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Sampras-Roddick: un duelo de experiencia e ímpetu

"Es un sueño hecho realidad", confesó Roddick desde la emoción de sus 20 años. "Espero que se le transforme en una pesadilla", ironizó Sampras, de 31 años, que, una vez más, está convirtiendo lo improbable en real en el US Open.

04 de Septiembre de 2002 | 12:47 | DPA
NUEVA YORK.- Es el duelo perfecto. La joven promesa contra el veterano cerca del adiós, la explosión de adrenalina de un adolescente irreverente ante la sobria calma de un prodigio técnico. El futuro contra... ¿el pasado?

Cuando Andy Roddick y Pete Sampras pisen este jueves el estadio Arthur Ashe de Flushing Meadows, los organizadores del Abierto de tenis de Estados Unidos se frotarán las manos: mejor, imposible.

"Es un sueño hecho realidad", confesó Roddick desde la emoción de sus 20 años. "Espero que se le transforme en una pesadilla", ironizó Sampras, de 31 años, que, una vez más, está convirtiendo lo improbable en real.

Número uno del mundo entre 1993 y 1998, ganador de una cifra récord de trece torneos de Grand Slam y considerado uno de los dos jugadores más grandes de todos los tiempos, Sampras llegó a Nueva York en horas más que bajas.

No gana un torneo desde Wimbledon 2000, disputó sólo una final este año -la de Houston, cayendo precisamente ante Roddick- y ocupa el puesto 17 del ránking. Este año sufrió derrotas ante jugadores a los que hace un tiempo despachaba con los ojos cerrados. Pero ya el año pasado había llegado a Flushing Meadows tras una temporada pobre y mostrando signos de decadencia en su juego.

Y Sampras sorprendió en ese torneo, escalando hasta la final tras dejar en el camino a grandes como Patrick Rafter, Andre Agassi y Marat Safin. Sólo la solidez del nuevo número uno, el australiano Lleyton Hewitt, pudo frenarlo. ¿Sucederá algo similar esta vez?

"Sampras desafía a sus detractores", titula hoy "The New York Times". "La saga continúa para Pete", destaca el "Daily News".

El ex número uno luchó ayer durante más de tres horas hasta diez minutos antes de la medianoche para derrotar al alemán Tommy Haas, número tres del mundo y un hombre con el que en los últimos dos años siempre había perdido, la última de ellas hace un mes en Toronto.

Todo cambia cuando Sampras llega a Nueva York. Finalista de las últimas dos ediciones del torneo, su nivel en Flushing Meadows parece confirmar lo que viene repitiendo desde hace casi dos años: "Creo que aún tengo algún Grand Slam en mi interior, juego para ganar otro grande. Eso es lo que me motiva".

El choque, ante 23.000 espectadores en el estadio Arthur Ashe y con televisación en directo para todo el país, será la quinta esencia del "espíritu americano". Con la duda de qué apoyo obtendrá Roddick, número once del mundo y un joven que lleva al delirio a los espectadores con su tenis de potencia suicida y acrobático histrionismo.

"Es para esto que jugamos. Es por partidos como estos que uno trabaja tanto", dijo entusiasmado Roddick de cara a su gran cita de mañana. Si gana, se convertirá desde el lunes en uno de los diez mejores del mundo y hará hundirse a Sampras más aún en el ránking. El recambio generacional no podría gestarse con más simbolismo. Pero en Nueva York corre un deseo: que gane Sampras. Para él, quizás sea la última oportunidad. Roddick, en cambio, tiene toda su carrera por delante.
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