“Fue nuestra arma más afilada” dijo Joseph Goebbels –ministro de propaganda- para destacar la importancia que el Führer dio a la comunicación persuasiva para alcanzar el poder. Por Andrea Fuenzalida

Cómo lo hizo

Adolf Hitler, sin conocer los principios con los que opera la propaganda moderna -que hoy se encuentran sistematizados en cualquier texto especializado- los supo manejar con maestría. Utilizó todos medios de comunicación, aprovechó los avances tecnológicos de la época y explotó sus habilidades innatas para la persuasión.

Logró en apenas trece años (1920-1933) convertir a un grupo de fanáticos descontentos, en el Partido Nacionalsocialista y situarlo como primera fuerza política de su país -en una primera etapa- y para consolidarlo como una forma de vida -más que como una forma de gobierno-, posteriormente.

Para ello centralizó todo el aparato propagandístico en un ministerio -a cargo del famoso Joseph Goebbels- cuyo principal objetivo fue difundir efectivamente el mensaje nazi a través de todos lo medios: música, arte, teatro, películas, libros, material escolar, radio y prensa. Tras el genocidio, la propaganda se usó para ocultar las atrocidades cometidas.