El rostro de Matías Oviedo se repite todas las noches como Ignacio Echenique, uno de los hijos de “El señor de la Querencia”, que con cara de niño bueno estuvo a punto de entrar al seminario, pero, en la oscuridad, sostiene un tórrido romance con su suegra, mientras su esposa lesbiana trata de abandonarlo.
Matías reaparece en la pantalla como Pablo, uno de los niños Porvenir (el que lo recuerda todo) en la recién estrenada serie de ficción dominical: “Gen Mishima”. Además, desde el segundo semestre de este año, dejará atrás su papel de hijo de José Luis Echenique, para ser uno de los “Hijos del Monte”, en la nueva producción de María Eugenia Rencoret, siendo así su tercera teleserie de las ocho de la tarde en las pantallas nacionales, después de “Purasangre”, “16”, “17”, “Floribella” y “Destinos cruzados”, todas de TVN.
Y, aunque ni él mismo sepa cuándo, dentro de unos años deberíamos estar viéndolo repetir su aparición en el cine -después de participar en “Mala Leche” (de León Errázuriz) y en “Perjudícame cariño” (de Alberto Daiber)- en la película biográfica de "Los Prisioneros", “Sudamerican rockers”, donde interpretará a nada más ni nada menos que al baterista Miguel Tapia, mientras que el papel de Jorge González lo realizará Héctor Morales y Claudio Narea será representado por Tiago Correa.
De esta manera, Matías unirá dos de sus grandes pasiones: la actuación y la música, carrera que abandonó en la Universidad Católica para dedicarse al teatro. Sin embargo, no ha desaparecido del todo, ya que durante un tiempo estuvo con su banda “Bobo” y ya en enero de este año apareció un disco, “Taulis” (de Sebastián Wallerstein), en el que Matías era el vocalista, aunque como asegura, su participación sólo a ese proyecto en particular.
“Ahí yo era sólo el cantante, no habían composiciones mías ni nada. Yo quiero armar una banda estable. Estoy ahora en un proyecto que se llama ‘Julio Pino’, y son canciones mías que voy a empezar a grabar dentro de este mes con el Nicolás Torres, vocalista de ‘Silvestre’, que me va a producir y estoy bien entusiasmado. El disco lo espero tener a fin de año”.
-¿Por qué “Julio Pino”?
“Porque es un anónimo, como cualquier persona. Las canciones tienen que ver con eso; con problemas que atañen a todo el mundo, es como decir ‘Juan Pérez’. Es un nombre que he adoptado desde hace tiempo, haciendo mis canciones en el computador de mi casa y ahora ya lo quiero hacer oficial”.
-Has dicho que si te va bien en la música, dejarías de actuar…
“Lo que pasa es que me gusta mucho la música, pero igual me gusta actuar. Es una necesidad un poco. Pero con la música, si me fuera bien, así como sustentablemente, me iría por ahí seguramente”.
-Pero dejaste de estudiar música por el teatro y ahora dejarías el teatro por la música. ¿Como es eso?
“Es que es raro, sí. La vida da vueltas no más. Entré a estudiar música y nunca había hecho nada de teatro en mi vida y di las pruebas, porque sentía que tenía que estudiar algo más. Empecé a estudiar teatro, me gustó y me quedé ahí no más. Las cosas pasaron, no fue algo muy pensado, y después, en ese tiempo, dejé de tocar. De ahí retomé… lo que pasa es que la música para mí es, como expresión artística, lo que más me llena. Hacer canciones, las letras… Es con lo que más me puedo expresar. En el teatro yo soy parte de proyectos que atañen a más gente. En la música, con este proyecto de ‘Julio Pino’ es algo más personal, es como escribir mi propia obra de teatro, cosa que no hago. No escribo obras de teatro, pero sí escribo canciones”.
¿Te proyectas sonando en las radios?
“La verdad es que con ‘Julio Pino’ no tengo grandes aspiraciones… Que venga lo que venga. Es un disco bastante honesto, que es lo que yo necesito sacar para afuera. Quiero hacerlo lo mejor posible. Nos pasaba con ‘Bobo’; nos hacíamos expectativas y nos movíamos para llegar a la radio y era siempre chocar contra una gran industria. Entonces, nos amargábamos mucho por no saber lo que teníamos que hacer, ni lo que estábamos haciendo mal. Yo quiero salirme ya de eso y hacerlo porque lo necesito, porque quiero. Si el producto es sincero va a haber gente que lo va a escuchar y les va a gustar. No pretendo ganarme la gaviota de oro ni nada. No me quita el sueño eso. Lo que me quita el sueño ahora es tener el disco, lograr tener la banda y que se escuche a través de internet, a través del mano a mano. Pero eso es. Nada de grandes aspiraciones comerciales”.
¿Por qué? ¿Es muy difícil para un músico chileno entrar al mercado?
“Es súper difícil para los grupos darse a conocer, que te pesquen. En las radios es muy poca la música chilena que tocan, creo que entre un 10 ó 20 por ciento. Ahora está la ‘Radio Uno’, que son cosas que motivan, pero es bien difícil darse a conocer. Tenemos internet, que por ahí va el presente y el futuro como plataforma, más que las grandes compañías o aspirar a la radio… Porque este país es muy anglo para sus cosas; no hay una mirada interna”.
-¿A qué atribuyes tanto anglo en las radios?
“A que el mercado de música chilena es bien pequeño. No digo que haya pocos grupos, sino que el consumo es pequeño. Se venden pocos discos en general. Lo atribuyo, un poco, a que los sellos no se la juegan mucho con los grupos chilenos. Se van a la segura con editarle los discos a los tipos que saben que van a vender. Además, las compañías no sobreviven ya de los discos. Internet es la forma. Los sellos ya no te andan buscando para editar tu disco, y si ha sucedido con algunos, como con la Fran Valenzuela, es porque es muy seca, pero eso no va a pasar con todos. Entonces, hay que buscar otras maneras”.
-¿Faltan tal vez buenos asesores de imagen para los grupos, para que se vean más comerciales y aseguren las ventas?
“No sé lo que es. Eso existe en Chile y hay grupos que son productos. Podemos ver a la hija de la Raquel Argandoña (‘Kel’) que va a sacar un disco y va a vender mucho. Son productos, pero a mí no me interesa eso. No es lo mío”.
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