El más grande piloto brasileño de todos los tiempos, y uno de los más talentosos y triunfadores del mundo, tuvo una vida al límite. Su temprana muerte cambió la Fórmula 1 para siempre y dejó un legado difícil de igualar. El circuito de Interlagos en Sao Paulo, su ciudad natal, lleva una curva que se llama “S de Senna”.

“Desde los cuatro años yo corro riesgos y nunca me pasó nada. Jamás tuve un accidente serio”. Senna hablaba con la seguridad que le transmitía su profunda religiosidad. Su fe era la explicación a la apuesta vital que hacía cada vez que se subía a un Fórmula

1. Ese riesgo llevado al límite, lo convirtió en uno de los pilotos más grandes de todos los tiempos.

 

Ayrton Senna da Silva nació el 21 de marzo de 1960 en Sao Paulo, Brasil. A los 13 años ya competía en el karting, desde donde dio el salto lógico a la Fórmula 3 Británica, donde logró su primer gran triunfo automovilístico en 1983. Un año después ya estaba a bordo de un F1.

 

El debut fue en el equipo Toleman y corriendo de local en el Gran Premio de Brasil, quez en 1984 se disputaba en Río de Janeiro. En su segundo GP, en Sudáfrica, consiguió su primer punto. Daba entonces las primeras señales de su actitud ganadora. El mismo año, pero en Mónaco anotó su mejor resultado: Iniciando desde el puesto 13, escaló hasta el segundo lugar, bajo una lluvia torrencial que obligó a detener la carrera justo cuando le pisaba los talones al líder Alain Prost. La pista mojada se convertiría en su especialidad, y el francés en su principal rival.

 

Esta performance lo hizo saltar a un equipo más grande: Lotus lo recibió en 1985, donde anotó su primera pole position y su primera victoria, ambas en el GP de Portugal. La temporada no le alcanzó para ubicarse más allá del cuarto puesto, pero ya demostraba que en pista, especialmente cuando estaba mojada, era el mejor.

 

En 1986 repitió el lugar en la clasificación, aunque seguía siendo el más rápido en las clasificaciones. En el Gran Premio de España, el brasileño protagonizó una de las llegadas a meta más cerradas de la historia, superando por apenas 0,014 segundos a Nigel Mansell.

 

Senna ya tenía claro que para aspirar al título debía cambiar de equipo. Antes que terminara la competencia de 1987, el brasileño anunció que correría el año siguiente bajo los colores blanco y rojo de McLaren, que comenzaría a utilizar motores Honda, marca con la cual Senna había establecido una relación de mucha cercanía. 1988 sería el año del despegue.