SANTIAGO.- Nadie entendía nada. Impotencia, rabia, frustración. Una mezcla de sentimientos se apoderó de los hinchas de Colo Colo cuando a los 87 minutos Gonzalo Villagra marcó el gol del empate para Deportes Antofagasta.
Y claro, si con esa conquista los albos perdieron la primera opción al título ya que por su parte la Universidad de Chile sí cumplió con su tarea y goleó a O`Higgins en Rancagua.
Un silencio sepulcral se tomó el recinto de Macul. En la tribuna Océano nadie hablaba. Sólo esperaron el final del partido para lanzar toda su artillería contra el técnico Pablo Guede. Pifias, insultos y proyectiles le tiraron al estratega.
La salida por el sector Marathon parecía la de un cortejo fúnebre. Los cerca de 40 mil hinchas no lo podían creer. No tenían palabras. Algunos aprovecharon para seguir recriminando al DT.
Mientras que en los camarines, asomaban los fantasmas. Pasaban y pasaban los minutos y ningún jugador salía. Guede se presentó en la conferencia y su aspecto lo decía todo. Con un rostro de derrota, asumió toda la culpa, apeló a la fe. Pero todo con una voz cancina. Su ayudante Agustín Salvatierra le daba apoyo moral en la sala de prensa.
¿Y el plantel? Silencio stampa. Uno a uno salieron hacia el sector del estacionamiento. Ni la presencia de todos sus familiares los consolaba. Nadie quería hablar.
Las graderías ya estaban desoladas. No quedaban hinchas. Sólo restaba un jugador, el más importante de todos. Esteban Paredes fue el último en irse. Y en un principio hizo el amague para no hablar, pero asumió su rol de capitán y dio la cara.
Claro que una cara que también demostraba desazón. La copa que ya estaba en el Monumental tuvo que ser guardada. Los funcionarios de la ANFP la tenían muy bien escondida.
Ahora es la U la que tiene la primera opción de llevársela.
