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La ópera "Lady Macbeth de Mtsensk" fue polémica al montarse en Rusia y lo vuelve a ser en Santiago, 80 años después

"Resulta eminente destacar la relevancia de la obra de Shostakovich, de gran contenido social y artístico. Sin embargo, la puesta en escena sencillamente no está a la altura del Teatro Municipal", dice el comentario de ópera.

20 de Octubre de 2017 | 12:17 | Por Constanza Troncoso M., Emol
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La Escena III de “Lady Macbeth de Mtsensk”, descrita en el primer párrafo de este comentario. Fotografía tomada en 2009.

Teatro Municipal
SANTIAGO.- "Lady Macbeth de Mtsensk" presenta, en su tercera escena, una de las imágenes más crueles de la ópera. Una mujer es interceptada por trabajadores varones, quienes la tocan y la forcejean. Ante la desesperación de la mujer, rompen su ropa y abusan de ella uno tras otro, hasta que llega Katerina, la esposa del patrón, que defiende el valor de mujer y los amenaza. Con esta información uno podría imaginar que la escena ocurre en una finca, por ejemplo. Sin embargo, al contrastar lo imaginado con las fotografías contenidas en el programa de la ópera, asombra descubrir que el escenario en que transcurría la escena era una fábrica, de fría y desoladora apariencia metálica.

La obra maestra del ruso Dmitri Shostakovich se estuvo montando en el Municipal de Santiago sin escenografía ni vestuario. Antes de comenzar el espectáculo, el director de la institución Frédéric Chambert pidió disculpas al público, indicando que se debía a la huelga que el Sindicato Técnico mantuvo en pie hasta ayer. De todas formas, el teatro decidió montar "Lady Macbeth" en forma simplificada. "Una ópera de concierto es otro placer, pero es un placer real", indicó.

En la obra, el foco se centra en Katerina, una mujer hastiada de su vida. Un matrimonio distante, un suegro tirano y un aburrimiento constante la deprimen. Hasta que conoce a Serguei, un trabajador de la fábrica que dirige su esposo. Se enamoran y su pasión por él crece hasta el punto de hacer cualquier cosa, incluso cometer crímenes, para ser feliz junto a su amante. Cuando se estrenó, en 1934, fue prohibida por el régimen soviético. Se dijo que era una burla a la sociedad rusa y la frustración hizo que Shostakovich nunca más escribiera otra ópera.

El libreto posiciona a la mujer al centro de la historia y muestra los abusos de los que es víctima por parte de todos los hombres que la rodean. Desde su suegro, un hombre de la alta sociedad, hasta el último borracho que sale de la fábrica, todos abusan de las mujeres en escena. Katerina responde empoderada, pero al mismo tiempo les da a los hombres una importancia fundamental en su vida. La sátira al mundo dirigido por hombres -que los estudios de género han denominado patriarcado- hacen que esta ópera sea tan vigente hoy como cuando fue estrenada, hace más de 80 años.

Es lamentable que una obra tan valiosa, de gran contenido social y artístico, llegue a Chile en un montaje incompleto. Resulta evidente que una ópera es diametralmente distinta a un concierto y que la magia precisamente está en los detalles que hacen de ella un espectáculo grandioso. La falta de vestuario, por ejemplo, dificultó la personificación de los personajes: patrón y empleado llevaban un mismo traje de terno y corbata. Por otro lado, la ausencia de escenografía volvía confusos los espacios y las acciones.

Fotografía tomada al finalizar la función. Se puede visualizar la escenografía vacía, telón negro y el vestuario de los artistas.

Fue manifiesto que los artistas sobre la escena, en especial los secundarios, también sentían esta "falta de magia". Cuestiones que jamás habrían sucedido en una ópera correctamente montada, como que un personaje se agachara casualmente a recoger algo del piso sobre el escenario, o que los artistas de reparto se rasquen o acomoden el pelo, daban cuenta de aquello. Lo más desilusionante fueron los cortes entre las escenas, que sin los tramoyas, resultaron en momentos rarísimos en los que el público observaba una fila de sillas inmóviles durante varios minutos.

La calidad vocal de los intérpretes es incuestionable y hacen que aún incompleta, "Lady Macbeth" sea majestuosa. Sin embargo, faltaron habilidades actorales e ingenio para simular las cosas que no estaban sobre la escenografía; realismo al tocar una puerta imaginaria o al simular estar encerrado en una cárcel.

Finalmente resulta eminente destacar la relevancia de "Lady Macbeth de Mtsensk", sin lugar a dudas su libreto es dramático, gracioso y cautivante. Sin embargo, la puesta en escena sencillamente no está a la altura del Teatro Municipal, y en este punto no se puede ignorar que también hay una lectura política: la institución decide montar la obra aunque sus trabajadores estén en huelga y su ausencia deja en evidencia que sus labores son sustanciales para que el espectáculo sea virtuoso.

*Los trabajadores del Sindicato Técnico y el Municipal de Santiago llegaron a acuerdo y la huelga se bajó tras ocho días de paralización, justo el día en que “Lady Macbeth de Mtsensk” presentó su última función.
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