hay que unir cambios de largo plazo, porque la paridad transitoria para dos elecciones no hace un cambio cultural, y se aprobó la norma que obliga a los partidos políticos que exista paridad en los órganos colegiados (...). En el texto está dos veces el tema de conciliar trabajo y familia, que normalmente afecta más a las mujeres; en el derecho al trabajo se fijó igualdad de remuneraciones cuando se trata del mismo empleador en el mismo trabajo. Hay distintas normas. No es una Constitución antimujeres.

—Todos estos mitos que usted menciona, ¿por qué se instalan? ¿Hay alguien que no quiera que esto prospere?

—Hay que distinguir. Un sector de la izquierda está leyendo el proceso como si fuera el anterior. Si uno mira las enmiendas que presentaron, reponían cosas que el país rechazó en el texto de la Convención y, por lo tanto, ahora no les gusta el texto porque no está lo que ellos quieren. Llama la atención, por ejemplo, en el artículo que leía, los consejeros de izquierda votaron en contra o se abstuvieron. En el de protección de los animales, que uno diría que es algo que querían, tampoco aparecen aprobándolo porque no era del gusto enteramente suyo. En el derecho a la vivienda querían ‘vivienda digna’, se pone ‘vivienda adecuada’ porque ¿qué se entiende por digno? ¿24 m2 es indigno? ¿25 m2 es digno? Adecuada se refiere a la realidad de la familia, al lugar, etc.

“Ahí entro al tema de las contribuciones. La Constitución establece por primera vez en la historia de Chile el derecho a la vivienda, entonces, por qué el Estado me va a cobrar por esa vivienda (...). En el año 25, cuando se fija la libertad de culto en la Constitución, se establece que los templos no pagarían contribuciones. Algunos dicen que las contribuciones no son tema constitucional, pero desde casi 100 años están en la Constitución para garantizar que puedas desarrollar tu libertad de culto. Acá es lo mismo para el derecho a la vivienda”.

—A medida que se han votado estas normas han aparecido voces de izquierda, centro e incluso centroderecha advirtiendo que esto, como va, no se va a aprobar. ¿Hay alguna autocrítica que hacer desde el Partido Republicano?

—Yo creo que siempre se pueden comunicar mejor las cosas. No es fácil explicar a nivel de opinión pública las normas y cómo se conjugan en un texto constitucional. Por un lado, me llama la atención que la sociedad civil ha estado ajena a estos debates, que organizaciones relativas a temas de educación no hayan salido a valorar lo que quedó en el texto con la libertad de enseñanza, el derecho a la educación. Y así en distintos temas como salud, trabajo. Segundo, me parece que hay una parte del debate que tiene objetivos claramente políticos. Se instaló la idea de que esto es responsabilidad del Partido Republicano porque sacó mayoría de consejeros y si esto se aprueba poco menos que José Antonio Kast ya ganó la presidencial. Se están tomando decisiones en el presente pensando en las consecuencias de dos años plazo y eso me parece que es un error.

“Hay algunos que miran siempre la política desde la perspectiva electoral o del poder. Es un error. El país no puede seguir en este ambiente de incertidumbre. De aquí al 17 de diciembre hay que deponer los intereses electorales. Si no hay Constitución, la situación va a ser dramática y la gente va a votar después a lo mejor por José Antonio Kast o por alguien de derecha porque la situación económica del país puede ser muy mala, dado que no va a haber inversiones, va a seguir la incertidumbre”.
—¿Qué opina de que ya algunos planteen opciones por si se rechaza en el plebiscito?

—Empezar a plantear que el proceso va a fracasar es un error. Sobre todo, llama la atención que lo planteen sectores que crearon el proceso, que los mismos lo boicoteen es bastante extraño. Y es un error pensar en la posibilidad del texto de los expertos porque, como decía, no es un texto constitucional, tiene muchos vacíos y tampoco fue unánime.
“Por eso creo que hay un debate político muy acotado, con muy poca altura de miras, concentrado en ciertos temas, y como dejando abierta la posibilidad de que esto se rechace o de decir, si la gente finalmente lo rechaza, yo quiero estar con el rechazo, entonces espero ver qué dicen las encuestas”.

—Las encuestas muestran una tendencia al “En contra”...

—Yo ahí tengo una mirada distinta. A los chilenos el tema constitucional no les ha preocupado nunca. El 25 de octubre de 2019 la gente no salió a la calle por un malestar con la Constitución, salió por un malestar de la atención de salud, por educación, por pensiones, por abusos. Y los políticos dijeron que es la Constitución el problema. Las encuestas no han cambiado, sigue siendo un tema que no está entre las prioridades de los chilenos y, por tanto, es lógico que si me preguntan, digo “En contra” porque veo a los políticos concentrados en eso y no en solucionarme los problemas.

—Cuando las encuestas mostraban una tendencia clara al “Rechazo”, la Convención no acusó recibo de esa señal. ¿No será un error ahora no poner atención a lo que están diciendo las encuestas?

—En la Convención ocurrieron dos factores de por qué los chilenos rechazaron, uno de forma y otro de fondo. En la forma, una serie de problemas: Rojas Vade, disfraces, votación en la ducha, peleas, comentarios de “vamos a pasar máquina”, etcétera. Y en el fondo porque fue una Convención de causas en un texto en blanco y con temas muy refundacionales. Ahora la forma ha sido impecable y en el fondo, si uno mira las encuestas solo como “A favor” o “En contra”, claro, todavía aparece el “En contra” mayoritariamente, yo creo porque la gente está cansada con el tema, pero si voy por temas, en libertad de elección en salud, en educación, en pensiones, seguridad, cambios al sistema político, la gente está a favor. Por eso decía que ahí es donde uno echa de menos que los grupos afectados positivamente por el nuevo texto salgan a defenderlo.

—¿Y por qué cree que no lo han hecho?

—Las comunidades se unen, dice un autor, ante el conflicto. Mi vecino y yo hacemos la vida cada uno en su casa, pero cuando viene un cementerio o un basural a instalarse al lado, nos unimos. Aquí pasa lo mismo: en la Convención vieron peligrar sus preocupaciones y se unieron. Yo creo que ahora no ven peligro, pensarán que se van a unir los políticos y van a llamar todos a votar “A favor”. Yo creo que es un error pensar que esto lo solucionen los republicanos y que asuman el costo. Si el texto se rechaza, el costo lo asumimos todos los chilenos.

—¿Cuál sería ese costo?

—Seguir viviendo en la incertidumbre jurídica (…). Y los países que viven en incertidumbre jurídica no son atractivos ni para invertir ni para vivir.


EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?