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Música sacra en el Campus Oriente II 19/4/2004

23 de Abril de 2004 | 23:29 |
Música sacra en el Campus Oriente II

Gilberto Ponce 19/4/2004

Dos coros fueron los responsables del segundo concierto del ciclo de Música Religiosa que organizan la Universidad Católica y la Municipalidad de Providencia.

Con obras del contemporáneo John Tavener, se presentó el estupendo Coro Femenino de la Universidad Católica de Valparaíso, que dirige Boris Alvarado. Las obras interpretadas, vinieron a confirmar su prestigio, pues las dificultades que presenta el autor inglés no son menores. Su lenguaje arcaico, con reminiscencias celtas y gregorianas, con súbitos acordes atonales y con exigencias en cuanto tesitura, sobre todo a las solistas, requieren de una cuidadosa preparación. Creemos que estas exigencias fueron satisfechas plenamente, tanto por parte del coro como por el grupo instrumental que lo acompañó.

Las cuatro obras que se escucharon fueron escritas entre los años 1993 y 1998. Reflejan fielmente el estilo místico religioso de su autor, donde el misterio y los colores musicales ocupan un lugar preponderante.

“Petra” (1997) para soprano, violín, coro y cuerdas, nos presenta una especie de “responsorio” entre la solista y el coro, teniendo el violín que tocar pianíssimo y en armónicos, la introducción a cada una de las estrofas de la obra. El desempeño de Loreto Pizarro fue solvente, el coro fue apoyado por un “pedal” a cargo de las cuerdas.
Juegos de carácter modal, en contrapunto con las cuerdas, que provocan juegos de timbres y colores, nos propone, “Song of the Angel” (1995), en este caso la solista fue Hanny Briceño, que cantó con bella y firme voz.

Jessica Quezada, contralto, estuvo a cargo del solo en “Hymns of Paradise” (1993), donde el coro cantó con estupenda afinación, una obra que presenta, juegos disonantes muy interesantes, en una especie de letanías, muy bien resueltas por la solista y el coro. Los seis violines acompañantes, fueron un apoyo consistente.

Para un grupo instrumental más contundente es “Eternity’s Sunrise” (1998), pues requiere de dos flautas, oboe, laúd, campanas y cuerdas acompañando a la solista y el coro. Hanny Briceño tuvo una extraordinaria actuación y esta obra que requiere de constantes sobreagudos, mientras el coro realiza vocalizaciones sobre la palabra aleluya. El resultado fue sobresaliente, logrando los intérpretes, merecidos y largos aplausos.

Obras de Johann Sebastian Bach se escucharon en la segunda parte. Sus intérpretes fueron el Coro Magnificat que dirige Marcela Canales y cuatro integrantes del conjunto Syntagma Musicum, de la Universidad de Santiago.

Las diferencias con la primera parte fueron notables, pues el coro, que es un buen conjunto aficionado, debe trabajar más vocalmente y en afinación, así como también escoger un repertorio que pueda enfrentar con menos dificultades. Los corales de las diferentes cantatas pactados en el programa, fueron mejor cantados, mientras que los coros de la Cantata 4, una de las más hermosas, resultaron escollos casi insalvables, con agudos precarios, fraseos poco claros, dudosa fonética y una interpretación plana, sin relieves. Los destacados instrumentistas no resultaron un aporte a la interpretación, pues no se observó un compromiso fuerte con el coro, incluso en sus intervenciones como conjunto, no respondieron a sus pergaminos.
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