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Tras una larga prohibición, resurge la música en Irán

Muchos cantantes iraníes han salido de su país para producir sus discos en Los Angeles, donde hay una gran comunidad de compatriotas. Hasta fechas recientes, los cantantes que grababan en Los Angeles sólo podían ser escuchados en Irán mediante cintas clandestinas. Ahora hay versiones originales y autorizadas a la venta.

07 de Agosto de 2002 | 17:39 | AP
TEHERÁN.- En la década de 1980, la música se silenció virtualmente en este país islámico.

Los clérigos prohibieron las canciones no religiosas por considerarlas contrarias al islam. La policía detenía los automóviles para examinar las grabadoras de cintas y destruía los casetes que juzgaba ofensivos. A las mujeres se les prohibió cantar o bailar frente a los hombres.

Hoy día, en cambio, la música está resurgiendo lentamente en Irán.

Los adolescentes de uno y otro sexo tocan música juntos, las voces femeninas dominan entre los éxitos iraníes del momento y las manifestaciones musicales de Occidente resuenan en los automóviles y los centros comerciales.

Aunque muchas de las libertades prometidas por el presidente Mohamad Khatami han sido bloqueadas por los poderosos clérigos, su influencia ha relajado las convenciones sociales lo suficiente como para satisfacer el gusto reprimido por la música.

Sin embargo, persiste el peligro de una nueva prohibición.

En junio, los fundamentalistas decidieron combatir los "actos de inmoralidad social", y varios jóvenes iraníes fueron detenidos y acusados de provocar desórdenes públicos por escuchar música a todo volumen en sus automóviles.

Este mes, un tribunal de Teherán se pronunció en contra de Mohamad Jordadian, un bailarín iraní-norteamericano que es muy conocido en este país. El tribunal le prohibió enseñar danza de por vida y le impuso una sentencia suspendida de diez años de prisión.

Luego del derrocamiento del sha en 1979, y del establecimiento de una república islámica, los clérigos proscribieron toda la música anterior a la revolución. Sin embargo, los intransigentes han perdido terreno en los últimos años ante los reformistas.

En 1999, la artista de música folclórica Horvash Jalili fue la primera cantante desde la revolución que recibió permiso del gobierno para grabar un álbum. Se le permitió ser la voz principal en el disco, pero con coros masculinos, a fin de contrarrestar los supuestos riesgos seductores de una voz femenina. Le fue prohibido también realizar alguna campaña publicitaria del álbum, que tuvo pocas ventas.

El más reciente disco de Jalili, "Gacela blanca", es distinto. Acompañada por una guitarra, un salterio y las voces masculinas obligatorias, su voz suena más fuerte y clara, y su foto aparece en la portada. Algunos periódicos publicaron anuncios del disco, con la fotografía, pero dejaron de hacerlo luego que los fundamentalistas protestaron.

Aún así, el disco se ha vendido bien desde su lanzamiento en mayo.

"Llevó un año y medio obtener el permiso para mi álbum más reciente. Es un gran éxito pese a numerosas limitaciones, gracias a la política cultural de Khatami", dijo Jalili.

Khatami, que es clérigo, pareció dar el espaldarazo público a Jalili al presentarse entre el público cuando la artista cantó durante las celebraciones del vigésimo segundo aniversario de la revolución. También la incluyó en su delegación cuando hizo una visita oficial a China en el 2000.

"Después de años de silencio, el renacimiento reciente de la música es la nueva revolución de Irán", dice Jalili.

Muchos cantantes iraníes han salido de su país para producir sus discos en Los Angeles, donde hay una gran comunidad de compatriotas.

"Yo pude haber cantado en Los Angeles, pero he decidido observar las reglas mínimas (del país) y promover la música dentro de la república islámica", afirma Jalili.

Hasta fechas recientes, los cantantes que grababan en Los Angeles sólo podían ser escuchados en Irán mediante cintas clandestinas. Ahora hay versiones originales y autorizadas a la venta.

También las escuelas de música están floreciendo.

Niloufar Sarayedaran, de 20 años, asiste dos veces por semana a la escuela Gam, en el norte de Teherán. En la escuela, acompaña con instrumentos de percusión a otro alumno, Shayan Asadi, quien toca el salterio.

"La música es amor, conocimiento y alma. Si nuestro cuerpo necesita comida, nuestra alma necesita música. Es simplemente ilógico condenar la música", opina Sarayedaran.

Algunos clérigos fundamentalistas consideran que la música se interpone entre los fieles y Dios, conduce a pensamientos impuros y es incompatible con la rama chiíta del islam, que es la dominante en Irán.

"A cualquiera que diga que la música es permisible, debo decirle que uno de los santos chiítas la prohibió", dijo Karamatola Malek Hoseini, mulá del centro de Irán, según el diario Hayat-e-Nou. Hoseini es un representante del líder supremo iraní, ayatola Alí Khamenei.

Sin embargo, Hamid Vafaei, director de la Escuela Musical Mehr, considera que la aceptación pública hace imparable la revolución musical. Dice que incluso los hijos de los clérigos "muestran interés en la música y no pueden resistirse" a su atractivo.