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Psicólogo deportivo: "Los chilenos no ganan porque se acomplejan"

Duele, pero es verdad. Con una sola mano se puede contar las veces que nos pudimos llenar de orgullo por alguna victoria deportiva chilena. ¿Dónde radica esa falta de metas y victorias? Víctor Sforzini, terapeuta e investigador deportivo, responde a Emol sin condescendencia.

17 de Febrero de 2005 | 09:49 | Ilona Goyeneche, El Mercurio en Internet

Deportistas al diván
Según Víctor Sforzini, master en Psicología del Deporte, uno de los mejores ejemplos que grafican el escenario deportivo nacional es “la vez que el área técnica del COCH me invitó a dar una charla a sus integrantes y me preguntaron: ¿Qué es un campeón? Creo que esa es la clave. Antes de trabajar en busca de resultados o pretender formar campeones, tenemos que saber quiénes son, cómo son y qué es lo que los transforma en fanáticos de éxito”. Sus dichos son apoyados por logros que obtuvieron deportistas con los que trabajó, como Lukas Tudor, que marcó el récord histórico de goles con siete en un partido; Rodrigo Zelaya, quien obtuvo marcas nacionales y sudamericanas en lanzamiento de jabalina; la velocista Leslie Cooper, quien ganó la medalla de oro para Chile en el Orlando Guaita, Jorge Aravena, quien obtuvo el Botín de Oro en el fútbol en Colombia; Antonio Arias, denominado mejor lateral izquierdo del fútbol chileno de todos los tiempos y los futbolistas colombianos Bernardo Redin y Carlos Valderrama, elegidos como los mejores jugadores de América.
SANTIAGO.- Aunque nadie lo quiere escuchar, la derrota es un hábito demasiado común en el desempeño deportivo chileno. Sobran las disculpas, falta la autocrítica y el escenario parece no cambiar. La selección de fútbol mantiene en incertidumbre sobre su clasificación al Mundial 2006; Marcelo Salas ha pasado a un segundo plano con tantas lesiones que lo tienen alejado de las canchas; Carlo de Gavardo ha sumado decepciones cuando más esperanzas existían; y Marcelo Ríos, pese a ser uno de los mayores talentos tenísticos en Sudamérica, sólo logró permanecer algunas semanas en el primer lugar de la ATP.

Todo esto se olvidó por un momento al contar con las primeras medallas de oro obtenidas por Nicolás Massú y Fernando Gonzáles en las últimos Juegos Olímpicos celebrados en Atenas el año pasado. La pregunta que aparece automáticamente: ¿Se podrán mantener a la altura de las exigencias deportivas a largo plazo? Massú empezó mal, retirándose del Abierto de Australia, su primer compromiso de este año. Y nuestra aplaudida selección Sub-20 que demostró un inesperado desempeño. ¿Serán capaces de mantener el nivel luego de cumplir 21?

Víctor Sforzini, entrenador y asistente técnico federado, terapeuta clínico y deportivo, y pionero en Chile en la aplicación de la hipnosis y auto hipnosis a este campo, ha llevado desde hace años nuestro desempeño deportivo a su consulta. Haciendo un estudio interdisciplinario de los rendimientos deportivos de Chile en instancias tales como los Juegos Olímpicos hasta el 1992, llegó a un diagnóstico desalentador: “Los chilenos no ganan porque se acomplejan” e incluso afirma que “en el inconsciente colectivo está la idea de que ‘ganar no es bueno’".

- Según usted, nuestros deportistas, técnicos y dirigentes no aprenden de sus experiencias -en este caso derrotas- que han tenido en desempeños deportivos anteriores. ¿Cómo explica esto?

Los hechos personales, deportivos y sociales, incluso los históricos, puedes analizarlos desde una perspectiva diacrónica o sincrónica, es decir, con tiempo o sin, con historia o sin ella, como que nada está conectado, es como que cada participación fuera una isla y el análisis que hicimos demuestra que optamos por la forma sincrónica, y este es un craso error en nuestro particular deporte.

