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Martha Argerich, la reina argentina del piano clásico llega a los 70 años

Actualmente radicada en Bélgica, es especialmente celebrada por sus interpretaciones de Chopin, Liszt, Bach, Schumann, Ravel y Prokofiev. El Teatro Colón de Buenos Aires organiza anualmente un fetival en su honor.

03 de Junio de 2011 | 10:54 | EFE
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La lección de piano. Martha Argerich cumple 70 años.

El Mercurio
BERLÍN.- La primera vez que Friedrich Gulda accedió a escuchar a Martha Argerich, después de que su madre Juanita intentara convencer al compositor y pianista austríaco, la joven se negó. Martha tenía 12 años y no sería la última vez que la pianista argentina, que este domingo cumple 70, se rebelara contra las imposiciones de la vida artística.

En una nueva gira por Sudamérica, Gulda finalmente logró descubrir el talento de Argerich, tras lo cual persuadió a la familia para que se instalara en Austria. En 1955, el entonces presidente argentino Juan Domingo Perón envió al padre de Martha como agregado económico de la embajada en Viena, y así la joven pianista comenzó a estudiar con Gulda. Más tarde, en Ginebra, con Madeleine Lipatti y Nikita Magaloff.

La niña prodigiosa

Gulda le abrió nuevos horizontes, le mostró la gracia de Mozart y Haydn y entabló con ella largas conversaciones sobre la música. El compositor austríaco fue su maestro y mentor, casi una figura paterna. Sus maestros en Buenos Aires, entre ellos el temible Vicente Scaramuzza, habían intentado domesticar a esta niña talentosa con disciplina férrea. Fue en vano.

"Era realmente una niña prodigio. Pero también era inconstante y por ello poco confiable. Es temida porque muchas veces cancela. Es salvaje, loca, no es fácil de tratar y es siempre un factor de riesgo. Es prodigiosa", señala Gulda en su autobiografía. "Tenía sólo 12 años. Yo no sabía qué enseñarle, porque ya lo sabía todo. Fue el máximo talento que tuve entre mis alumnos, no hubiera podido pedir nunca dinero a cambio", agrega.

"Por él hubiera hecho todo!", confiesa Argerich en una biografía reciente y muy detallada del francés Olivier Bellamy ("Martha Argerich, la leona en el piano"). Martha estaba enamorada de Gulda, afirma una amiga de la pianista argentina.

"Quizá seas hermafrodita, Argerich", le dijo Gulda. "El piano es un instrumento hermafrodita", le replicó ella sonriente. La relación entre Martha y el piano fue siempre de amor y desesperación. Gulda le pedía que confiara en sus cualidades extraordinarias y que no malgastara su potencial.

La vida con Chopin, Liszt, Bach, y Ravel

Argerich nació en Buenos Aires el 5 de junio de 1941. Su madre fue su primera maestra, y ya a los cuatro años dio su primer recital público. Con siete años podía tocar en una tarde el concierto para piano de Mozart Nr.20, la sinfonía nr. 1 de Beethoven y una suite de Bach. En 1957, a los 16 años, ganó dos concursos: el Premio Busoni de Bolzano y, al igual que su mentor unos años antes, el concurso de Ginebra. El público estaba fascinado con el "milagro Argerich".

La pianista, sin embargo, siempre buscó recluirse y más de una vez canceló citas importantes o rechazó contratos con destacadas discográficas, entre ellas la Deutsche Grammophon. Sólo tres años más tarde, cuando se sintió madura para grabar, accedió a firmar un contrato.

Después viajó a Nueva York para tocar frente a Vladimir Horowitz. Pero su ídolo no la quiso recibir. Tuvieron que pasar tres años para que el pianista ruso la calificara como la mejor. Argerich se quedó en Estados Unidos y allí conoció al compositor chino Robert Chen, padre la primera de sus tres hijas.

En 1965 regresó a Europa y obtuvo el primer premio en el Concurso Internacional de Piano Fréderic Chopin de Varsovia. Con 24 años, Argerich ya era una artista consumada. Años más tarde, en ese mismo concurso, la pianista desató un escándalo. Como su favorito Ivo Pogorelich fue eliminado en las semifinales, Argerich abandonó el jurado declarando: "Pogorelich es un genio".

Argerich desconfía del negocio, pero tampoco confía en su talento excepcional. Su rapidez es tal vez una manera de esquivar su miedo escénico. Pocos pianistas logran interpretar a Chopin con tanta claridad como ella.

Pero siempre se repiten las cancelaciones, los vaivenes en la vida de Martha. "Un zigzag entre ’crisis y resultados fantásticos", según indica el critico musical Joachim Kaiser. Sus grabaciones, pero sobre todo sus representaciones son legendarias. "No se trata solamente de obtener el tono correcto, se trata de la vida", afirma Kaiser.

En 1963 se casa por segunda vez con el dirigente suizo Charles Dutoit. Tras cinco años tumultuosos y una hija -Annie- se separan. Martha regresa con su ex pareja Stephen Kovacevich, quien se convierte en su tercer marido y padre de su tercera hija, Stephanie.
A principios de los años 80, Argerich decide no hacer más presentaciones como solista y también piensa cómo puede eludir los "trucos" de los agentes y empresas discográficas. Fruto de esa utopía nacieron los festivales de Beppu, en Japón, y Lugano, en Suiza. Junto a sus amigos, Argerich se siente más acompañada.

En su vida privada sufrió varios golpes en poco tiempo: la muerte de sus padres, de su hermano y de su mejor amiga. En 1992 le diagnostican cáncer de piel, pero sale adelante. Durante su recuperación vuelve a los escenarios y realiza giras por Europa, América y Japón junto al violinista Gidon Kremer y al violonchellista Mischa Maisky.

En marzo de 2000 hace su triunfal aparición como solista en casi 20 años en el Carnegie Hall de Nueva York. Entre una infinidad de premios, Argerich ha sido galardonada con el "Praemium Imperiale" de la música, el máximo reconocimiento que se otorga en Japón a los artistas, y tres premios Grammy en 2000, 2005 y 2006.

El Teatro Colón de Buenos Aires organiza anualmente el Festival Martha Argerich, con músicos e intérpretes de todo el mundo. Actualmente Argerich reside en Bruselas.
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