WASHINGTON.- En una campaña presidencial interminable, el recuento manual de los votos en disputa continuaba en algunos condados de la Florida, mientras los abogados de los candidatos George W. Bush y Al Gore se enfrentaban en los tribunales y ambas partes incrementaban el volumen de sus recriminaciones mutuas.
El ex secretario de estado Warren Christopher acusó a la secretaria de Estado de la Florida, Katherine Harris, una partidaria de Bush, de haberse inclinado "en dirección de una política partidista" al insistir en un plazo de las 5 pm (22.00 GMT) de hoy para certificar los resultados de condado por condado.
Gore se presentó ayer brevemente ante las cámaras frente a la Casa Blanca e intentó dar una imagen de estadista. "No quisiera ganar la presidencia por unos pocos votos emitidos equivocadamente, o malinterpretados, o no contados, y no creo que el gobernador Bush tampoco lo desee", dijo, antes de negarse a responder preguntas.
Una semana después de la votación, ninguno de los dos principales candidatos ha obtenido la mayoría en el colegio electoral, y ambos necesitan los 25 votos de la Florida para ganar la presidencia. Bush tiene una ventaja de 388 votos en un recuento estatal extraoficial efectuado por The Associated Press, sin incluir un número desconocido de votos del exterior que serán computados el viernes.
Harris concedió a los 67 condados del país hasta la fecha límite para certificar los resultados de los comicios del martes en la Florida, estado que probablemente determinará quién entre Gore o el gobernador de Texas, George W. Bush, llegará a la Casa Blanca.
La campaña de Gore pidió recuentos manuales en cuatro condados de tradicional tendencia demócrata: Volusia, Palm Beach, Miami-Dade y Broward. Gore tiene ventaja en el voto nacional por unos 200.000. Sin embargo, la presidencia de Estados Unidos no se decide por el voto popular, sino por el Colegio Electoral.
Según este sistema, cada estado tiene tantos votos electorales como miembros en el Congreso, y en casi todos los estados todos los electores van para quien gane la mayoría de votos en el estado.
Esto significa que es posible ganar más votos en todo el país, pero perder las elecciones por un menor número de votos electorales. Esto ha sucedido tres veces en la historia estadounidense, la última vez en 1888.