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Estatus patrimonial

La banda penquista ratificó su lugar en la primera línea de la música nacional con el mayor concierto que hasta ahora hayan ofrecido en Chile: Cerca de 13 mil personas los vieron en Movistar Arena.

03 de Agosto de 2013 | 08:58 |
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Aunque La velocidad de la luz terminó de abrir la exploración sonora hacia el mundo de las máquinas y otros soportes complementarios, fue el tridente de guitarras el que predominó y estructuró esta noche.

Christian Zúñiga, El Mercurio.

En la trayectoria de Los Bunkers hay varios "antes y después": La partida a México, los pasos por Viña en 2007 y 2012, la redefinición del sonido plasmada en Música Libre, el show en Lollapalooza Chicago o el que ofrecieron en el Caupolicán en 2011, son sólo algunos de los episodios que fácilmente podrían calificar para una lista como ésa.


Pero si se trata de recordar hitos, sin dudas que este 2 de agosto de 2013 también debería quedar encerrado dentro de un círculo rojo en el calendario de la banda, pues superando con creces las más tempranas expectativas (que auguraban llenar la mitad del recinto), el quinteto penquista repletó esta noche el Movistar Arena, donde ofrecieron la que hasta ahora es su mayor presentación en solitario en el país.


Cerca de trece mil personas participaron de un concierto que bordeó las tres horas de duración, dosis esperable en un grupo que ya había registrado esa marca en 2011, y que hoy además llegaba con una misión: Lanzar oficialmente el disco La velocidad de la luz.


De este modo, la apertura (poco después de las 21:00 horas) fue con las recientes "Desperdíciame" y "Sábado", dos temas extraídos precisamente de ese trabajo.


Y si el segundo logró abrir la corriente energética, el primero permitió subir el telón con cuotas de solemnidad e intensidad, al alero de uno de los cortes más sentidos y dramáticos que anote el repertorio bunkero.


Luego, "Llueve sobre la ciudad" -en la voz de Francisco Durán y rematada con el riff de "Strangelove"- sería la encargada de inaugurar el extenso recorrido por los éxitos de la banda, datados desde el año 2001 hasta el presente.


Entre estos últimos, los sencillos "Bailando solo" y "Si estás pensando mal de mí" fueron los más celebrados por la audiencia, pero no los únicos: Piezas como la luminosa "El día en que dejaste de fingir" también encontraron amplia respuesta en el público, pese a figurar como una más dentro de un disco que lleva apenas un par de meses en circulación.


Y aunque La velocidad de la luz terminó de abrir la exploración sonora hacia el mundo de las máquinas y otros soportes complementarios, fue el tridente de guitarras el que predominó y estructuró esta noche. Tanto, que Francisco y Mauricio Durán pasaron por los teclados sólo en contados momentos.


El cantante Álvaro López, en tanto, entrega como marca de fábrica su solvencia en las voces, aunque aún deja la sensación de no explotar del todo su enorme potencial como frontman, en las cada vez más recurrentes ocasiones en que deja su instrumento de lado.


Con todo, el saldo es con creces positivo, para una noche en la que desde lo entregado arriba del escenario hasta la respuesta del público, pasando por la propuesta escenográfica (con atractiva parrilla de luces, pantalla gigante y cuidadas proyecciones especialmente preparadas), correspondieron a cualquier concierto clase A que recale por aquí.


Es, finalmente, el sello actual de Los Bunkers, una banda que desde su aparición se ha inclinado continuamente hacia el ascenso, y que en los pasos recientes por su tierra han logrado entregar esa combinación única entre estatura internacional y afabilidad criolla. Con esa receta, más un repertorio que suma y crece, los hermanos López, Durán, y el baterista Mauricio Basualto, ya han hecho suyo un lugar en la esfera patrimonial de la música chilena, sitial que esta noche volvieron a dejar en claro.

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