El más grande piloto brasileño de todos los tiempos, y uno de los más talentosos y triunfadores del mundo, tuvo una vida al límite. Su temprana muerte cambió la Fórmula 1 para siempre y dejó un legado difícil de igualar. El circuito de Interlagos en Sao Paulo, su ciudad natal, lleva una curva que se llama “S de Senna”.

La llegada a McLaren no fue simple. No sólo valió la relación de Senna con Honda, sino que debió pasar por la aprobación previa del campeón del mundo y principal rival del brasileño, Alain Prost. Y pese a que el francés la concedió, desde ese momento la tensa relación entre ambos tuvo varios enfrentamientos más dignos de rivales de escuderías que de compañeros de equipo.

Dichas disputas, sin embargo, lejos de perjudicar a McLaren, llevaron a la escudería a ganar 15 de las 16 carreras de la temporada. Senna fue primero en ocho de aquellas fechas contra siete de Prost, quien pese a sumar más puntos en total, debió conformarse con ser segundo, ya que se contabilizaban los 11 mejores resultados. Senna, el mágico Senna, conquistaba su primer título mundial.

 

El prestigio que el brasileño lograba en pista generaba, sin embargo, muchos reparos fuera de ellas. Reclamos de otros pilotos -incluido Prost - por su agresividad, además de severas advertencias y castigos que le impuso la Federación Internacional de Automovilismo, ayudaron a construir la imagen de piloto rudo, sumamente temerario al conducir y de difícil trato sin casco.

Senna perdió el bicampeonato en la última fecha en Japón justamente por una descalificación tras protagonizar un accidente con su compañero de equipo. El brasileño continuó en pista tras el choque y ganó, pero luego vino la sanción que le devolvió el título al francés que había abandonado.

 

Prost pasó a Ferrari pero las cosas no fueron muy distintas. El francés y el brasileño siguieron protagonizando las batallas de antes, al punto de que el título de 1990 se definió nuevamente en el GP de Suzuka y otra vez con un accidente entre ambos. En esta ocasión, ninguno continuó en pista, por lo que Senna ganó el campeonato sin cruzar la meta.

 

El tercer título mundial de Senna, en 1991, fue más claro que los anteriores y ya sin Prost como principal competidor, sino con Nigel Mansell como real obstáculo. Senna era ya considerado uno de los más grandes pilotos de la historia, título que mantendría pese a no volver a cosechar campeonatos. De ahora en más, sus marcas estarían en el récord de poles position (65) (que estuvo imbatido hasta 2006), o en la serie de seis triunfos en Mónaco, que hasta hoy no tiene otro dueño que el brasileño.

 

Pero McLaren no pudo darle un auto competitivo al tricampeón en los años que vinieron. Williams aparecía como más el fuerte, y Bennetton figuraba ya en los registros gracias a un promisorio Michael Schumacher. Fue el alemán el último gran rival que tuvo Senna en pista, pese a que apenas tuvieron poco más de una temporada para verse las caras.

 

La última gran hazaña de Senna en la Fórmula 1 ocurrió en 1993, en Donington Park, Gran Bretaña. El 11 de abril de ese año, el brasileño largaba desde la cuarta posición, pero llegó a la primera curva en el quinto puesto. En una remontada increíble, “Magic” superó a sus cuatro rivales antes de finalizar la primera vuelta, adueñándose del Gran Premio.

 

Aquella muestra de superioridad, junto con el récord de seis victorias en Mónaco que conquistó ese mismo año, fue quizás el último derroche de talento de un piloto que en 1994 diría adiós tempranamente a su carrera y a su vida.