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Cuando natural no es sinónimo de seguro

Los oncólogos necesitan saber cuando sus pacientes optan por terapias alternativas para evitar complicaciones.

22 de Diciembre de 2005 | 16:16 |
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Juan (63) y Osvaldo (70) son amigos. Al primero le diagnosticaron cáncer de próstata un año antes que al segundo, así que cuando a su vecino de la infancia le encontraron la misma enfermedad no dudó en aconsejarle un "remedio natural" al que le atribuía los buenos resultados de sus exámenes: "uña de gato".

"Son unos palitos que, según dicen, traen de la selva peruana", comenta Osvaldo. "Juan me decía que él se sentía mucho mejor, que incluso sus exámenes del antígeno prostático (que permite detectar el cáncer de próstata) le salían más bajos".

Sin embargo, Osvaldo dejó hace un año de tomar tres veces al día la infusión de esta hierba. "No sentí ningún cambio. No me sentí mejor, mis exámenes no salieron mejores tampoco. Nada. Y eso coincidió con que comencé a tomar más remedios".

El uso de productos naturales u otros tipos de tratamientos complementarios en personas con cáncer no es menor. "El 90% de los pacientes que vienen acá está utilizando alguna terapia complementaria", confirma la doctora Elsa Cabrera, jefa de Oncología del Hospital Clínico de la Universidad de Chile.

Muchos de ellos recurren a estas terapias porque su enfermedad les infunde mucho temor. "El paciente que recurre a estos medicamentos o terapias suele ser aquel al que no se le puede asegurar un margen de curabilidad importante con los tratamientos tradicionales", explica el doctor Luis Orlandini, oncólogo de la Clínica Indisa.

Para ambos especialistas, no se trata de cerrar las puertas de plano a este tipo de terapias, sino que de estimular a los pacientes a informar al oncólogo de su uso, para estar atentos a sus posibles efectos, sean buenos o malos.
Falsas esperanzas
Tanto a la doctora Elsa Cabrera como al doctor Luis Orlandini les preocupa que muchos de estos productos naturales se promocionen como la "cura del cáncer".

El doctor Orlandini hace un repaso de ellas: "La aleta de tiburón, que se demostró que no sirve de nada; la uña de gato, que se probó no tenía efectos antitumorales, y ahora está de moda el extracto de aloe".

Ambos hacen una mención especial del veneno del escorpión azul, más conocido como Escozul, creado por un médico cubano. Si bien ninguno sabe de algún estudio que avale este medicamento, sólo la doctora Cabrera ha escuchado de reportes de complicaciones inesperadas (de pulmón e infecciosas) en pacientes que lo usaban.

En su libro, la oncóloga advierte de efectos secundarios asociados al uso de una hierba china conocida como Kava (falla hepática), al del popular ginseng (diarrea y cefalea), y del cartílago de tiburón (vómitos, constipación y hepatitis).

Información
El 56% de quienes usan terapias complementarias en Europa supo de ellas por amigos y el 29% por familiares. Sólo el 18% se informó a través de un médico o enfermeras.

Ni Juan ni Osvaldo siguieron esta recomendación. "Es que son hierbas no más, no encontré importante decirle a mi doctor", fue la respuesta de ambos. Sin embargo, la doctora Cabrera advierte que eso no da ninguna seguridad. "Muchos de ellos tienen principios activos que incluso son usados en la farmacología tradicional. Y, por eso, pueden interactuar con la quimioterapia del paciente", dice la oncóloga.

Además, como se trata de productos que no han sido estudiados a partir del método científico "no se sabe en qué dosis pueden hacer bien o todo lo contrario".

En el libro "Disipando la niebla: el cáncer en retirada", la doctora Cabrera y el doctor Miguel Fodor dedican un capítulo a la medicina alternativa y complementaria, y advierten sobre los efectos secundarios experimentados por personas que usaron ciertas hierbas y la inexistencia de estudios reconocidos que avalen su eficacia.

Esta prevención no sólo se debe tomar con sustancias que se ingieren por vía oral: "Hemos visto infecciones importantes por apicultura, de pacientes que han tenido una reacción anafiláctica (sensibilidad del organismo a sustancias orgánicas), porque el hecho de que las pique una abeja y la lanceta traspase la piel les provoca una infección".

Hay que pensar, dice la doctora, que se trata de personas que tienen su sistema inmunológico especialmente sensible. "Hay quimioterapias que bajan las defensas y otras que disminuyen las plaquetas, por lo que hay peligro de sangrar más fácilmente. Entonces, si el paciente quiere hacer yoga, le sugerimos que haga el más sencillo, para evitar cualquier herida".

Lo mismo pasa con la acupuntura: "Si tiene las defensas bajas es mejor que no siga este tratamiento hasta que nosotros le avisemos que su inmunidad está recuperada".

Generalmente, los pacientes recurren a la acupuntura, el yoga, reiki o la meditación para hacer frente a los malestares que esta enfermedad produce. "El dolor es una sensación mental, y estas terapias les ayudan a aumentar su umbral de dolor, es decir, a sentirlo sólo cuando el estímulo sea muy grande".

Desarrollo personal

Usadas de esta forma, la doctora Elsa Cabrera las considera bastante útiles, "porque en la medida que la persona se relaja y se siente más tranquila, está claro que su umbral de dolor subirá".

El doctor Orlandini dice que no hay que echar en la misma bolsa terapias de fármacos naturales (cuya efectividad no está científicamente probada), con otras como el yoga o la meditación. "Estas actividades pueden ser muy importantes para personas que están viviendo una situación que se puede llamar límite".

"La cultura occidental", agrega el doctor, "te enseña que tener cáncer y morirse es una experiencia temible, pero no te dice cómo enfrentarlo. Para entender esto, ayuda mucho el desarrollo personal que se puede lograr en este tipo de prácticas".

En cualquier caso, coinciden ambos, lo esencial es tener informado al especialista para evitar cualquier tipo de daño.
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