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Hasta conduce la ambulancia: La aplaudida historia y las crudas revelaciones de rugbista que ayuda a infectados en Italia

Maxime Mbanda dejó de lado su deporte y salió en ayuda de los afectados por el coronavirus en su país.

24 de Marzo de 2020 | 22:00 | Redactado por Claudio Ortega, Emol
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Digno de aplausos.

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Son cada vez más los testimonios que reflejan lo que ocurre en distintos países por el efecto del coronavirus. Ahora es un rugbista quien entrega un desgarrador relato de lo que se vive en Italia.

Su nombre es Maxime Mbanda, seleccionado italiano que dejó de lado su deporte y por estos días ejerce como voluntario para una organización que ayuda en medio de la crisis sanitaria. Todo comenzó como conductor de la ambulancia.

"Cuando todo fue suspendido, me pregunté cómo podía ayudar. Ahí encontré esto, que tenía un servicio de transporte de medicamentos y de alimentos para las personas de edad avanzada", cuenta a la agencia AFP.

Esa fue su primera misión, sin embargo, su físico de deportista permitió que rápidamente se le fueran dando otras misiones y así pasó a ayudar directamente a pacientes contagiados de Covid-19.

"Pronto me encontré trasladando pacientes con coronavirus de un hospital de la región a otro. Ayudo con la camilla o si hay que llevar pacientes en una silla de ruedas. Llevo también el oxígeno", relata.

Tras ello, entrega el testimonio de lo que ve diariamente. "Si la gente viera lo que yo veo en los hospitales, no habría colas en los supermercados. Reflexionarían varias veces antes de salir a hacer ejercicios", dice

"Veo a gente de todas las edades, con respirador, con oxígeno, médicos y enfermeras que hacen guardias de 20 o 22 horas, que no duermen un minuto y que descansan un poco el día después", agrega.

La labor de Maxime Mbanda no sólo pasa por una ayuda física, también mental. Es inevitable al tener un contacto directo con personas infectadas.

"Cuando observas su mirada... Incluso si no pueden hablar, comunican con los ojos y te dicen cosas que no puedes imaginar", señala.

"Escuchan los llantos, los médicos y enfermeras que corren de un lado a otro. La primera persona que saqué de un hospital me contó que había visto morir tres horas antes al paciente de la cama de al lado. Y durante la noche, otras dos mujeres murieron en la sala en la que estaba. Nunca había visto morir a nadie", revela.

"Lo que es terrible, es que cada vez que los tocas, que les das una simple caricia en la ambulancia para confortarlos, debes inmediatamente desinfectarte las manos", añade.

Mbanda no esconde sus sensaciones y confiesa que "sentir miedo es normal", aunque aclara que no parará: "Mientras tenga fuerzas, continuaré. Mientras haya urgencias, seguiré".

Una historia digna de aplausos y un potente relato de una realidad que sacude con fuerza a todo el mundo.
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