SANTIAGO.- Se cumplió la dulce revelación. El silencioso ejército de seguidores de A Perfect Circle finalmente vio, y se conectó , con el quinteto encabezado por Billy Howerdel y Maynard James Keenan.
En un rito que pareció ser como el de una familia que ha esperado por mucho tiempo su encuentro, la multitud los escuchó imperturbable desde la apertura con el cover de Crucifix "Annihilation", a la que siguió su desesperanzada versión del himno de John Lennon "Imagine". En ambas canciones hubo leves problemas de sonido que el calvo cerebro de la banda manifestó en varias oportunidades a sus técnicos, aunque la audiencia pareció no percibirlo.
El estilo introspectivo que caracteriza al grupo desde sus inicios estuvo latente en los 75 minutos de show. No hubo más que un breve saludo y un par de "gracias" (uno durante la mitad del espectáculo y otro a modo de despedida), dejando que todo fuera dicho por las 15 canciones del setlist.
La primera composición original de la puesta en escena fue "Weak and Powerless", seguida de "The Hollow". Tras ambos temas - del album Thirteen Step y Mer de Noms, respectivamente- se volvió a las reversiones con "People are People" de Depeche Mode. Luego regresó a sus propias raíces con una versión libre de la melancólica "3 Libras", a las que luego se sumaron "The Noose" y "Blue".
El mayor movimiento en la velada lo registró Howerdel, y por momentos el ex Smashing Pumpkins James Iha. Keenan, por su parte, se mantuvo en todo momento arriba de su tarima, meciéndose a ratos, con su particular peluca a trenzas y unos lentes de sol que le ocultaban parte del rostro. Esta actitud es normal en el vocalista de Tool y Puscifer durante sus apariciones con A Perfect Circle. Sólo en sus primeros años era más atrevido (incluso no tenía problemas en masturbarse-o al menos simular que lo hacía- cuando interpretaba la sexual "Thinking of you", que esta noche no estuvo en el repertorio).
A "By and Down" le sucedieron las baterias de "Rose" y "The Package" además de "Counting Bodies Like Sheep to the Rhythm of the War Drums". Estas tres coincidieron con el anochecer, por lo que se dio paso a un frenético juego de luces en el escenario, que continuaron con "Passive" y el breve cover "When The Levee Breaks" de Memphis Minnie & Kansas Joe McCoy, incluido en su registro de reversiones, "Emotive"
El punto cúlmine de la reunión del quinteto (que en esta gira es cerrado por el bajista Matt McJunkins y el baterista Jeff Friedl, quien ingresó en reemplazo del histórico Josh Freeze) se produjo con la canción de cierre,"The Outsider".
No hubo bis para tocar la solicitada "Judith", ni discursos emotivos ni abrazos a la bandera, pero en la despedida del grupo, Howerdel se mostró visiblemente emocionado e hizo una exagerada reverencia al público mientras sus compañeros (excepto Maynard) sacan fotos a la multitud con sus celulares. Es más, cuando el compositor iba saliendo del escenario titubeó y se devolvió para capturar una fotografía del repleto Parque O'Higgins. Fue un encuentro sin desenfreno, pero intenso, tal como es el espíritu del círculo perfecto.
De Chile a Canadá
A la misma hora que A Perfect Circle, en el PlayStation Stage, Los Tres volvieron a demostrar cuánto han pesado los chilenos en esta edición de Lollapalooza, juntando a más de seis mil personas en ese alejado espacio.
Temas como "La Torre de Babel", "Hojas de té" y "Tírate" fueron algunos de los que Álvaro Henríquez, Ángel Parra y Roberto Lindl ofrecieron en su turno, con el sello de calidad de siempre y con recepción plena por parte de los presentes.
Luego, el llamativo Deadmau5 armó una multitudinaria fiesta desde el estelar Coca-Cola Stage, ante una de las asambleas más entusiastas en lo que va de Lollapalooza, y demostrando que la electrónica no ha perdido poder para encender a grandes masas.
Para ello, el canadiense Joel Thomas Zimmerman se valió de un show absolutamente sensorial, pensado para atacar las primeras capas de la audiencia y sumirla en una energética catarsis colectiva de un solo golpe. De ahí que las visuales jugaran un rol esencial, partiendo por la insigne cabeza de ratón que el DJ usa en buena parte de su show, y que no es sólo su marca identitaria, sino también un atractivo recurso escénico.
Y de ahí también que el set desplegado apelara en buena medida a una electrónica estéticamente rudimentaria, de escaso margen propositivo, pero de alta efectividad a la hora poner a la masa en movimiento por un tiempo acotado.
Es el beat por el beat, mecanismo que tuvo su clímax precisamente en los momentos en que Zimmerman recubrió su cabeza con el casco de roedor, su gran atractivo, pero que paradójicamente parece también su cárcel. En los momentos en que se liberó de la máscara, en tanto, el canadiense se mostró mucho más versátil, no sólo en sus propios movimientos, sino también en el manejo de su mesa de aparatos. La escena pudo haber sido entonces menos vistosa, pero la fiesta sin dudas logró ser más intensa y completa.