En general, por no decir siempre, conjugamos en competencias de alto nivel el verbo fracasar. Y no por el hecho de salir segundos o últimos, sino porque por norma nuestros deportistas rinden menos de lo esperado e incluso no logran igualar sus mejores marcas, cuando toda la preparación previa implica que el objetivo es llegar a superarlas o a lo menos igualarlas. De allí nace la pregunta lógica, ¿por qué en instancias de alta responsabilidad, los nuestros no son capaces de dar lo mejor de sí mismos? Esa debería de ser la reflexión y el trabajo de investigación que nos permitiera poder usar las experiencias anteriores, pero la historia nos dice que tanto dirigentes entrenadores y deportistas usan históricamente la misma frase: ‘estoy decepcionado’, pero, nadie hace nada ante y frente esta situación. En la próxima competencia se hace todo igual, como si no tuviéramos una historia de fracasos, y nos traspasamos un duelo no elaborado. Podemos perder y sin embargo, triunfar. El fracaso es algo diferente, es la no obtención de lo mejor de nosotros mismos.

- Dice que las diferencias con deportistas extranjeros no son ni físicas ni técnicas, sino psicológicas. ¿Por qué?

En realidad yo digo que las mayores diferencias son sicológicas y tácticas. En mi trabajo de investigación de los Juegos Olímpicos, inédito en el país, quedó demostrado que muchos de nuestros atletas incluyendo el ciclismo y el tiro, tenían marcas personales y/o colectivas que les habría permitido subirse al podio olímpico. Por lo tanto es el miedo a la responsabilidad, la nikefobia (miedo al éxito), miedo al fracaso, al ridículo, la paupérrima formación agonística de nuestros atletas y los mensajes de nuestra cultura de que sobresalir es malo, lo que hace que nuestros deportistas no sepan desarrollar en competencia de alta responsabilidad todos lo elementos sicológicos que son necesarios para ser campeones o para dar lo mejor de sí mismos.

Esto nos ha llevado a lo que denomino “Apología de la Derrota”, que significa que perder es bueno ya que el que triunfa, y esto también es parte de la idiosincrasia del chileno, es por el árbitro; la altura; el pasto; la pista, la temperatura, es homosexual, etc. Pero no sabemos reconocer que en el éxito del otro hay trabajo, dedicación, perseverancia, deseos de triunfar, sacrificios, estudios, y no es el resorte de la bueno o de la mala suerte.

- ¿En qué fallan nuestros deportistas a la hora de enfrentar las reales exigencias que impone una competencia de alto nivel?

En no entender que en una gran competencia hay que vencer paso a paso los siguientes puntos:

1. Vencerse a sí mismo: si cuando entro a competir no he logrado superar mi miedo al éxito o al fracaso, mi sistema nervioso simpático o parasimpático será activado y el stress agonístico sobrepasará mis capacidades de resistencia a tal estímulo. En ese momento ya habré fracasado, y seré consumido y devorado por todos esos factores sico-emotivos.

2. Vencer la situación: si es que he logrado traspasar la barrera anterior, debo tener la capacidad de pararme en cualquier lugar, cancha, estadio o pista atlética del mundo, sin que me afecte significativamente. No es lo mismo jugar una final del barrio que estar en un campeonato mundial, por lo tanto, el estrés de la situación a la que estoy enfrentado va a requerir de mí capacidades adaptativas muy diferentes. Por ello que la situación en sí, para el que no está preparado sicológicamente, como es el caso de los nuestros, eliminará los años de entrenamiento y las posibilidades de rendimiento.

3. Vencer al rival: solamente si hemos podido vencer los dos puntos anteriores podemos imponer a nuestro rival nuestras potencialidades físicas, técnicas, tácticas y sicológicas. Podremos “ver” y “leer” al rival, actualizar nuestra preparación en la justa deportiva y resolver el problema que nos plantea. La victoria o la derrota seguirá la lógica de quién es el mejor al aprovechar las posibilidades que se presentarán en el desarrollo de la justa deportiva.

- La falta de medios y recursos, ¿es una disculpa?

