WASHINGTON.- El futuro del sistema de defensa antimisiles que preparan los Estados Unidos dependerá de las próximas elecciones presidenciales del próximo siete de noviembre, pero éstas se van a decidir por asuntos internos, como la asistencia sanitaria o los impuestos.
Este proyecto, conocido por sus siglas en inglés NMD, se puede convertir en una de los principales asuntos de la política exterior y defensa de la campaña electoral, aunque su importancia real en los comicios puede ser mínima.
Los estadounidenses no sienten amenazas exteriores a su seguridad y, satisfechos por su bienestar económico, elegirán al presidente que mejor les garantice la continuación del actual período de prosperidad, según coinciden los analistas electorales.
El anuncio del presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, de dejar a su sucesor la decisión final, hará que el futuro del proyecto, muy criticado por Rusia y China y visto con recelo en Europa, dependa de los comicios del 7 de noviembre.
Clinton intentó evitar cualquier sensación de urgencia, ya que recordó que EEUU es la única superpotencia, y los retos de seguridad están confrontados por su diplomacia y sus fuerzas armadas.
"Los Estados Unidos disfrutan hoy de una abrumadora superioridad militar sobre cualquier otro potencial adversario", afirmó.
En esta situación, el candidato demócrata a la Casa Blanca y vicepresidente estadounidense, Al Gore, promete seguir el actual proyecto para crear un sistema limitado que sólo defienda a EEUU de ataques de países como Corea del Norte o Irán, o incluso un disparo accidental.
En cambio, el aspirante republicano, George Bush, propone un sistema sin limitaciones que defienda a EEUU de cualquier amenaza, incluso de Rusia o China, sin importar si ello supone una violación del tratado ABM firmado en 1972 por Washington y Moscú.
Bush intenta crear un sistema con elementos en tierra, mar y aire, más parecido a la "guerra de las galaxias" que intentó promover en los años 80 el entonces presidente de los Estados Ronald Reagan.
La forma en que Clinton realizó su anuncio demuestra que la Casa Blanca busca alejar el escudo antimisiles de la agenda política y de las controversias electorales.
La Casa Blanca no incluyó el discurso del presidente en la Universidad de Georgetown, en las previsiones que divulga el día anterior, con lo cual evitó que los diarios del viernes publicaran sus primeras informaciones sobre el asunto.
Además, eligió cuidadosamente uno de los días en que la gente presta menos atención a las noticias: el viernes antes del primer lunes de septiembre, cuando se celebra el día del trabajo en EEUU, en lo que constituye un gran "puente" de vacaciones.
En estos días, más de 33 millones de estadounidenses realizarán desplazamientos turísticos, mientras que muchos otros se dedican al ocio casero, lo que reduce notablemente la atención general a las noticias.
El período final y más duro de la campaña electoral comienza, precisamente, a partir del próximo martes, por lo que si Clinton hubiera realizado su anuncio sólo unos días después los republicanos habrían tenido más posibilidades de atacar a su política, con perjuicio para Gore.
El candidato republicano a la presidencia, George W. Bush, no dejó escapar la ocasión para criticar a Clinton y Gore, a quienes acusó de ser débiles en su política de defensa.
"Durante siete años, la Administración Clinton-Gore ha fallado en reforzar las defensas de Estados Unidos", señaló Bush en un comunicado.
En un gesto de ironía, el gobernador de Texas agradeció la decisión porque le ofrece "la oportunidad de actuar donde ellos han fracasado" y desplegar un sistema antimisiles que proteja a todo EEUU y a "nuestros amigos y aliados".
El portavoz de la Casa Blanca, Joe Lockhart, consideró que esta reacción de Bush es "más política que basada en los hechos", ya que "tenemos las mejores fuerzas armadas de mundo y nuestro liderazgo ha continuado y se ha reforzado en los últimos siete años".
Sin embargo, el puente de verano y la atención prioritaria que los votantes están otorgando a la economía, la educación, la sanidad y la seguridad social pueden hacer que los ataques republicanos queden pronto olvidados.