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“Somos una sociedad demasiado voraz”

Esta psicóloga, especialista en obesidad, asegura que las mujeres biológicamente más determinadas a enrollarnos con el cuerpo y asegura que incluso las sin rollos tienen problemas en esta cultura exitista.

14 de Mayo de 2009 | 09:06 |
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Se nos apareció marzo y no sólo nos agobian las cuentas, sino que los kilos de más. Pero, la verdad es que este tema ya se ha vuelto recurrente en las mujeres; de hecho, hay estudios ingleses que aseguran que podemos pasar hasta 25 años a dieta.

Y bajar esos kilos que nos incomodan y que nos hacen imaginarnos más gordas de lo que realmente estamos puede significar caer en un círculo vicioso: la angustia de la situación nos hace asimilar hasta el aire que respiramos.

La psicóloga Viviana Assadi, junto a Sofía Beuchat, abordó este delicado tema en uno de los libros más reveladores que se han escrito sobre las dietas y el sobrepeso, “Sin rollos” donde claramente exponen “lo que la mente le hace al cuerpo y viceversa”.

En un estilo directo y ágil, sin eufemismos y quizás, demasiado sincero, exponen el dilema que enfrentan las mujeres – y hoy, varios hombres- y descubren las trampas en las que se cae cuando la aflicción nos invade.

Esta profesional de la Universidad Diego Portales y parte del equipo que conforma el Centro de Tratamiento de la Obesidad de la UC, asegura que para las mujeres el tema del sobrepeso tiene un mayor impacto; de hecho, hay estudios que han confirmado que con sólo mirarse en una foto se deprimen.

-El título del libro apunta a un juego de palabras; nos hacemos rollos con los rollos, pero pareciera que también nos hacemos rollos sin tener rollos. Eso es asfixiante.
“Es verdad y grafica cómo, cuando nos referimos a nosotros mismos, todo está vinculado con el cuerpo. El tema es que tenemos rollos en la cabeza y no los tenemos en el cuerpo, o que, cuando los tenemos, eso nos impide hacer algo.
“Al final, todo alude, así como a lo sexual, a lo alimentario. Me tragué la rabia, me lo comí todo, o sea, es un tema que circula en nuestro lenguaje de manera cotidiana y permanentemente. Con el libro apuntamos a mostrar cuánto de nuestro tiempo estamos enrollado en este tema”.

-Ustedes tocan un gran tema para esta sociedad que no ayuda mucho a abordarlo sanamente, sino, por el contrario, lo hace estresante. Se hace referencia al rollo de Jennifer Lopez a dos meses de haber tenido mellizos como si fuera atroz.
“Es que así como lo sexual es noticia, el cuerpo también lo es. Es noticia quien se puso o no pechuga, quien se hizo la liposucción, quien subió de peso o cómo la modelo se vio arriba de la pasarela. Como es un tema del mundo social, hace que las mujeres se lo cuestionen todo el día. Este rollo lo tenemos todos, el punto es cuánto nos afecta para vivir”.

-La primera frase del libro de ustedes es ¿cuántas veces a la semana se sube a una pesa?. Aunque la pregunta no tiene sexo, las mujeres parece que lo asumen con pasión y no así los hombres.
“Las mujeres nos permitimos mucho más hacernos esa pregunta, pero los hombres cada vez se la hacen más. O sea, no creo que al hombre, hoy día, no le importe su facha; le importa menos que a las mujeres sí, porque lo suyo va por el éxito, pero está cada vez más presente. Para las mujeres es distinto porque hay una exigencia social de vernos bien, vestirnos bien”.

-¿Las mujeres, por naturaleza, son más vulnerables a este tema o es una construcción cultural?
“Es un poco de todo. Creo que biológicamente estamos más determinadas a ser enrolladas con el cuerpo porque éste cambia de manera bastante más radical que el de los hombres; o sea, pasamos de ser unos palos largos, sin formas, a tener pechugas. Los hombres no sufren cambios corporales como las mujeres; se engrosan, pero no les salen bultos en ninguna parte. Por eso, no es raro que estemos mucho más pendiente de los cambios que tenemos y si son acordes a lo que se espera para la edad.
“Ahora, se suma lo que hace el ambiente y la familia en el tema; si uno se mueve en un espacio donde el cuerpo no es una preocupación, probablemente, el tema no será prioritario, pero hoy el cuerpo es tema para todos y se le vincula con la identidad y autoestima”.

