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Adultos mayores son más educados, trabajan más y viven en mejores condiciones

Según el enfoque estadístico comparativo entre los censos de 1992 y 2002, realizado por el INE y el Senama, existe una mayor esperanza de vida tanto para las mujeres (80,4 años) como para los hombres (74,4 años).

09 de Diciembre de 2004 | 11:37 | El Mercurio en Internet
SANTIAGO.- Mayor educación, mejores condiciones de vida y más años de trabajo son las principales características de la población "Adulto Mayor" (60 años en adelante), según el enfoque estadístico comparativo entre los censos de 1992 y 2002 realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas junto al Servicio Nacional del Adulto Mayor, Senama.

La medición revela que las mujeres adultas mayores son evidentemente más numerosas que los hombres de ese mismo segmento, ello refleja la mayor esperanza de vida para las mujeres (80,4 años) en comparación con la de los hombres que solo alcanza los 74,4 años.

Comparando las cifras de ambos censos, en cuanto a los años de estudio aprobados por la población mayor de 60 años por tramos, se observan evoluciones educacionales en las proporciones de hombres y mujeres que permiten postular que los adultos mayores del futuro tendrán cada vez un mayor nivel de instrucción.

Mientras en 1992 el 53,5% de los hombres de 60-64 años había cursado sólo el equivalente a educación básica incompleta, en el 2002 ese grupo llega a un 42,4%, lo que se traduce en un mayor número de personas que logran terminar la educación básica.

Además, un 9,7% de los hombres de 60-64 años en 1992 tenían educación media completa, cifra que se eleva a 13% en 2002.

Los adultos de 60-64 años con más de doce años de estudio aprobados eran en el caso de los hombres 6,5% en 1992, llegando a 15,3% en 2002. Igual situación se observa en los otros grupos de edad, con la misma perspectiva para las mujeres.

Mejores condiciones sanitarias y de vivienda

Sobre el 70% de los adultos mayores, entre 60 y 74 años, vivían en el año 2002 en viviendas particulares propias, ya sea de ellos o de sus familiares, cifra que supera el 80% para los de 75 años y más.

Asimismo, en 2002 un 92,2% de los adultos de más de 60 años habitaban viviendas sin déficit y un 7,8% vivían en viviendas deficitarias.

Los adultos mayores de las regiones VII, VIII, IX y X disponen en sus viviendas particulares de agua de pozo o noria en porcentajes entre 14 %y 20%, a diferencia del resto de las regiones cuyos porcentajes no llegan al 8%.

En tanto, los de las regiones IX, X y XI alcanzan porcentajes de 13% a 15% de agua proveniente de río vertiente o estero. La geografía y la ruralidad de estas regiones se hacen presentes en esta variable.

La medición revela además que cerca del 10% de los adultos mayores, de las regiones IX, X y XI, residen en viviendas que no disponen de alumbrado eléctrico.

Sin embargo, la disponibilidad de energía eléctrica de la red pública está al alcance de la mayoría de los adultos mayores en todas las regiones, en particular de la I, II, III, V, VI, VII, VIII, XII y Metropolitana, donde más del 95% de los adultos mayores residen en hogares que disponen de ese recurso.

Respecto a las condiciones sanitarias, el estudio señala que la mayor parte de los adultos mayores habitan viviendas que disponen de servicios higiénicos conectados a alcantarillados, sin embargo hay diferencias entre las regiones.

En las regiones IV, VI, VII, VIII, IX, X y XI, las proporciones de adultos mayores en viviendas particulares con servicio higiénico de cajón sobre pozo negro, fluctúan entre el 14% y el 20%.

Mayor participación económica

El informe comparativo señala que tanto hombres como mujeres adultos mayores han aumentado los años de participación laboral activa desde 1992 a 2002.

Por ejemplo, en 1992 las mujeres jubiladas, de entre 60 y 64 años, eran un 20,7%, en cambio en el censo 2002, esta proporción bajó a 16,9%.

Esta baja va acompañada de un descenso en la proporción que declaró quehaceres de su hogar como actividad (63% en 1992 y 59,1% en el 2002), y con un alza de la proporción de mujeres que se encuentran trabajando en la semana previa al censo (12% en 1992 y 16,9% en 2002).

Esto deja entrever que las mujeres de 60-64 años van con el tiempo manifestando también la voluntad de querer continuar trabajando por una remuneración.

En cuanto a los hombres, de ese mismo rango de edad, más de la mitad que trabajaban en la época del censo de 1992 eran asalariados (54,8%), cifra que aumenta a 62,3% en el censo de 2002.