“Ser el mejor no es una opción, es una obligación”, dice el popular dicho, pero qué pasa cuando este pensamiento se instala en la pareja donde ambos comparten la misma profesión.
Tal vez se viva bajo una presión constante, sin tregua y donde siempre tiene que haber un vencedor y un vencido. Es decir, se compite.
“Cuando hay competencia hay maltrato”, afirma tajantemente la psicóloga clínica Marcia Aure (marciaaure@hotmail.com) sobre este comportamiento.
“Es como si en forma reiterativa te estuvieran diciendo que vales poco, en comparación y además, no siempre te ofrecen ayuda para que hagas mejor tu trabajo o lo que sea”, añade.
Puede incluso que sea un fenómeno inconsciente, pero aún así se escapa a la idea de amor, donde la admiración por el otro, el respeto y la solidaridad entre ambos pasa al olvido.
¿Será que competir es entrar en una dinámica de juegos de poder dentro de la pareja?
“Cuando tienes una relación estable, quieres que tu pareja te acompañe, comparta y que ambos hagan una vida juntos con objetivos comunes, pero si la dinámica cambia y se compite por quien sabe más o lo hace mejor, vas a ir perdiendo seguridad, porque el otro buscará reafirmar su yo-yo y si no eres competitiva, igual esa forma de relación te va a pasar la cuenta”, afirma.
En ese sentido, la psicóloga y terapeuta de parejas, Leire Cosgaya (leirecosgaya@gmail.com) indica que este proceder, más que ocasionar problemas específicos puede generar una crisis en la pareja.
“Si necesito competir con un enemigo es un tema de supervivencia, pero si compito con la persona que he elegido para que esté a mi lado, podríamos pensar que existe una gran inseguridad en mí, porque busco validarme a través de otro, en vez de validarme a mí mismo”.
La situación se complica si la persona que tienes como compañero o compañera es muy crítico y todo lo que hace el otro, está mal o se podría hacer mejor, ya que él o ella, saben de lo que hablan y lo expresan con una severa propiedad.
El escenario será más desafiante si ambos trabajan en el mismo lugar y comparten toda su rutina: horarios en casa, trayecto al trabajo, redes de amigos de trabajo y problemas laborales. “Entonces, cuando llegan a la casa siguen hablando de trabajo, ahí se puede producir un desgaste importante en la pareja, porque ambos mantienen un micromundo my chiquitito”, alerta la terapeuta de parejas.
Vaso medio lleno
En la otra cara de la misma situación, el compartir una misma profesión, oficio o lugar de trabajo puede generar mayor comprensión sobre el quehacer diario, las exigencias y desafíos que se le presentan al otro, gracias a lo cual, “el apoyo será instantáneo, porque hay un reconocimiento y una valoración positiva de los logros que se van alcanzando individualmente”, sostiene Leire Cosgaya.
Es decir, la pareja se complementa y vive en armonía.
Si no es el caso, para salir de la competencia, lo primero que recomiendan será hacer un análisis sobre cómo es la relación y luego, “auto-observarse, verificar si soy o no competitiva y si lo soy, pensar que la competencia conmigo misma puede ser positiva, en vez de estar estresando a mi pareja”, comenta Marcia Aure.
Añade que, “si no eres competitiva, tienes que abrir el tema con tu pareja para que se distienda y puedas hablar desde el cariño, sobre lo que te pasa sin temor a mirarte o mirar al otro”.
Bajo esa postura crítica pero sin menoscabar la autoestima de nadie, la psicóloga Cosgaya aconseja expandir la mirada y la perspectiva sobre la relación y el mundo que los cobija, ampliando las redes sociales, familiares y manteniendo los límites claros, entre el compartir, competir y tener una vida propia.
“Si trabajan juntos, acordar un horario para hablar del trabajo y sobre todo retomar amistades o actividades individuales que se dejaron por estar en pareja y evitar el conflicto”.
Por tanto, para lograr una buena y sana relación la clave estará en la comunicación y en la auto-reflexión constante sobre cómo se siente el diario vivir en pareja, para que al menor indicio de competencia, saltar y tocar la alarma de que algo no anda bien.