-Hace dos siglos la mujer regordeta era el ideal de belleza y hoy, lo es la delgada, pero, algo pasa que la mujer se vea hoy mucho más impactada que en los 70 cuando apareció la Twiggy. ¿Qué estructura psicológica hace que nos veamos tan esclavizadas por el tema?
“No es algo fácil de contestar. Hoy existe la posibilidad de tener acceso a un eventual cambio mucho más rápido. O sea, puedes tener arrugas y te haces un lifting, tener un rollo y hacerte una liposucción, por lo tanto, la frustración de tenerlas no es tanto si se tienen los recursos para corregir.
“Hay una lógica de mercado detrás de esto, existe la posibilidad de ser perfecto si se tienen los medios y ¿por qué no hacerlo? La belleza del pasado, la belleza redonda tiene su explicación con el hecho de que entonces, la gordura implicaba tener los recursos para alimentarse; el flaco era el hambriento. Hoy, ser gorda es súper barato, lo caro es ser delgado; hoy es fácil acceder a comida chatarra por 200 pesos, pero no es barato comprarse una ensalada de lechuga”.

-¿Cuánto pesa en todo esto el hecho de que la mujer salió al mundo público y está más exigida en múltiples aspectos? ¿Cuánto del éxito se mide en la capacidad de manejar el cuerpo?
“El tema del control es un gran tema. Haber salido al mundo y tener presente que hay que verse bien, te esclaviza; no por ser flaca no se tiene un rollo con el tema. No sólo la mujer que está encerrada en su casa, con sobrepeso y cachirulos, tiene problemas; la flaca exitosa también está enrollada y pasa permanentemente preocupada de la lechuga que no se comió. El punto es que eso no se ve”.

-Plantean en el libro la necesidad de tener el control sobre la comida. ¿No será a la inversa, que ésta y el cuerpo nos controlan a nosotras?
“Cuando la gente empieza a recuperar un equilibrio corporal se contacta de fondo con su deseo real, porque se puede estar viviendo el deseo de los demás, del otro porque tú seas delgada y exitosa. El tema es qué es lo que yo quiero para mí, cuestión que nos lleva a romper con muchas cosas.
“Se trata de una recuperación del deseo en todo orden de cosas, qué es lo que a mí me hace feliz y no empezar a suplir las carencias con comida y tener voracidad en lo afectivo, laboral, etc.. Somos una sociedad demasiado voraz”.

-Esto parece insalvable. La felicidad no es un estado permanente, por lo que la posibilidad de un rebote en el peso es infinita.
“Siempre que estés supliendo los minutos infelices con comida. No es raro que la estabilidad se refleje en la alimentación y el tema es cómo recuperar el equilibrio. El problema es que en esta sociedad rápida uno deja de ser consciente de por qué está haciendo las cosas, no hay tiempo para pensar, hay que ejecutar y ejecutar y eso es lo que, al final, enferma a todo el mundo de obesidad en algunos casos y anorexia en otros. Mucho tiene que ver con el estrés y la falta de límites a las actividades que hace”.

-¿Se puede romper el círculo vicioso que se produce? El sobrepeso provoca baja autoestima y la baja autoestima me lleva a subir de peso. ¿Cómo se sale?
“Primero, pensando que el tema no tiene solución inmediata, nadie puede bajar 10 kilos en una semana y eso es, lo que en el fondo, esperamos. Es súper importante tener una planificación de lo qué se quiere hacer y a dónde se quiere llegar”.

-Pero en esta sociedad yo puedo bajar 10 kilos en una semana, es cosa de entrar al quirófano.
“Claro, el punto es cuánto te va a durar y si eso cambia el rollo de fondo. Nosotras planteamos que el cuerpo tiene un rol adaptativo en las personas; ser gorda en un nivel puede ser incómodo, pero en otro, no; es decir, puede ser la justificación para no tener pareja. El cuerpo, de alguna manera funciona como un mecanismo de defensa”.

-¿Defensa o excusa?
“Sí, excusa, pero también es una defensa porque de alguna manera el cuerpo tapa el problema de fondo. Si tienes mucho miedo de que te miren de forma erotizada, probablemente tu cuerpo será gordo y dirás que por eso no tienes pareja”.

-¿Qué es lo segundo para romper el círculo vicioso?
“Tener claro que el tema de la alimentación pasa por otros rollos y que hay atreverse a mirarlo. Hay mucha gente que come cuando tiene mucha rabia y no es capaz de contactarse con lo que está sintiendo.
“Si bien hay gente que tiene sobrepeso por cambios de hábitos, otras confunden sus estados emocionales con el hambre. En vez de ponerle palabras, le ponen comida. Cuando hablamos de tener claro qué es lo que hay que enfrentar, no sólo se trata de saber cuántos kilos hay que bajar, sino que resolver los problemas que ha detrás y que no se ven gracias al cuerpo, porque éste los tapa”.

-También postulan en el libro el término ‘off emocional’ como la evasión frente a algo que provoca dolor. ¿No debería ser, al contrario, la capacidad de evitar que el tema nos destruya?
“Sí, hoy muchos comen en exceso por una suerte de querer generar una anestesia emocional; o sea, esto les permite no sentir, desconectarse cuando debieran poder desvincularse por otros mecanismos y enfrentar el tema. En vez de eso, escondemos la cabeza y la metemos en algo que nos haga no pensar en el problema”.


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