MADRID.- Un accidente doméstico de Santiago Cañizares, que le impedirá acudir al Mundial de fútbol de 2002, hace que Iker Casillas se perfile como el titular de España en la portería, en un final de temporada que el joven del Real Madrid no habría podido imaginar ni en sus mejores sueños.
La noticia saltó en la noche del viernes en la concentración de la selección española en Jerez de la Frontera: Cañizares no va al mundial. El guardameta del Valencia, indiscutible titular en la selección, sufrió el corte de un tendón de un dedo del pie con uno de los cristales de un frasco de colonia que se le cayó y se rompió en el lavabo.
“Es una noticia muy mala para nosotros”, confirmó el seleccionador español, José Antonio Camacho, quien llamó al guardameta del Málaga, Pedro Contreras, como tercer arquero. “Cañizares estaba en gran forma y estaba deseando llegar al torneo. Pero tenemos que seguir adelante sin él. Tengo plena confianza en los otros porteros”, remató.
La mala suerte de Cañizares, 35 veces internacional, contrasta palpablemente con la buena fortuna que sonríe a Casillas, 13 veces bajo los palos de España, una máxima que se puede aplicar al conjunto de sus respectivas carreras deportivas.
Cañizares, de 32 años, es un trotamundos al que su estrella sonrió en escasas ocasiones. Criado en las categorías inferiores del Real Madrid, tuvo que peregrinar por varios equipos de segunda división hasta encontrar un hueco en el Celta de Vigo a principios de los noventa.
Sus buenas actuaciones con la camiseta celeste le llevaron a la suplencia de la selección, por detrás del inagotable Andoni Zubizarreta. Sin embargo, su gran momento de gloria llegó cuando “Zubi” fue expulsado en el partido decisivo de clasificación para el Mundial 94 ante Dinamarca. Sus espectaculares paradas llevaron a España a Estados Unidos y le valieron regresar al Real Madrid.
Su vuelta a la “Casa Blanca” fue de nuevo gris. Primero se topó con un Francisco Buyo en gran forma hasta su retirada, y después la llegada del alemán Bodo Illgner le volvió a cerrar el paso. Cañizares volvió a hacer las maletas y se marchó a Valencia, donde, paradójicamente como en la selección, sustituyó al retirado Zubizarreta.
En el equipo “che”, del que fue nombrado capitán, obtuvo la estabilidad y la continuidad necesarias. Sin embargo, el éxito le siguió siendo esquivo. Su Valencia cayó en la final de la Liga de Campeones en 2000 y 2001, la segunda de ellas en una tanda de penales en la que Cañizares no pudo reprimir un llanto de rabia que dio la vuelta al mundo. Sólo esta temporada su trabajo serio dio frutos con la consecución del título de liga, pero un inoportuno frasco de colonia le privó ahora del que debía ser su Mundial.
Todo lo contrario ocurre con Casillas. El joven arquero, que el lunes cumple 21 años, está bendecido por los dioses. En 2000 se encontró con la titularidad del Real Madrid a los 19 años gracias a las lesiones de Illgner y a los problemas de confianza del argentino Albano Bizarri.
Al contratio de lo que ocurrió con otros guardametas que pasaron por la difícil portería “merengue”, como Cañizares, Casillas cayó desde el primer momento en gracia entre la parroquia del Bernabeu, que lo adoptó como uno de sus hijos predilectos.
El madridismo se quedó prendado de su agilidad y tranquilidad bajo los palos, ignorando incluso sus dudas en los balones por alto, y Casillas se hizo titular indiscutible.
La portería blanca fue suya hasta que, mediada la temporada recién concluida, una serie de errores menores lo relegaron al banquillo en favor de César Sánchez. En la banda, Casillas conoció el lado duro del fútbol y maduró rápidamente, su sonrisa inocente se endureció y pasó a medir mucho más sus palabras.
Sin embargo, la fortuna le tenía preparados varios guiños, aunque ambos fueran a costa de lesiones de compañeros. Primero César sufrió un esguince en la final de la Liga de Campeones y Casillas se erigió en uno de los héroes con tres paradas prodigiosas en los minutos finales que dieron el título al Madrid.
Después, cuando aún los ecos de su actuación en Glasgow y sus lágrimas de emoción no se habían apagado, Cañizares le cedió involuntariamente el puesto en la selección.
“Lo sentí por César, también por ’Cañete’, pero así es el fútbol”, afirmó Casillas tras conocer la noticia. Ahora le toca cumplir como siempre hizo cuando tuvo oportunidad, protegido, eso sí, por una fortuna que hasta ahora nunca le falló.