No, la historia deportiva mundial está llena de países y de deportistas que bajo nuestra perspectiva de cómo nos explicamos el éxito deportivo, no deberían jamás haber logrado récords mundiales y medallas olímpicas, y, sin embargo, lo han conseguido. Si vamos a las estadísticas, países con menos habitantes, nivel cultural y más bajo ingreso per cápita que nuestro país, pueden mostrar con orgullo sus medallas olímpicas, de campeonatos mundiales y europeos. ¿Entonces, es una explicación válida? No. Es nuestra ignorancia ante el quehacer deportivo lo que nos ha llevado a respuestas tan simples.

- ¿Cuál es la culpabilidad de los entrenadores dentro de este marco, y cambiarlos, como se ha vivido con el técnico de la Selección Chilena, es la solución correcta?

Es creer que basta con entrenar, y no perfeccionarse y ser más ambiciosos. Todos somos representantes de nuestra sociedad y la expresamos en nuestros actos. El ‘chilenito despectivo’ con que nos han tratado muchas veces, es una forma de expresar lo débiles que somos para ser consecuentes con nuestros deseos más profundos de ganar y ser campeones. De allí lo bueno del logro de Sulantay con quién trabajé alguna vez. Consiguieron clasificar a un mundial y eso son palabras mayores sobretodo ante los uruguayos. ¿Se le ha dado el realce que esto tiene? No. Eso también es parte de nuestra mentalidad orientada al fracaso, porque si no lo hubiéramos conseguido, todavía sería motivo de titulares, comentarios y páginas de diarios. En cuánto a los cambios de D.T, ellos son siempre un arma de doble filo si la decisión es más visceral que racional.

- Chile cuenta con muchos logros y éxitos en categorías infantil y juvenil. Sin embargo, muy pocos de estos campeones siguen una carrera deportiva ya mayores. ¿Por qué?

Eso también le sucede a Bolivia y Perú, porque en la adolescencia todavía se juega y no se ha llegado a la etapa de tener que responder al éxito. Es allí donde aparece otro gran problema del deportista chileno: “la inhibición para el éxito”, que significa que se teme a la responsabilidad ligada al éxito. Pero cuando todos esperan que pase de promesa a realidad, esta falta de preparación en la etapa formativa del deportista, es decir, prepararlo para el éxito, con todo lo que ello implica, se hace sentir fatalmente en todos nuestros atletas en general.

- Entonces, ¿qué hace falta para que nuestros deportistas triunfen?

La frase ‘El camino el infierno está plagado de buenas intenciones’ se cumple a cabalidad con la mayoría de las personas que integran el deporte nacional. Hace falta una mayor rigurosidad en el trabajo. Intelectualizar el deporte, saber dónde queremos llegar y, por sobre todo, que las cosas no nos acontezcan, sino hacer que nos acontezcan. Es decir, responsabilizarnos de lo que hacemos, sin miedos.

Hay que recoger todas las experiencias de nuestros éxitos y fracasos, reflexionar profundamente sobre ellos e incluso hacer participar a los que han fracasado rotundamente, porque ellos pueden traspasar también su experiencia. Hace falta saber trabajar en equipos interdisciplinarios, y desarrollar políticas de estado y educativas que le enseñen a la madre chilena a ser menos sobreprotectora y más “empujadora” con sus hijos. Todos los grandes tenistas como Jimmy Connors, Mac Enroe, por citar algunos, tenían a su madre al lado empujándolos, apoyándolos y exigiéndolos. En Chile, el ejemplo claro es Zamorano y Doña Alicia.

También hay que cambiar el concepto en la formación agonística. Uno no se forma para vencer al otro, eso es sólo una posible consecuencia. La verdadera formación agonística, es la de enseñarte a vencerte a ti mismo y dar siempre lo mejor de ti. Buscar la trascendencia de la vida, aunque parezca muy insustancial para algunos, en vencer los límites del tiempo y espacio, la fuerza de gravedad, de la muerte, y prepararte para lograrlo ante cualquier tipo de situación y lugar en el mundo. Ya decía Demócrito en su ética: “La mayor victoria que un hombre puede alcanzar, es vencerse a sí mismo, y la más desastrosa derrota, es ser vencido por sí mismo”.
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