Fito Páez simplemente la rompió. Se dio el lujo de reventar la Quinta Vergara con rock del verdadero, se dio el lujo de ganarse la Gaviota de Plata y se dio el lujo de hacer esperar a Vodanovic al borde del escenario como un padre impaciente que espera los caprichos de su hijo malcriado.
Por su fuera poco, el rosarino no le dio mayor importancia a la cerrada ovación que le ofreció el público de la Quinta. "Es lo de todos los días. Yo aquí en Chile me siento como en mi casa, y tengo 400 millones de gaviotas aquí en mi corazón que han dado desde que vengo hace 16 años".
Tampoco le extrañó la euforia que provocó en el público: "Yo vengo a generar catarsis. Necesito que la vida pase por el escenario, y la catarsis pasa por el corazón, no hay cables que puedan parar eso", digo claramente eufórico.
Consultado acerca de rol que están cumpliendo los artistas argentinos en la crisis que azota ese país, el rosarino aclaró: "Primero que nada habría que marcar las diferencias porque el nombre de "artistas" por estos días se lo pone cualquiera. Yo no puedo hablar por todos, pero yo personalmente les diría: garra, lucidez y acción. También les pediría que dejaran de echar eternamente la culpa a la clase política dirigente, porque en cierta forma fuimos nosotros los que la pusimos ahí".