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The Devil put dinosaurs here

Si "Black gives way to blue" cargaba con el peso del regreso, este nuevo disco del grupo Seattle los fija en un presente que puede ser tan luminoso como el pasado que arrastran.

01 de Junio de 2013 | 14:29 |
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La reunión de Alice in Chains fue analizada desde innumerables puntos de vista, los que casi siempre cruzaban un común denominador en la figura del malogrado vocalista Layne Staley. Cómo sería reemplazada una de las voces más reconocidas del fenómeno de Seattle —mal denominado "grunge"—, dar a esa nueva voz un nombre, o la opción de vivir de los recuerdos generados por un catálogo impresionante, eran sólo algunas de las interrogantes que daban vueltas cuando Jerry Cantrell anunció que Alice in Chains tendría una segunda oportunidad. Y parte de ellas, las iniciales, se respondieron con Black gives way to blue (2009), en el que presentaron a quién debía pararse en el lugar de Staley: William DuVall.

Lo cierto es que, como pocas veces, el álbum de retorno logró dejar complacidos a moros y cristianos, y al respecto hay que ser claros: El conjunto de temas que aparecen en Black gives way to blue son una buena muestra de lo que pasa cuando Cantrell, compositor principal del grupo, anda inspirado. Y si a eso le sumamos la suficiente cuota de morbo —porque la hubo—, el resultado no pudo ser otro que una atención exacerbada a un muy buen disco de regreso.

Pero lo que pasa ahora con la nueva entrega en esta segunda etapa de Alice in Chains, titulada curiosamente The Devil put dinosaurs here, es sin duda un misterio. No por el álbum en sí, sino por las reacciones provocadas en la periferia del grupo. Esta vez, con este segundo título, los cuestionamientos apuntan a cómo evolucionará la banda ahora que ya lleva un buen tiempo tocando —lo que se notó en su paso por Chile, en la versión 2011 del festival Maquinaria—, y ya dejando al fantasma de Staley en paz, ver cómo se defienden (en especial DuVall) en un álbum que, para muchos, debiese ser de "ratificación".

Quizás ese apronte, errado, haga que The Devil put dinosaurs here se sobredimensione. Cantrell, quien asumió el liderazgo, y eso se nota en esta entrega, no tiene que demostrarle nada a nadie. Ni tampoco Alice in Chains. Por lo mismo, lo que aparece en este trabajo es una suerte de continuación de lo que el grupo mostró en su regreso, e incluso recupera parte de lo mejor de su repertorio para este elepé. Desde el inicio, con "Hollow", se nota a una banda que ya dejó atrás cualquier duda. Y esto se sucede en todos los temas que siguen, especialmente en "Lab monkey", donde Alice in Chains se muestra tal como es, con esos tempos arrastrados y esos juegos vocales que son parte del sonido de la banda. De hecho, ahí está la gran diferencia de este álbum, ya que la participación de DuVall se ha incrementado y ha provocado un interesante cambio de roles: Si bien él es el vocalista oficial, ahora en los juegos vocales su papel pareciese ser el que Cantrell interpretó en el pasado, mientras que el guitarrista asume el rol de Staley.

Este cambio, que se escucha de forma natural, beneficia a gran parte del disco. Se nota en "Lab monkey", pero también en "The Devil put dinosaurs here", y especialmente en la densa "Phantom limb". Todas canciones con el sonido oscuro clásico de la banda, aunque también hay espacio para sutilezas como la del cierre, con "Choke", donde Cantrell asume un rol mucho más protagónico. Lo que no está mal, considerando que el guitarrista, desde que regresó Alice in Chains, decidió cargar con lo más pesado del retorno. Aún así, el grupo nuevamente sale incólume con esta nueva entrega que ya no acepta discusiones sobre cuál etapa de la banda es mejor: Es que The Devil put dinosaurs here, además de continuar con la obra del conjunto en gran forma, ofrece un enlace entre una etapa y otra, y eso es una rareza dentro de un contexto de regreso.

Felipe Kraljevich M.

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