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Columna de Astronomía | Sobre desafíos imposibles y logros insospechados

¿Para qué invertimos tanto esfuerzo en contestar preguntas tan lejanas como las que presenta la astronomía? A veces la respuesta está más cerca de lo que creemos.

18 de Enero de 2017 | 09:34 | Por Rolando Dünner
Por Rolando DünnerAcadémico del Instituto de Astrofísica de la U. Católica de Chile

Ingeniero eléctrico de la Universidad Católica y doctor en astronomía y astrofísica en esta misma institución, desarrollando su tesis doctoral en la Universidad de Princeton. Actualmente es profesor asistente del Instituto de Astrofísica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, miembro del Centro de Astro-Ingeniería UC e investigador del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA).

A los científicos nos encanta pensar que la necesidad del ser humano por comprender el mundo nace de la mera curiosidad y del goce del saber. Pero del comprender surge también la posibilidad de manipular el mundo y usarlo a nuestro favor. La tecnología y la medicina moderna han sido consecuencias directas del avance científico, motivando estudios cuyo objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas. Esto le ha dado un carácter económico a la investigación científica, ya que vemos en ella una oportunidad para crear nuevos productos y servicios, convirtiéndola en una forma de inversión de riesgo con jugosos retornos. ¿Es esta mirada utilitarista óptima para el desarrollo científico?

En los años 70, los físicos se divertían con las propiedades de un nuevo objeto teórico, los agujeros negros, cuya naturaleza extrema ponía a prueba conceptos físicos fundamentales. Es así como en 1974 Stephen Hawking propuso que debido a mecánica cuántica estos debían brillar —en contraposición a la idea de que la luz no puede escapar de un agujero negro—, lo cual se denomina "radiación de Hawking". Tal espeluznante idea avivó el interés de los astrónomos, quienes vieron la posibilidad de detectarlos directamente "evaporándose" en nuestra galaxia. El problema era, como siempre, que la valiosa señal no sólo era extremadamente débil, sino que además se veía difuminada por el medio interestelar, haciendo muy difícil su detección.

Las técnicas de O'Sullivan resolvían el problema de los ecos, dando así origen al sistema WiFi que todos conocemos

Rolando Dünner
Entre los llamados al desafío se encontraba el radio-astrónomo australiano John O'Sullivan. En un desesperado intento, logró desarrollar técnicas matemáticas que permitían corregir la distorsión del medio interestelar, mejorando el contraste de las mediciones, pero no fue suficiente y la esquiva señal permaneció oculta al ojo humano. Un fracaso.

Todo parecía haberse sumido en el olvido cuando en los años 80 y 90 el mundo vivió una explosión tecnológica por el desarrollo de las redes digitales. Pronto se volvió una necesidad la implementación de redes inalámbricas eficientes para la interconexión de dispositivos domésticos. Pero había un detalle técnico que se interponía: las señales inalámbricas rebotaban en los distintos objetos de una habitación, produciendo ecos que degradaban la comunicación. Para sorpresa de muchos, la solución del problema ya había sido implementada 20 años atrás. Las técnicas de O'Sullivan resolvían el problema de los ecos, dando así origen al sistema WiFi que todos conocemos. Como comprenderán, la patente obtenida por la compañía CSIRO le retribuyó en más de 430 millones de dólares.

Si bien éste es un ejemplo claro de cómo la ciencia puede hacer grandes aportes a la tecnología de consumo, también es evidente que cuando O'Sullivan desarrolló sus métodos no tenía idea de que alguna vez se podrían utilizar en comunicaciones inalámbricas, ni menos que se haría rico con ello. ¡Su motivación era descubrir la radiación de los agujeros negros! Sin ella jamás habría desarrollado las técnicas que desarrolló.

Cuando France Córdova, jefa de la National Science Foundation (NSF) de Estados Unidos, dio su discurso por el descubrimiento de las ondas gravitacionales por el experimento LIGO, dijo en relación a la enorme inversión que implicó 20 años atrás: "Fue un gran riesgo. Pero la NSF es una agencia que toma este tipo de riesgos. Nosotros financiamos ciencia básica e ingeniería en etapas donde el camino es altamente incierto. Financiamos pioneros. Esta es la razón del porqué Estados Unidos sigue siendo un líder mundial en el avance del conocimiento".

Da para pensar: Son los problemas casi inalcanzables, y no necesariamente útiles, los que nos impulsan a crear mas allá de los límites de lo imaginable.

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