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Las tortugas eran rojas

La prensa argentina no ahorró palabras para referirse a la pobre presentación chilena. Marcelo Ramírez fue el blanco de los dardos.

31 de Marzo de 2000 | 09:27 | Buenos Aires
Me sorprendió la lentitud de ellos (los chilenos), caminaron la cancha, perdieron las marcas y, para colmo, los dos de arriba se durmieron una larga siesta. Ahora me explico por qué Salas es suplente en Italia. No tocó la pelota, se estacionó en un rincón y de ahí no se movió. Para los defensores argentinos fue un trámite tomarlo. Zamorano, solo y su alma, corrió pero sin destino. Iba e iba. Pero ¿y sus compañeros? Bien, gracias.... La opinión de Roberto Perfumo, el histórico defensor de Racing, resume el sentimiento de los argentinos luego de la goleada ante la selección chilena.

En las páginas del diario deportivo Olé, el zaguero expone la diferencia (de Argentina) con Chile pasó, fundamentalmente, por la velocidad. Fue una lucha desigual entre un tren expreso y una tortuga.

En Clarín, no fueron menos positivos. La medida de Chile se redujo a un sparring oficial, pero no reparamos tanto en eso, porque a los equipos que en un partido son inferiores hay que avasallarlos así. Sin darles tregua, superando el impacto de un gol como el de Tello, ajeno al juego, pero dentro del mismo, haciendo pesar la experiencia y las individualidades en función colectiva para culminar sin complicaciones. Como realmente ocurrió. Bien.

No fue lo único. El diario La Nación tampoco escondió sus sentimientos para desnudar la pobre presentación roja. Las grandes figuras (Zamorano y Salas) no tuvieron jerarquía en su paso por el Monumental. La sensación que dejaron es que si quieren ir al Mundial, deberán aferrarse a las victorias como local, porque tienen el mismo defecto que en la anterior eliminatoria: les pesa jugar como visitantes.

En el análisis individual, se indica que Marcelo Ramírez siempre transmitió inseguridad y fue flojo en el juego aéreo. Nunca achicó y soportó lo peor que le puede suceder a un arquero: no dominar, al menos, el área chica. Otro defecto: en cada saque de arco le entregó la pelota a un adversario. Fue el centro de las bromas de todo el estadio. El peor hombre de la cancha.

Buenos Aires

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