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Tercer lugar : “El sueño de Juanito”

Juanito vivía en un típico campamento en los alrededores de la gran ciudad, cuya existencia no contrastaba con el nivel alcanzado por el país en vía de desarrollo; la pobreza, el hambre, el hacinamiento y el alcoholismo eran parte del paisaje cotidiano. Su padre, un ex convicto, que reunía unos pocos pesos recolectando cartones y cuanta cosa encontrara en la basura dejada por las personas pudientes. Maldecía su suerte al no poder optar a un trabajo decente por sus antecedentes penales y trataba de evadirse diariamente de esa realidad refugiándose en el alcohol, oportunidad en que lo acompañaba su conviviente y madre de sus hijos; ambos no paraban de beber hasta perder el sentido. Esa era la triste realidad en la vida de Juanito junto a sus tres hermanos menores.

Desde hacía tiempo que se sentía mal, en más de una ocasión se lo manifestó a su mamá y ésta hacía caso omiso. Los calores de diciembre lo hacían sentirse peor, su cuerpo desnutrido y disminuido representaba menos años de los que tenía, su rostro demacrado, delgado y ojeroso sólo daba lástima, su respiración entrecortada y sus continuos dolores en la espalda, escondían una grave y fatal enfermedad pulmonar… él, ni menos sus padres lo sabían.

Acostumbraba a ver televisión junto a su hermanos a través de la ventana de una vecina y en una oportunidad supo que se aproximaba la Navidad, los anuncios comerciales mostraban rostros felices y sonrientes comprando hermosos y costosos regalos navideños, acompañados de hermosas melodías que anunciaban la llegada del niño Dios. Supo que ese niño nacería humildemente en un pesebre, junto a sus padres, animales de un establo y un grupo de pastores; posteriormente iba a ser adorado por unos reyes magos los cuales le traerían finos y costosos presentes.

Nunca supo el real significado de la Navidad, menos el recibir algún presente o tener una cena especial junto a su familia, eso siempre estuvo vedado para el y sus hermanos.

¡¡El dinero no alcanza para esas estupideces!! decía su padre. Su madre por su parte los reprendía duramente cuando decían tener hambre. ¡¡Vayan a limosnear si quieren comer y no olviden traer plata!!

Juanito estaba firmemente convencido que su deteriorado estado de salud era solo producto del hambre constante a la cual era sometido y que comiendo un poco más podría sentirse mejor. ¡¡Iré al centro a limosnear y aprovecharé que todos están contentos por la proximidad de la Navidad y de seguro me darán más, podré comer cosas ricas hasta hartarme y además llevaré dinero para mi casa para que mis hermanitos también puedan comer!! Luego de decir esto, se encaminó como pudo al paradero más cercano y luego de infructuosos intentos pudo subirse por la puerta trasera en un bus con destino al centro de la ciudad; los pasajeros lo miraban de reojo y se alejaban de su presencia, la ropa hecha harapos, sumado a su cuerpo sucio y enfermo solo producía recelo y repugnancia, todos sin excepción lo evadían y se alejaban de él. Sólo hubo una excepción digna de destacarse, en el bus viajaba junto a su madre un hermoso y sano niño muy bien vestido, el que saboreaba un helado recién adquirido a un comerciante ambulante; Juanito lo miraba con atención y notaba como su boca se llenaba de saliva al imaginarse saboreando ese multicolor helado.

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