LONDRES.- Ocho momias, ocho historias: con esta promesa, el British Museum de Londres invita al público a sumergirse en un viaje de descubrimientos que, gracias a la más moderna tecnología de escáneres, permite ver como nunca antes joyas, cabellos, músculos, huesos y hasta las arterias de los embalsamados.
El proyecto, realizado conjuntamente con varios hospitales, se centra en ocho momias de las 120 que componen la colección del museo, procedentes de Egipto y Sudán. Y gracias a él se han podido recabar nuevas informaciones sobre formas de vida, alimentación y enfermedades, que ahora acompañan la exposición "Ancient Lives -new discoveries" (vidas antiguas, descubrimientos nuevos).
"Es como si hubiéramos encendido la luz en una sala oscura; de repente, todo se volvió claro", dijo el comisario, John Taylor, sobre los nuevos métodos de investigación. "Hace cinco años algo así habría sido imposible". La muestra, que se inauguró el 22 de mayo y podrá verse hasta el 30 de noviembre en el prestigioso museo de la capital británica, tiene como objetivo que el visitante se acerque sin miedo a las momias y las contemple "como seres humanos".
Los cadáveres embalsamados, entre ellos los de dos niños, proceden de entre el año 3.500 antes de Cristo y el 700 después de Cristo. Dos de los cuerpos fueron enterrados bajo la cálida arena del desierto, lo que contribuyó a su momificación de forma natural, mientras que los otros seis fueron protegidos del paso del tiempo con bálsamos y vendajes.
Las momias fueron transportadas por la noche en vehículos con ventilación especial a hospitales de Londres y Manchester, señala Daniel Antoine, uno de los comisarios.
Después, los expertos escudriñaron "capa por capa" con rayos X y crearon una imagen en 3D de alta resolución. Tras la digitalización fue posible "quitar cada una de las capas", lo que permitió distinguir los cuerpos y rostros ocultos por las vendas, añade Antoine.
Y ahí llegó lo más sorprendente: a partir de los esqueletos se pudo deducir la edad, se descubrió que los abscesos (infecciones) dentales estaban a la orden del día y que ya entonces la acumulación de grasa en las arterias generaba arterioesclerosis, lo que posiblemente causaba muchas muertes. "Estas no son sólo enfermedades de nuestro tiempo", dijo Taylor.
Gracias a la instalación de pantallas, quienes visiten la exposición podrán con sólo apretar un botón reconocer incluso los restos de alimentos como el pan en el tracto digestivo o hacerse una idea de cómo se les caían los dientes a los antiguos egipcios y sudaneses.
Además, los que "desnuden digitalmente" a la acaudalada Tamut, hija de un sacerdote, no sólo podrán admirar sus numerosos y brillantes amuletos protectores, sino que además distinguirán las avanzadas calcificaciones arteriales que tenía en los muslos. Otra imagen pone de manifiesto cómo tras extraer el cerebro -algo que entonces era normal en los embalsamamientos- a través del tracto respiratorio una espátula verde se quedó atrapada en el cráneo de un hombre.
No obstante, quizá los hitos de la muestra sean las momias de dos jóvenes egipcios: la cantante de ocho años Tjayasetimu y el esqueleto en cuclillas de un hombre entre 20 y 35 años enterrado en la arena del desierto en torno al año 3.500 antes de Cristo. En el caso de la niña, que fue momificada unos 800 años antes de Cristo, el cabello y los dientes presentan un estado de conservación extraordinario. Y también puede verse el arpa y las joyas con las que fue enterrada.