Garcés tirado en el piso y recriminándose tras el error ante Felipe Mora.
Aton
SANTIAGO.- "Gracias Garcés, lo mejor que has hecho por la U". Ese fue sólo uno de la centena de gritos que recibió Paulo Garcés al abandonar el Estadio Nacional.
El portero era el más esperado por todos tras su grosero error que provocó el 2-1 transitorio de la Universidad de Chile. De la cancha se fue corriendo, solo. Raudo a camarines.
Y ya con la ducha en el camarín fue uno de los únicos jugadores albos que no se fue en el bus con el resto del plantel. Lo hizo escoltado por guardias de seguridad y su familia.
Su hermano Óscar fue quien más enojado se mostró ante el asedio. Paulo estaba con la mirada perdida. Se dejaba guiar. No miraba a nadie. Hasta un periodista se cayó intentando obtener alguna declaración.
Ya en los estacionamientos del Nacional siguió siendo foco de los gritos de los forofos laicos. Se subió raudamente a su vehículo deportivo y se fue a toda velocidad del recinto de Ñuñoa.