MIGRACIONES EN AMÉRICA LATINA - MÉXICO

Era un llano inmenso el que compartían con otra decena de familias. Habían construido dos cuartos de madera y el posible salario significaba el pago de la deuda y un excedente para sustituir la madera por concreto, además deshacerse del gasto que representaba la primera comunión de sus dos hijos, Ana Gabriela de 8 y Juan Manuel de 12. Se emocionó, pero también lloró mientras compartió la cama con su esposa la noche misma de la visita a la Señora Ilusión.

—¡Sí me voy, va a valer la pena! —Le dijo al despertarse la mañana siguiente antes reunir los papeles que le pedían. El rompimiento integral de una familia y la lucha de una mujer para recuperar a su esposo comenzaba aquella mañana.

Cinco meses después, en los diarios nacionales circuló la noticia de que seis mexicanos denunciaron trabajar en condiciones de esclavitud en una isla llamada Bimini, en las Bahamas. Dijeron haber sido enganchados por contratistas que trabajaban para las empresa Rav Bahamas. La denuncia motivo una visita del diario El Universal, en la que se pudo comprobar que les retenían el pasaporte hasta que cumplieran su contrato, que si alguien quería regresar a México tendría que trabajar tres meses sin goce de sueldo, así que era mejor aguantarse.

La gran mayoría de los más de 50 mexicanos que aún había en la isla no contaban con permiso de trabajo y no podían enviar dinero y durante varios meses no contaron con el equipo de seguridad necesario.Varios de los trabajadores hablaban de cumplir su contrato como si se tratara de una condena carcelaria, como si se tratara de hacer un sacrificio bajo cualquier costo. “Nosotros no traemos a nadie engañado, damos un contrato. Traemos a mexicanos desde 1997. Lo que pasa es que muchos vienen a echarle ganas y otros no”, habría dicho la vicepresidente de Rav Bahamas, la cubana Mercedes Thomas Capo en una entrevista telefónica con el diario.