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La ardua lucha del volante de los seis ascensos: Trabaja en Uber para salir adelante y hacerle frente al drama de Lota Schwager

A Daniel "Abuelo" Briceño, mediocampista formado en la U, la quiebra económica de su equipo lo obligó a buscar otro trabajo para mantener a su familia y no renunciar a este deporte. "El fútbol es todo para mí", dice.

18 de Marzo de 2017 | 16:00 | Por Diego Almazabar, Emol
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Plantel de Lota Schwager. Abajo a la derecha, Daniel Briceño.

Pantallazo
SANTIAGO.- Era una tarde cálida en el Estadio Elías Figueroa, Valparaíso, cuando se disputaba la final de la Copa Chile 2009 entre Unión San Felipe y Deportes Iquique.

En el césped, el elenco aconcagüino de la Primera B, que venía de eliminar a Colo Colo, hacía un partido brillante. Vencía por 2-0 a los nortinos y su público lo vivía con desatada euforia. Ya comenzaban a imaginarse este trofeo dentro de su vitrina.

Ya anochecía en la Quinta Región, la copa estaba cada vez más cerca y ya sólo faltaba el broche de oro… Y ese llegó con un golazo de Daniel Briceño.

"Empecé a encarar y pasarme a los defensas, hasta que me salió a achicar el arquero y cuando eso pasó le coloqué el balón a un lado", recuerda en diálogo con Emol. Han pasado los años y para el volante ese sigue siendo el mejor partido del que tiene memoria.

Fue una de sus mejores etapas en el fútbol. Pero ahora, en Lota Schwager le toca vivir el lado más duro y complejo del deporte.

Noche fría

Es 13 de marzo y es una noche fría en Chillán, región del Biobío. Briceño, de 35 años, no conduce un balón. Conduce su Chevrolet por las calles de la ciudad, recogiendo pasajeros para llevarlos a sus destinos. Hace unos meses que es conductor de Uber.

Antes de salir a trabajar por el sur de Chile, cuenta que lo hace por necesidad económica ante el drama que vive Lota.

Sólo hace unos días a su actual equipo le comunicaron lo que ya sospechaban hace meses: El descenso a la Tercera División. La prolongada crisis económica del club acabó por sentenciar su pérdida de categoría a fin de semestre.

De esta forma, la vida del mediocampista de Lota, casado, con tres hijos y admirador de Charles Aranguiz, ahora transcurre entre el manubrio, las tarifas y los entrenamientos.

Su "doble" vida

Sagradamente, de lunes a viernes a las 5:30 horas, Daniel Briceño coge un bus para llegar antes de las 8:00 horas a Coronel, directo a entrenar con el conjunto minero. Está de vuelta en Chillán a las 14 horas. Y en la tarde, hasta la medianoche, emprende el camino señalado por el cliente de turno.

Ese es su otro trabajo, uno en el que tiene que estar muy alerta. Andar por las calles no es nada fácil y a veces se transforma en un verdadero peligro, más aún desde que empezó el conflicto entre Uber y los taxistas.

Un compañero suyo lo vivió en carne propia. Tomó unos pasajeros y los llevó a un cerro cerca de la ciudad. Al llegar habían unos quince taxis esperándolo. Era una trampa. Con unos palos le rompieron los espejos retrovisores y el parabrisas. Por poco alcanzó a escapar.

"He tenido suerte que no me ha pasado. Después de eso decidimos organizarnos y tenemos una radio para contactarnos y tomar precauciones para saber primero donde van los pasajeros", cuenta.

Sobreviviendo al drama de Lota

El "abuelo", su apodo desde su paso por las inferiores de Universidad de Chile, es el mayor del plantel de Coronel junto al capitán Cristián Gómez. Ambos han sido los que han tratado de poner la calma ante una dura realidad económico y también futbolística. Hoy son penúltimos en el certamen de Segunda división.

La noticia actual ha golpeado a todo el plantel por igual, pero cuenta que los más jóvenes, esos que dan sus primeros pasos en profesionalismo, han sido los que más han sufrido.

"Los más chicos están desesperados con la situación y es lamentable. Tres jóvenes ya renunciaron al equipo y yo también me lo he planteado pero igual quiero terminar este año y ver qué onda, me quiero quedar porque me gusta el fútbol, siento que me la puedo que me quedan algunos años", dice.

El hombre de los seis ascensos

Hoy el jugador formado en la U vive una triste realidad, ya que él y sus compañeros deben terminar de jugar un campeonato donde ya se sabe el resultado; no importa que se gane, ya se descendió.

Sin embargo, la trayectoria que le tocó vivir en el deporte hizo que los recorridos más difíciles, con el camino más empinado, los maneje mejor. Briceño tiene seis ascensos en el fútbol chileno.

Primero, estuvo cuando Curicó en el 2006 y tras 15 años volvía a la Primera B; dos años después, también conformó el plantel que por primera vez en su historia llegaba a la Primera División. En San Felipe continuaron sus hazañas. Cuando el 2009 el conjunto se quedaba con la Copa Chile y un boleto a la máxima categoría.

Un año después, Unión La Calera dejaba 25 años en el olvido y entraba de nuevo a Primera con Briceño dentro del equipo titular. Y su última historia de promociones fue con San Marcos de Arica y por partida doble; el 2012 y 2014, y una vez más a Primera...

Ahora transcurren las horas de la noche. Todo sin novedades, mientras deja entrar aire desde la ventana de su vehículo. La noche ha estado lenta. Cuenta que una vez, solo una, lo reconoció un pasajero; compartieron en una pichanga de hace años.

En su otro trabajo habrá que esperar los inevitables cambios en Lota de pasar al amateurismo. O ver la posibilidad de emigrar a otro club: quizás alguno que necesite al jugador amuleto de los ascensos.

Hay algo que no cambia del todo para Daniel "abuelo" Briceño: "El fútbol es todo para mí, es mi vida entera, puro momentos lindos. Sino no haría este tremendo esfuerzo".
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