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Rodrigo Muñoz: Una mirada al ADN chileno

Asume que es celoso, que no soporta que su esposa actriz salga sin ropa en la tele, y que alguna vez se sintió discriminado. El actor de “Aquí mando yo” se ríe de todo eso, al igual que lo hace de la propia sociedad chilena en su nueva obra “Coléricos”.

26 de Octubre de 2011 | 08:44 | Por Ángela Tapia F., Emol
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Carla Pinilla, El Mercurio.
Racistas, aspiracionales y como siempre, de doble estándar. Esa es parte de la imagen que el actor Rodrigo Muñoz muestra de los chilenos en su nueva obra “Coléricos”, donde cinco hombres protestan, cansados de las divisiones en Plaza Italia, de que existan derechos a los que, aparentemente, no pueden acceder, y de sentirse discriminados en su propia patria por no verse ni tener un apellido extranjero.

A partir de esta semana, en el Teatro Aparte, la Compañía Gran Elenco, compuesta además, por Renato Munster, Andrés Pozo, Eduardo Cristi y Hans Horta, pone en escena a un cesante, un peruano, un comunista y a un homosexual que alegan por la falta de oportunidades, con el estilo que ha caracterizado el trabajo teatral de Muñoz, de humor social y político.

Está algo copado de trabajo, confiesa. Al estreno de la obra, se le suma su trabajo como guionista de “Aquí mando yo”, su personaje en esa producción -Arnoldo Graz, el fabricante de pelucas que anda con una despampanante argentina a la que le tiene prometida la fama en la TV- y, por supuesto, su familia, compuesta por la actriz Claudia Pérez y las dos hijas de ambos, de 15 y 3 años.

Dice que la diferencia de edad de las pequeñas, demuestra que su pasión por el teatro lo ha absorbido en algún período de su vida. Pero, con todo, su artística herramienta para lanzar sus críticas y su visión de Chile, no la deja por nada.

-En tu obra muestras un hecho que es patente en las noticias de casi todo el mundo, como son las protestas. ¿Lo ves como un elemento válido de lucha por los cambios?
“Obviamente no estoy de acuerdo con las que son violentas, pero sí me gusta que la gente se manifieste en todos lados. Y más que protestar, me parece fantástico que se atreva a exigir cosas, que esté tomando consciencia de que todas las leyes también pueden ser beneficiosas, y que no solo sirven para castigar.
“Creo que la gente tiene ganas de reírse y de hacer catarsis con estos temas, de hacerse dueña de su país”.

-También quisiste sacar los trapos sucios de nuestra sociedad, como el tema de la discriminación entre los propios chilenos.
“Claro, el problema es que somos autoracistas. Mientras tu apellido y tu pinta sean más de chileno, peor. De hecho, cuando sale una guagua, el típico comentario de las señoras es ‘¡oh, salió blanquita!’. Eso es muy gracioso y todos lo tenemos en el ADN”.

-También hay un peruano entre los ‘coléricos’.
“Sí. Mostramos cómo llegan los peruanos a Chile y se hacinan en el Barrio Brasil, mientras nosotros nos hacemos los lesos. Si están alejados y no meten ruido, ahí los dejamos”.

-¿Tu te has sentido discriminado de alguna manera?
“Sí, se siente a cada rato. Más encima que yo estudié en la Universidad Católica, y seguramente, cuando hablaban de la diversidad, yo era la diversidad. El arte en sí es un poco discriminado también. La gente se guía por la tele, y si no sales ahí, como artista no existes. Una cosa de la que se ríen muchos de mis amigos de España es cuando llegan actores chilenos con su currículum, y entre sus cualidades ponen ‘buena presencia’. Allá eso no va; lo sabes hacer o no. Pero aquí, verse pintoso tiene un valor”.

-Tu personaje de la teleserie tiene un poco de eso también, de “parecer” algo más con su novia, un poco “mujer trofeo”, ¿no?
“Pero claro. Hay hombres que son más machistas y buscan un mujer que ojalá ni hable para destacar ellos. Pero en general, si tienen una polola más alta, más rubia, más bonita, se sienten mejor ellos. Es algo absolutamente aspiracional”.

-Suele ser un tema recurrente al hablar de la sociedad chilena, el asunto aspiracional, el doble estándar, etcétera.
“Y lo mismo pasa con las protestas. Los chilenos vamos para donde calienta el sol. Cuando nos conviene protestar, protestamos. Pero si el problema no afecta directamente, lo hacemos de lejos, por las redes sociales o tocando la bocina. En la obra están los típicos gallos que protestan, pero si les sale un asado, prefieren ir al asado. Es un poco como somos los chilenos. Me acuerdo que en la universidad, uno protestaba y paraba a la hora del almuerzo. Comíamos, tomábamos una chelita y después volvíamos en la tarde, si es que había ganas”.

-Escribiste, diriges y actúas en tu obra. ¿Hay algún mensaje especial que quieras dejar con “Coléricos”?
“Siempre espero que la gente se entretenga, pero si quiero decir algo, lo digo. Critico, con humor, que es la tesis antigua desde la antigüedad, que la catarsis llega a través de la risa. El bufón del palacio es el único que le puede decir al rey que está equivocado y no lo matan. El principal mensaje es que el chileno se está dando cuenta que aparte de tener obligaciones, tiene derechos”.

-¿Antes no lo sabían?
“Siento que en toda la época de la Concertación había que ser políticamente correcto. Uno no podía alegar tanto porque se supone que ellos eran los buenos. Pero ahora, como hay un gobierno de derecha, la gente se siente con el derecho de poder decir lo que quiera. Yo no creo que este gobierno sea tan distinto al anterior. Incluso es parecido... No soy de derecha, pero soy un detractor de la Concertación. Me desilusioné, al igual que mucha gente que se sintió traicionada con lo que pasó, porque le dio todas las herramientas”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Lo que más me gusta es cocinar. Terminando la entrevista, me voy a hacer un salmón al horno con jengibre. También hago pollo a la mostaza con miel, pescado al horno, ceviche... Y mi otro vicio es el teatro. Es una necesidad. Cuando dejo de hacerlo, siento que estoy perdiendo el tiempo. Si estoy lleno de pega, no importa, hago teatro y voy a ver teatro con mis hijas”.

-¿Eres un papá protector y celoso?
“Soy muy celoso. La mayor, escuché que anda pinchando. Soy tan celoso que es terrible para mí cuando mi señora hace desnudos en la televisión. Ahí termino tirándole zapatazos a la tele”.

-¡Pero si eres actor!
“Justamente por eso. Sé que es su pega y que tengo que aguantarlo, pero me carga. Una vez fuimos a un restaurante y el dueño nos dijo que vio una escena de desnudo de mi señora y que la había grabado... Nos dio la posibilidad de comer gratis cuando quisiéramos, pero yo no quise y pagué porque estaba tan picado. ¡Muy desubicado! Me da rabia porque a veces se valora más lo externo que lo interno, y la Claudia es mucho más que eso, es una súper actriz. Ahora es la nueva Negra Ester”.

-¿Te molesta que haga esas escenas con colegas?
“La escena que más me molestó fue una donde salía desnuda con Claudio Arredondo, que es mi amigo. Me daba una rabia que la viera así, ¡qué lata! Después nos juntamos a comer con él y yo le pregunté a él que por qué había tenido que desnudarse entera, y me dijo que el director lo había pedido. ‘Yo no lo habría hecho con tu señora’, le dije (ríe). Siento que si son amigos míos, van a sentir la confianza de mirarla más. ¡Qué rabia!”.
EL COMENTARISTA OPINA
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