Parece tímido y reservado, pero tal como cuando encarna a unos de sus personajes, a medida que se va sintiendo más cómodo se explaya en las respuestas. Tiene cara de niñito, una voz muy suave, la mirada un poco perdida como si soñara, pero es muy cálido y acogedor.
Como a los 13 o 14 años le empezó a pegar el bichito de la actuación, aunque desde chico participaba en distintas representaciones de los ramos del colegio, pero sin pensar en que se dedicaría a eso. "Me decían que iba a ser abogado… ¡el defensor de las causas perdidas!", se ríe: "Por lo bueno pa' alegar".
Estaba en el "Francisco de Asís", un colegio donde el tema del teatro es muy importante y en que padres, profesores y alumnos presentan obras anualmente. En I medio se cambió al Liceo 11 de Las Condes.
-¡Qué cambio!
"Sí, pero muy positivo en mi formación, conocí el Chile real. Me fui por problemas económicos; mi viejo estaba en una crisis y mi hermano y yo empezamos a buscar colegio; no quedamos en colegios más baratos y, antes de irnos a vacaciones, nos inscribimos en el liceo, pensando que sería por mientras. Nos quedamos ahí y fue una súper buena experiencia".
En el último año de colegio, le pidió a su papá que lo matriculara en un taller de teatro de la Corporación Cultural de las Condes, para ver si era realmente lo que le gustaba y no entrar a estudiar teatro y arrepentirse en el camino".
-Ése sí lo hiciste con Diego Muñoz.
"Sí y fue fascinante. El profesor Pancho González fue un gran estimulador; no faltábamos a ni una clase y lo pasé increíble. Me di cuenta que era muy feliz actuando… jugando.
"Fuimos incluso a un festival en Osorno de aficionados. Fue bien fructífero, salieron varios actores de ese taller, el Iñigo Urrutia también estaba en ese curso".
En su familia había una veta artística, uno de los abuelos de su madre era dramaturgo; ella pintaba y bordaba, y a su padre le gustaba escribir, era poeta. "Hay algo en la sangre, pero nunca me llevaron mucho al teatro ni nada", dice.
Cree que lo que realmente lo marcó fue una teleserie que se llamaba "Te conté" – le gustaba mucho ver televisión- en que los personajes estaban muy marcados. "Una era ladrona, Castro era un tartamudo, Bastián Bodenhofer era un ciego… me encantaba el trabajo de Bastián, llegaba a mi casa a verlo y lo imitaba, me encantaba como prendía los cigarros, y quizás por ahí como que empecé a descubrir que me gustaba la actuación".
Salió del colegio y entró a la Academia de teatro de Fernando González. A mediados de la carrera, empezó a trabajar con tres de sus compañeros, Sebastián Arrau (hoy guionista), Matías Lira (cineasta) y con Alejandro Campos (dramaturgo y director); montaron una obra en "El Conventillo", que se llamaba "Procedimientos".
Más tarde, al egresar, Fernando Gómez-Rovira, también compañero suyo, lo invitó a participar en la obra "Tomás", de la Malucha Pinto, dirigida por Andrés Pérez.
-¡Gran desafío para partir!
"Siii, fue increíble… trabajar con puros actores más viejos, con una historia súper potente y compartir con la Coca (Guazzini), con Erto (Pantoja), con la Roxana Campos, con la Malucha, en un trabajo muy de laboratorio, muy experimental, con una escuela muy distinta a la mía… No, fue como un Master apenas salido de la escuela ¡hice el post grado altiro!... otra corriente, otra forma de trabajar".
Después hizo unas ayudantías a Paulina García en la Universidad de Chile y un papel chico en una serie de Joaquín Eyzaguirre en televisión. Luego vino el casting para "Iorana", quedó e hizo cuatro teleseries más en TVN, "Santo ladrón", "La fiera", "Amores de mercado" y un papel pequeño en "Aquelarre". Se fue a España y, al volver, se cambió a Canal 13, donde comenzará a grabar su tercera teleserie.
-¿Por qué te fuiste a España?
"Me fui a estudiar, a vivir, con nada muy preconcebido. Me fui un verano antes para ver si España era lo que yo imaginaba, me encantó, me vine, junté platita y me fui. También con el cuento de que ya llevaba cuatro años en la tele y como que sentía que me iba a empezar a acomodar… me iba a meter en un crédito, me iba a comprar un departamento, a quedar acachado y no me iba a mover más… me iba a casar, iba a tener hijos e iba a seguir haciendo teleseries por el resto de la vida, que no es lo que soñé".
Estuvo un tiempo en Barcelona, compartiendo departamento con Mónica Godoy e Íñigo Urrutia y después se fue a Madrid.
-¿También hiciste unos comerciales allá?
"Me llevé ahorritos para poder vivir tranquilamente y estudiar un tiempo y estando allá empecé a buscar un representante o pega y tuve suerte, hice comerciales y me pagaban súper bien. Los gringos van a grabar a Barcelona, los rusos, los italianos. Me pagaban increíble y viví dos años con cuatro comerciales de autos, de motos, de quesos.
"En ese sentido también fue súper generosa España; con eso pude estudiar tranquilo, hice algunos seminarios, pude viajar harto, recorrí y me fui a Marruecos, a Alemania, a Francia, a Holanda, a Inglaterra, a Escocia; España me lo recorrí entero, Portugal. Sólo me faltó Italia, ése es mi próximo viaje a Europa, y por harto rato".
Explica que, aunque no estuvo mucho tiempo, fue muy fructífero, tomó una serie de talleres e hizo un curso de voz, que era una deuda pendiente consigo mismo. "Hubo buenos y malos momentos, pero, básicamente te abre un poco el horizonte, te das cuenta que Chile es como un país isla con vista al mar. Ahora recién Argentina está como asomándose por la cordillera y mirando que hay un país al lado que se llama Chile y que hay gente talentosa y se hacen cosas interesantes, pero después de su gran crisis, sino nos hubieran seguido mirando a huevo todo el tiempo".
Tan grata le resultó la experiencia que, en estos momentos que estaba embalando para cambiarse de casa, pensó meter todo a una bodega e irse de viaje nuevamente, "pero ahí me pegué un cabezazo contra la pared: tengo contrato por dos años con el canal, jajajjajaja".