BRASILIA.-Miles de pasajeros seguían varados hoy en los aeropuertos de Brasil, tras un paro de controladores que duró toda la noche y obligó al gobierno a negociar con los gremios, en medio de la más grave crisis de la aviación nacional.
Todos los aeropuertos del país amanecieron con miles de pasajeros apiñados, irritados y abatidos por el cansancio, tras haber esperado durante toda la noche que despegase algunos de los cientos de vuelos nacionales e internacionales afectados por la huelga.
La severa crisis, que se arrastra desde el 29 de septiembre del año pasado, cuando la caída de un avión de la aerolínea Gol causó la muerte de 154 personas, alcanzó límites insospechados la noche de este viernes, cuando exactamente a las 21.00 hora local (00.00 GMT) se detuvieron todas las operaciones en 49 aeropuertos del país.
La paralización fue producto de una huelga iniciada por los controladores de Brasilia, responsables por la vigilancia del 75 por ciento del espacio aéreo nacional, a la que de inmediato se plegaron los trabajadores de todo el país.
Los controladores hicieron público un manifiesto en el que exigen aumentos salariales, una modernización de los obsoletos equipos, la desmilitarización del sector y una menor carga laboral, acorde con las normas internacionales.
La primera reacción del gobierno fue activar a la Policía para llevar a prisión a los huelguistas, pero el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que estaba en pleno vuelo hacia Washington, ordenó que se liberase a los detenidos y se iniciara una negociación.
El ministro de Planificación, Paulo Bernardo Silva, se reunió con representantes del gremio, con los que se acordó la suspensión de la huelga, sin castigo para los convocantes, y abrir un proceso de negociaciones en torno a los reclamos de los trabajadores, que hasta ahora no habían sido escuchados por el gobierno.
Silva también se comprometió a gestionar una reunión entre los líderes del sindicato de controladores y el presidente Lula, una vez que éste regrese de Washington, donde hoy se reunía con el líder de Estados Unidos, George W. Bush.
El acuerdo permitió retomar las operaciones en las primeras horas de hoy, pero el “efecto dominó” causado por la huelga fue sufrido en todos los aeropuertos por pasajeros que llegaron a esperar hasta 24 horas para viajar.
En las principales terminales del país, durante la mañana de hoy seguían los conatos de violencia y las discusiones entre personas que reclamaban y empleados de las aerolíneas que no sabían dar explicaciones sobre los horarios de los despegues.
Según informó Infraero, empresa pública responsable de todas las operaciones aeroportuarias, de un total de 553 vuelos previstos para hoy, hasta el mediodía habían sido cancelados 82 y otros 101 tenían atrasos superiores a una hora. La aerolínea Gol llegó a difundir un comunicado en el que exhortó a las personas que tenían previsto viajar hoy que “no se dirijan a los aeropuertos,” hasta tanto la situación se normalice.
Según el brigadier José Carlos Pereira, presidente de Infraero, el problema “puntual” producido por la huelga de los controladores sólo podrá ser solucionado en un plazo de tres días."La planificación de los vuelos ha quedado totalmente destruida,” declaró Pereira, quien pidió “paciencia” a los pasajeros y apeló a la “buena voluntad” de los empleados de las aerolíneas.
Según fuentes políticas, el paro de los controladores ha dejado en la cuerda floja al ministro de Defensa, Waldir Pires, un viejo amigo de Lula al que miembros de la Aeronáutica consideran culpable de la situación.
El pasado martes, Lula anunció, en un acto público, que le había exigido a sus colaboradores un “diagnóstico preciso” de la crisis aérea y “un día y una hora” para anunciar “que se acabaron los problemas.”
