La Obra en Chile tiene, al igual que en el resto del mundo, un fuerte sello educacional.
Desde sus inicios, el Opus Dei se abocó a la formación técnica de jóvenes de escasos recursos, creando en 1963, en la localidad de Chimbarongo, la Escuela Agrícola Las Garzas.
A ella siguió el instituto de formación técnica Fontanar que imparte en la actualidad las carreras de gastronomía, hotelería y enfermería.
Pero mucho antes, en Recoleta, a los pies del Cerro San Cristóbal en El Salto, en lo que había sido el establo de una lechería se abrió un consultorio médico que hasta el día de hoy presta atención. El Centro de Apoyo para la Familia no sólo reúne al policlínico (con prestaciones psiquiátrica y dental), sino que además desarrolla programas de rehabilitación de alcohólicos y talleres de capacitación laboral.
Las más recientes obras corporativas, sin embargo, destacan por el impacto que tienen. La primera de ellas es la Fundación Nocedal que sostiene dos colegios, Nocedal y Almendral, en la comuna de La Pintana, específicamente en la brava población El Castillo. Ambos establecimientos, inaugurados en 1996 y 1999, respectivamente, cuentan con excelente infraestructura y ya registran buenos resultados en las pruebas de medición Simce, más de 30 puntos arriba del promedio nacional.
La otra es la Universidad de los Andes, ubicada en San Carlos de Apoquindo, que ya ha conseguido instalarse dentro de los mejores centros de estudios superiores en carreras como Derecho y Medicina.
Aunque no responde a una obra corporativa, otro de los hitos que marca al Opus Dei en Chile es la creación de la Sociedad Inmobiliaria Educacional (Seduc), conformada por padres que le pidieron a la Obra asumir la guía espiritual de los establecimientos.


